Hoy solo puedo decir que me conmovió Ecuador. Un terremoto dejó prácticamente destruida la ciudad de Pedernales y causó serios daños en Portoviejo y en Manta. Todos los recuerdos de otras tragedias causadas por la misma naturaleza y lo que desconocemos de ella vinieron en esta noche: Armero, el Terremoto del Eje Cafetero, la Tragedia del Páez.
Empiezan las difíciles, tanto material como emocionalmente, tareas de rescate, y como en todo suceso similar, la esperanza de vida es el aliciente máximo para todos los que las realizan. El tiempo apremia también, y es menester de nosotros no hacer exageraciones -como las que ya están haciendo algunos medios nacionales- con este triste episodio vivido por nuestros hermanos.
Solo Dios sabe qué pasará después. Los ecuatorianos cumplirán con el deber de recuperarse, y nosotros, de ayudar hasta cuando corresponda.
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