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viernes, 5 de abril de 2019

Diez: El fin de una era.

Hoy se vivió uno de los días más tristes del fútbol de salón colombiano.

La selección nacional, aquella que suele darnos triunfos -más que el fútbol-, fue eliminada de forma triste, increíble y falta de esperanza del Mundial que se desarrolla en la Provincia de Misiones (Argentina).  Brasil, en un contragolpe causado por un horror de fundamentación del que se consideraba el mejor jugador del mundo, nos quitó la posibilidad de conseguir un tercer título mundial consecutivo y el cuarto de la historia para nosotros.  Desde 1997 no habíamos quedado por fuera de las semifinales mundialistas del fútbol de salón, incluyendo los eventos realizados por la extinta FIFUSA.

Colombia no se acomodó nunca en el Coliseo Ian Barney de Oberá.  En ese mismo coliseo, sufrió para vencer a una aguerrida y rocosa selección marroquí, que la tuvo contra las cuerdas durante buena parte de ese primer partido.  Hoy, se acentuaron todos los problemas mostrados el día lunes cuando se inauguró ese coliseo, y peor aún, el relevo generacional no funcionó como se esperaba, dependiendo en exceso de la veteranía y de la jerarquía de tipos como Pinilla, Estupiñán o Abril.

Pinilla, el mismo que cometió el error de intentar driblar a dos defensores que supieron escalonarse y marcarle para que no hiciera de las suyas, por poco regala el cuarto gol en una acción similar.  Estupiñán había manifestado su deseo de retirarse del deporte antes del Mundial, pero le suplicaron que se quedara y aceptó jugar ese evento, aún con su baja forma competitiva.  Se quedaron por fuera el goleador de la Copa Profesional -John Venté- y un gran prospecto como lo es Iván Monterrosa.  Lo cierto es que los "nuevos" jugadores que llegaron a la selección nacional no aportaron lo que debían, ya que, como cité, se dependió en exceso de los veteranos.

Este ha sido el segundo fracaso del deporte de conjunto más practicado en Colombia en menos de un año.  En Noviembre pasado, en Valledupar, un equipo que solo pensaba en hacer tacos y rabonas fue eliminado de forma contundente ante la vista perpleja de todo un país.  Hoy, cinco meses después, se confirma algo que puede ser la estocada final para el microfútbol, no hay un proceso deportivo firme que garantice la llegada de nuevos y mejores jugadores que los que están y no hay una seguridad financiera que le permita a la Federación de Fútbol de Salón y a la División Nacional continuar con los eventos nacionales y las Copas Profesionales.

Es difícil luchar contra los tentáculos de la FIFA y sus asociadas con su modalidad plagiada y falta de identidad, pero esta federación, con sus problemas, ha hecho posible que los torneos se mantengan, pero hay dirigentes que no son capaces de seguir una línea de pensamiento que respalde el actuar de Manuel Enrique Sánchez.  En Bogotá, la liga prácticamente es un espejismo, y en Cundinamarca, no es posible que en 116 municipios no encuentren talentos suficientes para confrontar a los que se ven en sus torneos, que difícilmente superan los veinte municipios participantes, sin contar a aquellos municipios que se dejaron tentar por aquel plagio y ya están viendo cómo los maltrata sistemáticamente la liga responsable de ese adefesio.

Sé que en el 2020 deben presentarse cambios en las estructuras directivas de varias ligas del país, espero que de todo corazón, esos cambios representen la necesidad de reflotar el deporte insignia del pueblo colombiano y no se vendan por un puñado de billetes de color púrpura a una modalidad representada por una entidad corrupta y desdeñosa como la Federación de Fútbol -me disculpan los practicantes del fútbol por los términos, pero el escándalo de la selección femenina y otras cosas que se comentaron en una edición de "El Alargue", de Caracol Radio, me dejan esa imagen-, manteniendo a los deportistas que se formaron en esas canchas de barrio en esa estructura y buscando el apoyo de la empresa privada, ya que como conocemos, le aporta más al fútbol que a otros deportes que incluso, han logrado medallas olímpicas.

