sábado, 14 de noviembre de 2015

Armero.

Todo 13 de Noviembre, desde que tengo uso de razón, recuerdo la triste historia del cómo esta población del Tolima fue arrasada por una avalancha de lodo, piedras y otros fluidos volcánicos salidos del Nevado del Ruiz, en una noche donde sus pobladores, en medio de la ignorancia, la angustia y la impotencia, poco pudieron hacer para salvarse, salvo unos pocos que lograron sobrevivir al fenómeno y otros que por cosas de la vida no estuvieron en ese sitio.

Muy pocas veces, no más de cinco, he cruzado por las ruinas de Armero.  Me he enterado de lo que sucedió esa noche gracias a la televisión y algunas publicaciones.  He de imaginar qué tan aterradora fue esa noche.  Aún más indignante fue saber que el Gobierno en todos sus niveles hizo oídos sordos respecto a la amenaza del Nevado.  Todos sabemos cuáles fueron las consecuencias.  Sobra comentar sobre Omayra también.

¿Vivirá algún sobreviviente en Anapoima?  Lo dudo.  Lo cierto es que los que sobrevivieron, llevan consigo una carga que es difícil de librar por mucho tiempo.

En fin, tengo pendiente una visita a Armero.  Es un deber moral.  Armero no ha muerto para los colombianos, esa imagen con la que el país se despertó aquella mañana de 1985 es imborrable para nuestras memorias.  Pronto haré ese viaje y les contaré qué viví, qué sentí, qué me queda de lección.  Es una promesa.

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