martes, 1 de diciembre de 2015

Adiós, Saludcoop.

Hoy la entidad promotora de salud que más recordación tuvo entre los colombianos desapareció.  Veintiún años de vida duró siendo la empresa líder de un esquema diseñado por la famosa Ley 100 y sus consecuentes falencias.

Recuerdo bien que mi mamá, por su trabajo, eligió esa EPS para ella y para nosotros, por allá en 1995, desafiliándose del emproblemado Seguro Social.  No podíamos ser atendidos en Anapoima, por lo general seríamos siempre atendidos en La Mesa en un centro médico particular, aunque en algunas ocasiones nos atendieron en el Centro de Salud que siempre ha existido aquí.  En el 2001, Saludcoop decidió invertir en la construcción de una clínica propia en La Mesa, la cual aglutinaría la atención de buena parte de sus afiliados en el Tequendama.

Para los años de universidad, no solía solicitar atención en La Mesa, utilizaba el servicio que me brindaba la Piloto para sus estudiantes, tanto en Girardot como en Bogotá, hasta que un buen día salí de allá y por la cuestión de la edad, se tuvo que pagar la salud aparte para mí.  Ahí fue donde empecé a valorar a Saludcoop lo suficiente como para que haga parte de mi historia.

Por Saludcoop, aparte de las revisiones médicas de rutina, tuve las tres cirugías que me han realizado en mi vida, una de ellas importante tanto para mi bienestar físico como para mi propia funcionalidad.  Por Saludcoop, he tenido viajes bastante llenos de gratitud y de rabia.  Por Saludcoop, hasta Don Norman se ha preocupado por mí.

En esa década pasada, uno de sus directivos, apellidado Palacino, se enriqueció a costa de la empresa y de los aportes que le hacía el sistema de salud desde el gobierno, de una forma vil e infame.  Los entes de control le encontraron tal desfalco en el 2010, causando su intervención gubernamental en el 2011.  Poco a poco, salían a la luz todos los problemas financieros de Saludcoop y hace pocos días, se decidió su liquidación.

Fue un ejemplo empresarial al querer tocar las puertas del pueblo colombiano que no vive en las grandes ciudades, meta que logró; pero el afán de poder de sus directivos, uno de ellos con nombre propio, y los errores que tiene la ley, que corruptamente aprovecharon otros tantos desalmados que jugaron con la salud de los colombianos, le dieron un entierro de tercera.  Todos sus afiliados fueron automáticamente trasladados a Cafesalud, otra EPS que se integró al Grupo Empresarial Saludcoop en su tiempo y que también vive su propio calvario.

Así, le digo adiós a una empresa que hizo parte de mi vida.  Ojalá la próxima EPS que elija me brinde las mismas satisfacciones y me ofrezca la misma confianza que tuve cuando Saludcoop estuvo para mí.

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