¿También debe existir algún relevo en la dirección técnica de nuestra selección "micrera"?  Considero que sí.  Nadie niega la capacidad técnica del profesor Jaime Cuervo, a quien respeto y admiro, pero en esta ocasión, se equivocó y ya sabemos los resultados; la próxima Copa Profesional debe ser el campo de estudio para la escogencia del nuevo director técnico de la selección nacional y hay varios candidatos visibles.  En cuanto a los jugadores, muchos de ellos mostrando lealtad al deporte en el cual se formaron no cediendo a las vanas pretensiones de aquel plagio antes de "su" mundial en el 2016, deberán ser las voces cantantes de una renovación que se clama a gritos y defender la integridad de un deporte formado en las barriadas, que se ganó un espacio en el panorama deportivo nacional a pulso y que así los intereses económicos pretendan su desaparición, difícilmente perderá su estatus como parte íntegra de la identidad colombiana.

No siendo más, me entristeció ver derrotada a una gran selección, pero no puedo quedarme callado ante lo visto y analizado partido tras partido.  Es el fin de una era, pero si no nos movemos, podrá ser el fin de un bello y maravilloso deporte.

miércoles, 3 de abril de 2019

Doce: Indisposición.

De las cosas que más detesto en la vida, es que no respeten mi autoridad ni mi figura.  Hoy tuve el peor día de esta etapa y todo por culpa de un niñato indisciplinado.  Él, contagia con su grosería y falta de disposición al grupo con el que estudia, acentuando esta situación con el hecho de ser repitente.  Y por culpa de él, tuve que cancelar lo que restaba de clase -era Educación Física- y castigar al grupo no dejándolo pasar a tomar su refrigerio en el orden que corresponde.

No entiendo cómo hay padres de familia que no se preocupan lo suficiente por estas situaciones, incluso, viendo cómo les pasa la vida por delante sin hacer algo por corregirlas.  A mi compañero de Matemáticas lo desquició también y en ocasiones, a la misma directora de curso y al rector, quien es un alma de Dios, también los ha sacado de casillas.  Sinceramente, desearía que se desescolarizara ese niño, pero durante estos días escuché en la radio que no se puede realizar tal proceso así no más, y como si fuera poco, en mi colegio no hay orientadores especializados y mucho menos, coordinadores.

A mí me exigieron a los diez años, hace veinticinco, que debía ser más responsable social e individualmente, y cumplí, porque estuve muy cerca de que me aplicaran matrícula condicional por diversos hechos que fueron muy dudosos.  Aprendí de eso, que independientemente de lo mal pedagogo y mal didáctico que sea un profesor, hay que respetarlo, así como respetar a los mismos por su condición de adultos y a las instituciones donde uno asiste.  Así, me salvé de recibir más llamadas de atención en el maldito observador -porque tuve rector, porque sabían quién soy yo y por los milagros que hacía- y de paso, terminé graduándome con honores.

Hoy, mis compañeros pensaron que había dejado a ese grupo sin tomar refrigerio.  No sería capaz de hacerlo, sería una solemne estupidez y me ganaría un problema disciplinario.  Con ese mismo grupo, incluso, termino la clase diez o quince minutos antes para que tengan tiempo de tomar su refrigerio y alivianar la carga de trabajo de la encargada del restaurante.  ¿Qué más garantía puedo darle a todos?  Quizá no sea la forma correcta de hacer las cosas, pero esa alimentación hay que cuidarla y no se puede perder, máxime si estos niños y niñas no se alimentan bien en sus casas.

La consecuencia real de esto, es que terminé con dolores en la cabeza y en el cuello.  No recuerdo haber sufrido tales malestares recientemente, ni siquiera en el "trabajo", con las rabietas y peleas que sucedían ocasionalmente.  Temo por mi salud.  Espero poder descansar este fin de semana y que nunca suceda algo más grave, mañana tengo clase con otro grupo igual de complicado.  Dios sabe que no soporto a la gente irrespetuosa y de que me hago sentir, me hago sentir, pero no excediéndome, porque conmigo lo han hecho y los que lo hicieron, saben que algún día se les cobra.  Y sé, que si no transmito lo correcto, esta generación se convertirá en otra pérdida para la sociedad.

domingo, 17 de marzo de 2019

Veintinueve: La esperanza de la superación.

Había decidido, por temas económicos, no viajar con frecuencia desde mi sitio de trabajo hasta Bogotá o hasta mi casa, considerando además lo de la maestría.  Y por esa última razón, quizá pensando en no quedarme encerrado en mi cuarto por demasiado tiempo, decidí también apuntarme para conformar el grupo docente que trabajaría con los adultos.

Aquí, por las dificultades de la distancia entre el colegio y las veredas, no es posible conformar grupos nocturnos, como en Anapoima.  Tampoco se puede los sábados, pues es el día de mercado en el casco urbano y muchos deciden desplazarse como mínimo, hasta el caserío para realizar sus compras.  Dadas las circunstancias, en estas montañas se estudia los domingos.

Hay un grupo muy pequeño, pero dispuesto a quebrantar las barreras que les ha impuesto la sociedad al marginarlos por no poder estudiar como lo hubiesen deseado en su juventud.  Hace dos semanas, se iniciaron las clases con un impresionante frío que no impidió que el grupo se presentara a las ocho de la mañana para continuar con su formación.  Hoy, el clima fue más benévolo, siendo un presagio para lo que se viene en cuanto a las temporadas, pero tampoco fue impedimento para que buena parte del grupo cumpliera con su deber.

Siento que es más fácil trabajar con ellos que con los jóvenes de la modalidad tradicional.  Son más dispuestos, son más receptivos, son más considerados con la labor, y algunos -debería decir, algunas- miran con buenos ojos el conocimiento práctico que les puedo transmitir.  No puedo trabajar con ellos tanto contenido teórico que se puede diluir con el tiempo, y eso también lo aplico con los jóvenes.  Quiero que aprendan a digitar con propiedad y que siempre que necesiten redactar una carta, no se desesperen ni pagar a otras personas para que les hagan tales tareas.

Así, se eliminan las barreras que separan a la pobreza de muchas comunidades del conocimiento que muchos poseen y ostentan como si fueran tesoros intocables.  Esa es la esperanza de todos, mi esperanza, que esta sociedad donde me he vinculado pueda ser mejor cada día y pueda salir del ostracismo en el que la han ubicado los líderes políticos y sus propias carencias.

martes, 12 de marzo de 2019

Treinta y cuatro: Los tiempos cambian...

No soy de ese tipo de personas que cree en los cambios a través del tiempo, en especial, los cambios de los conceptos que denominamos "principios".  Hoy, un grupo con el cual trabajo no quiso obedecer una orden tan sencilla como apagar un parlante de esos chinos que funcionan con Bluetooth y como no me gusta desquitarme de buenas a primeras, abandoné la clase.

Me enferma, me entristece y me decepciona que no sigan una instrucción tan sencilla como guardar por dos horas un elemento de esos y disponerse de manera atenta a lo que se trata de enseñar en las clases, como lo aprendí hace veinticinco, veinte y aún menos años.  Esta juventud de hoy, anda más pendiente del teléfono móvil, de los últimos éxitos de ese género musical poco edificante y de las últimas tendencias de la moda, en vez de disponerse para superarse día tras día, para mejorar su entorno y para que en otros lados no digan que son unos montañeros o unos iletrados de vereda.

Al llegar a esta etapa que vivo y trato de disfrutar, me mentalicé esto, que debo transmitir las lecciones de vida que me dieron en mi colegio durante seis largos años, y que no debo permitir que esta generación salga inútil, mediocre e irresponsable como se ha permitido por casi veinte años en la educación pública de nuestro país.  No me gusta la irresponsabilidad de este grupo de estudiantes que manejo y tampoco la alevosía de algunos de sus integrantes; noto además que no siento respaldo por parte de mis compañeros docentes, a pesar de que sin decirlo, los he respaldado y he exigido a varios estudiantes que sean lo suficientemente correctos con ellos.

Sigo insistiendo, no creo en eso de "los tiempos cambian y los principios también".  Pueden pasar los siglos, pero el respeto al maestro, el respeto a las instituciones y el respeto a las personas debe mantenerse.  Como persona, no soy un pintado en la pared y las personas que también comparten la labor conmigo, tampoco lo están.  Es en la juventud donde se muestra la calidad de la persona y si no se es responsable y respetuoso en esa etapa, no se piden milagros en la adultez.

Con el estrés de ese infausto mediodía me quedé, porque no es posible que la juventud no comprenda que debe aprender más cosas en la vida para que pueda desenvolverse en la misma.  Sé que puedo enfermar, pero tampoco puedo darme el lujo de relajarme como si estuviera en una playa esperando a que llueva hacia arriba.  Mi sueldo lo justifico y si tengo que llegar a medidas drásticas, dentro de lo legal y lo socialmente aceptado, lo haré.

"Los tiempos cambian, pero los principios NUNCA".

domingo, 11 de febrero de 2018

"Noche de los mejores".

El 8 de Diciembre del año pasado, apenas regresé de Medellín para visitar Busworld, tenía programada una jornada del evento deportivo que realizaba, la Fase Municipal del Torneo Mil Ciudades de Colombia.  Con suficiente antelación, mejor dicho, desde el mismo congreso técnico del evento, le notifiqué a todos los participantes que en esa semana no se programaría ningún partido durante esa semana, por ese viaje que ya estaba planeado desde finales de Agosto; todos los asistentes estuvieron de acuerdo y considero, de entrada, que así deben hacerse las cosas para evitar inconvenientes y cosas de esas que puedan enlodar el desarrollo de cualquier proyecto.

En el segundo día del viaje -el inaugural de Busworld-, me estaba recuperando de un absurdo resfriado que me tuvo bastante mal, y en esa mañana, alguien muy cercano me llamó para informarme sobre e invitarme a un evento que se realizaría en el mismo sitio donde se realizaba un evento gastronómico, es decir, el actual Parque Principal.  Respondí de inmediato que no asistiría, porque tenía jornada de mi evento programada apenas pisara suelo anapoimuno, y porque mediaban unas razones muy fuertes para no asistir a eventos de ese estilo, las cuales explicaré mejor en lo que adjunto en las siguientes líneas.

Convaleciente, terminé la visita y regresé a casa ese viernes, al despuntar el alba.  En la tarde me fui tranquilo al Polideportivo de Liberia y había programado la jornada de forma que pudiese quedar al día, pero solo se jugó un partido, escuchen bien, ¡un partido!  Los otros dos, terminaron en incomparecencia porque en un caso, no avisaron con tiempo sobre la asistencia a ese evento del parque y a los otros les dio flojera, y en el otro caso, pudo más la pereza que otra cosa.

Supe, días después, que se me entregaría una condecoración por apoyar al deporte, o qué se yo.  Redacté una carta rechazando la distinción, por esas mismas razones muy fuertes.  Prometí en ese documento que se lo haría llegar al alcalde, y eso hice este sábado que pasó, pues supe que estuvo algo delicado de salud y hasta este mes regresó en plenitud de condiciones.

Con lo que adjunto a continuación, demuestro, como lo he hecho con todas las personas que me conocen, apreciándome o queriéndome enviar a una tumba, que sigo siendo la misma persona de siempre, y que como lo he sido los últimos años, no estoy para aplaudir arrogancias, ni paparruchadas ni plagios descarados.  Recuerdo muy bien lo que pasó en aquel Junio del 2008 y eso, queridos amigos, nunca se olvida.

Adjunto las copias de ese documento, pues a decir verdad, es fastidioso transcribir tal cual ese documento aquí y es considerable ante ustedes no cargarles demasiado ni la vista ni la percepción.  De todo corazón, agradezco esta lectura y las respuestas que reciba de parte de ustedes.  Quiero que ustedes conozcan cómo es la vida aquí y cómo debe hacer alguien al que han aplastado muchas veces a placer y en su propia tierra, todo porque piensa diferente y porque no sigue las costumbres que nos han hecho una sociedad mediocre, conformista y poco considerada.

 

lunes, 15 de enero de 2018

Cumpliendo la palabra.

En estos días, con el ajetreo de un Año Nuevo pasado por agua y por tragedias, volvieron a llamarme desde aquel paraje del Rionegro, para que trabajara en otros proyectos.  La respuesta, después de meditarla mucho, fue demasiado sencilla, aunque dolió un poco decirla.

Quiero meterle toda la energía al Censo Nacional de Población y Vivienda y estar atento a mi situación de salud, y como lo dije aquí, juré no volver.  Eso se lo dije a la persona que de buena fe, me insistió hasta este día, por aquello de la Ley de Garantías, porque cree en cierta forma en este servidor y consideró que era el ideal.

Pero, por una sola persona, y porque no soy persona que se arrodilla ante la arrogancia y las malas actitudes, juré eso y así cumplo mi palabra, la de no volver a ese lugar recóndito y montañoso.  Lo que un profesor me dijo allá en la Piloto lo hago valer y es mi filosofía de vida.  Así, como siempre, hago cumplir mi palabra, hasta el final de mis días. 

martes, 24 de octubre de 2017

Una frase real.

"En Anapoima se cumple con lo que dice el segundo verso de la estrofa más linda de nuestro himno, pero no con el primero".

Hombre, creo que sobran un poco las explicaciones...  No hay para nosotros pero sí para los de afuera.

jueves, 10 de agosto de 2017

Una década. (¡Felices 390 Años!)

Solo quedan diez años para que esta meseta cumpla su cuarto centenario de fundación.

Se han celebrado cosas, se han hecho ceremonias, ¿pero de qué sirven, si todavía siguen muchos problemas?

En diez años, muchos de nuestros líderes que han hecho a Anapoima grande y reconocida, seguramente no estarán entre nosotros.  En esos diez años, ya seremos más viejos y debemos haber resuelto los problemas que nos aquejan.  En ese tiempo, los líderes que han dicho ser los que han sido los mejores líderes en la historia de nuestra patria tendrán que tragarse sus palabras.

En diez años, tendremos que erradicar los vicios que nos dejaron en casi treinta.  En diez años, debemos dejar de ser tan mediocres, tan conformistas, tan desagradecidos con el trabajo ajeno.  En diez años, Anapoima debe ser la que intentó ser antes del final del Siglo XX, con un parque precioso, con un espacio público manejable, con funcionarios que sepan que la belleza no sirve si no funciona adecuadamente y con funcionarios públicos que sepan que primero le sirven a su pueblo y no a un grupo en particular.

Camino somos de ser otra Cartagena, una ciudad que oculta su cara más desagradable para agradar a unos pocos personajes con billetes de alta denominación.  Debemos garantizar el empleo para todos nuestros nativos, no ser la bolsa de empleo de nuestros vecinos.  Muchos de nosotros no podemos emplearnos en nuestra propia tierra porque no somos "caribonitos" ni somos del agrado personal de aquellos que podrían requerir nuestros servicios; todos vienen de afuera y con derecho a pisotear a placer el esfuerzo que han hecho muchos de mis paisanos.

Se vislumbra el nuevo acueducto que resolverá nuestra carencia más grande, el suministro de agua todos los días.  Esperemos que esto beneficie más a los que viven en los barrios y no a aquellos que vienen cada tres semanas a ver si no les robaron nada.  Deseo que la Banda Municipal de Anapoima vuelva a ser grande como hace veinte y treinta años, no el plato de segunda mesa al cual la condenó un innombrable.  Deseo, que nuestras autoridades no se sigan dejando matonear en el tema del "Plan Retorno", que tanto afecta al norte anapoimuno.  Deseo, que no sean populistas en el tema de los eventos deportivos y aprendan que del gasto solo queda la olla rota.

En fin, Anapoima cumplió con pompa trescientos noventa años de fundación como un poblado dentro de la Colonia.  Hay mucho por hacer, y de todos nosotros depende que la poquita identidad que tenemos, la misma que se está perdiendo porque somos unos mediocres y conformistas, siga viva en el 2027, si es que seguimos vivos para esa tarde.

lunes, 12 de junio de 2017

Por allá no vuelvo.

Hoy he regresado a casa, y me alegra mucho.  Una etapa negra y problemática causada por una sola persona se ha cerrado.  Ese largo viaje con dos escalas obligatorias es el epílogo de todo.

He jurado, que por lo menos en un mediano plazo, no volveré a tal paraje del Rionegro.  Confirmé lo que había visto gracias al único camarada que me quedó del grupo de la Piloto, que en el Rionegro los problemáticos y los falsos abundan.  Es una pena, pero esa mala impresión borró lo que otras personas han intentado, mostrar lo mejor de sí mismos.

Dos veces escuché a altos funcionarios de ese sitio donde trabajé hablando muy mal de mí y eso me decepcionó.  No le agradecí a nadie cuando partí.  No lo merecían.  Así reforcé mi juramento, de no pisar más esa tierra.  Ni drogado ni borracho.  Cuando hay muestras tales de carácter, lo mejor es mandarlos al infierno.  Y ustedes saben cómo funciono en esos casos y así lo aplicaré.

Invito también a los paisanos, que se lo piensen dos veces antes de ir a ese sitio.  Es un paraje olvidado.  Si de casualidad les toca ir, tengan cuidado.  Hay elementos que se creen más que el Papa y es mejor evitarlos.  Y esos elementos, son los que han hecho imposible generar una cohesión dentro de un municipio que tuvo que reconstruirse gracias a la naturaleza.

sábado, 6 de mayo de 2017

Una frase de despedida.

"En este sitio, el que debe mandar, no manda.  Manda la secretaria".
 
Con este sencillo, pero veraz pensamiento, resumo el fin de una etapa.  No hay más comentarios.

viernes, 7 de abril de 2017

Ocho: Frase.

"¡Los títulos profesionales no se le restriegan en la cara a la gente!"
 
Hoy, un mal llamado licenciado en Educación Física de la Universidad de Cundinamarca, hizo gala de su prepotencia y su arrogancia respecto a como conozco el deporte en más de quince años de vida como dirigente deportivo, los cuales me han permitido saber poco y mucho sobre estas actividades que vinculan a las personas como seres activos.

Ni siquiera Robinson, por ser quién es, ni los demás paisanos que tienen la poca fortuna de ser colegas de profesión y de universidad de este infame personaje, y mucho menos mi prima, que al principio detestó esta carrera pero que ahora le está dando de comer, me han restregado en la cara sus conocimientos y sus títulos.  Todos ellos saben que así como ellos se mataron aprendiendo esos conocimientos, yo tengo los míos y perfectamente se han complementado en causas comunes.

Y para rematar, el tipo ni siquiera sabe cómo hacer correctamente una prueba atlética...  No digo más al respecto.

jueves, 6 de abril de 2017

Nueve: El azar.

Hoy asistí a una chocolatada en el salón comunal del municipio donde me encuentro, organizada por los estudiantes de grado undécimo de la Institución Educativa Departamental.  Se cruzaba, en parte, con la programación de la Fase Municipal de los Juegos Intercolegiados, pero no fue impedimento para que ambos eventos coexistieran y buena parte de la población que habita esta pequeña urbe asistiera.

Dudé, porque no quería gastar dinero en la boleta, pero el hecho de poder hacer algo muy distinto a la rutina me facilitó las cosas.  Pasadas las seis, llegué al salón solo y busqué un lugar, quería una mesa, pero la gran mayoría estaba ocupada y no hubo de otra que buscar una silla y sentarme cerca a una pared.  Poco a poco, los miembros más distinguidos de esta sociedad -del alcalde hacia abajo, para que me entiendan- llegaron y se nutrió la asistencia al evento.

El personero fungió como maestro de ceremonia y así, con algo de improvisación, todo inició.  Un famoso juego llamado bingo fue el acompañante perfecto de la chocolatada, que terminó siendo "tamalada" porque al final ofrecieron un suculento tamal para cenar; estuvo muy delicioso el plato.  Hubo ganadores y al menos tres empates, y por supuesto, no gané nada, como suele suceder en esas pocas oportunidades de jugar en cosas así.  Pasadas las diez, el evento terminó en su parte esencial, y de ahí salí, aquejado de algunas molestias en mi sistema digestivo, que me dejaron cierta preocupación.

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Hacía muchos años que no jugaba bingos, la última ocasión que recuerdo fue uno que hicieron para apoyar a la escuela de baloncesto, allá en Anapoima.  Esa vez mis sistemas nervioso y circulatorio estuvieron muy a prueba, debido a la ansiedad que produce ese juego, por el mismo afán de ganar.  Hoy, mantuve la calma durante buena parte del evento.  Pero, yo quiero además contar otra cosa.

No soy devoto de los juegos de azar.  No me atraen.  Pienso que es una forma muy mala de gastar el dinero y el tiempo.  Para ganar, se necesita invertir mucho tiempo, como en los bingos y mucho más dinero, como en los demás.  ¿Han calculado cuál es la probabilidad de ganarse un chance o la lotería?  ¿Lo han hecho con el Baloto?  A veces, aborrezco las rifas por las mismas respuestas, pero por necesidad, he tenido que realizarlas, pero sabiendo apuntar el premio -suelo hacerlas con temas deportivos- para que los demás participen con gusto.  Y muchos otros, han debido realizarlas, para -inclusive- saciar sus necesidades más básicas.  Eso no quiere decir que no colabore con una rifa, cuando son personas de confianza quienes la realizan, suelo apuntarme; igualmente cuando se realizan con causas justas.

Volviendo a lo que es el chance, la lotería, y el mismo Baloto, dejé de jugarlos por la forma como invierten lo que pagamos por esos juegos, que se supone debe ir a la salud de nuestro país.  Le perdí la confianza desde que supe lo de los escándalos de corrupción protagonizados tanto por algunas loterías como por las entidades de salud.  Esa plata, terminó en manos de unos pocos que la invirtieron en mansiones lujosas y en autos de alta gama, no en mejorar nuestro atribulado sistema de salud.

Y peor aún, le sumo a esto los casinos y sus máquinas tragamonedas, o "tragaperras", como muchos vulgarmente les dicen.  He conocido casos de algunos allegados que se enviciaron con esas malditas máquinas.  Sueldos desperdiciados por horas y horas frente a una caja que puede dar un suculento premio, que es demasiado difícil de conseguir.  Gente que olvida a su familia por andar embobada pensando en sacar tres limones o tres sietes y llevarse el premio mayor.  Le huyo a esos sitios, en serio.

Hay que saber gastar el dinero, queridos amigos.  Y no son buenas ideas derrocharlo en estas cosas con frecuencia.  Llega siempre un momento que hará arrepentirse por priorizar eso en vez de una necesidad puntual.

domingo, 2 de abril de 2017

Trece.



En la madrugada de ayer, las lluvias causaron el desbordamiento de varias quebradas que cruzan la ciudad de Mocoa, capital del Putumayo.  Ese fenómeno natural, sumado a la deforestación y a la falta de planeación ante estas situaciones, causaron una tragedia dentro de esta ciudad, arrasando lo que se encontraba a su paso.

La cifra de muertos y de desaparecidos aumenta, cinco barrios han sido destruidos y el Departamento del Putumayo está incomunicado por vía terrestre.  Lamento de todo corazón lo sucedido y sé, que como lo han pedido y expresado nuestras autoridades, que los compatriotas ayudaremos a todos aquellos que se han quedado sin techo y necesitan volver a empezar.

Esta tragedia nos hace reflexionar sobre qué hemos hecho como ciudadanos para proteger el ambiente que nos rodea.  Hoy lamentamos lo que le pasó a Mocoa, ¿mañana a quienes?  Puede ser cualquier ciudad o poblado de este país.  ¿Hasta cuándo dejaremos de jugar con nuestro entorno?

domingo, 26 de marzo de 2017

Veinte: Morbo y mala racha.

Esta mañana, en Chía, me compartieron imágenes bastante fuertes de lo sucedido ayer en la tarde en la carretera a casa desde Bogotá.  Cuerpos inertes, magullados, aplastados.  La roca literalmente se metió a la buseta, llevándose consigo cuatro personas, con historias, con familias, con un objetivo por el cual viajaron y no pudieron cumplir.

Repudio mucho ver esas escenas, había visto similares en periódicos como El Espacio y simplemente generan morbo para el público.  Deberían editarse o no publicarse, como todo buen medio hace, pero en ese mediodía supe también de un grupo donde publicaban en Facebook imágenes de accidentes de tránsito, con toda la exposición posible de las víctimas y de los bienes materiales afectados en ellos.  Apenas pude conectarme, bloqueé ese grupo, no es menester para mí ver tales imágenes y de por sí, le faltaría el respeto a la memoria de todos aquellos que pierden la vida en esos hechos y a sus familias.

Cambiando un poco de arista, ese accidente fue el colofón de una racha perversa de accidentes de tránsito sufridos por móviles de Flota San Vicente.  Un volcado en el camino a Girardot desde Anapoima, otro estrellado contra un peñasco ingresando a Tocaima y el citado.  Los dos primeros, fueron causados por fallas humanas, el tercero, ya lo manifesté, fue un infortunio.  Me llegó a la mente aquel accidente de Septiembre del 2005.

¿Cuándo hará algo esta empresa por cambiar la mentalidad de pilotos de fórmula que tienen muchos de sus conductores y de sus auxiliares?  ¿Querrán repetir esa tragedia acaecida aquella madrugada?  ¿Cuándo aprenderemos nosotros, los anapoimunos, que pagando mal un servicio y exigiendo transgredir las reglas causan estas cosas?  Hay que cambiar, señores.  Y la Policía de Tránsito, en vez de hacer cumplir las leyes de forma esporádica y escogiendo paganos como si fuera cilantro en arroz, debería hacerlas cumplir siempre, guardando la reserva necesaria y haciendo valer por qué pagamos su sueldo con nuestros impuestos.  Así de sencillo se plantea.

domingo, 19 de marzo de 2017

Veintisiete: Volviendo a las raíces.

Seré corto, pues empezando, no soy muy devoto de las danzas, y segundo, normalmente para este fin de semana me ocupo; aún así, pude llegar a tiempo para observar la clausura del Encuentro de Danzas que normalmente se realiza para estas fechas en Anapoima -recordemos que el año pasado se realizó en Mayo-.

Un detalle me sorprendió muchísimo, no hubo premiación.  ¿Qué motivó al Municipio de Anapoima el volver al concepto estricto de "encuentro"?  ¿Será que criticaron en altos estamentos el hecho de premiar en versiones anteriores?  No entendí de entrada, de acuerdo.  Debatí de inmediato esta decisión con algunos camaradas y considero que fue demasiado radical la decisión, teniendo en cuenta que muchos grupos vienen desde bastante lejos y que asistieron menos grupos que en anteriores ediciones.

Seguramente la decisión la mantendrán por los dos años restantes que quedan de administración, corriendo con un serio riesgo, consistente en que no vendrán grupos reconocidos a participar del encuentro.  Solo el tiempo lo dirá.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Treinta y uno: Brecha.

Anteayer, una delegación de la Secretaría de Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones de Cundinamarca visitó el municipio donde me encuentro trabajando.  Lo hicieron, porque no encontraron otro día para hacerlo, porque la camioneta que les prestaron en la Gobernación -mucho mejor que las que normalmente les asignan para las misiones, generalmente Chevrolet Vitara- se la daban para ese día, porque debían ir hacia otros dos municipios -a Susa y a Tausa- para aprovechar el tiempo y su misión y porque sencillamente le ahorraron gastos al municipio.  Realmente, habían pedido mi intermediación para que se les prestara una camioneta para venir hasta aquí, al menos tres veces, pero afortunadamente no se gastó ni en combustible, ni en desplazamientos, ni en peajes, ni en nada.

Al parecer, eso no le gustó nada a una funcionaria de este municipio.  Para nada.  El sábado había manifestado que me quedaría ahí a esperarlos y eso hice.  Por la noche, mi jefe llamó a preguntar que pasó, y como él tiene memoria de teflón, le tuve que recordar que al menos tres veces le manifesté que vendrían y el mismo número de ocasiones le dije lo de la camioneta.  La misión fue un éxito para los de la Secretaría, pero no para mí, me sentí entorpecido, molesto y discriminado.  Y esa llamada acentuó más esos tres estados.

Es una pena, pero así no funcionan las cosas.  Desgraciadamente, se abrió una brecha en esta labor y como lo aprendí en Bogotá, uno debe evitar cualquier conflicto.  No es de cobardes evitarlos, es de idiotas caer en ellos.  Solo hago lo mío, hasta donde puedo y hasta donde mi conciencia pueda seguir limpia.  Con ellos, ya sé que no soy de buen recibo en ese lugar gracias a esa persona, que ya ha mostrado con solo una actitud la calaña que tiene.

Lo siento mucho, pero a mí me enseñaron a no estar en un sitio con gente así y ustedes lo saben.

martes, 25 de octubre de 2016

Solo reconozco a diez.

Habiéndose cumplido un año de otra elección local -alcalde y concejales-, decido escribir por qué a este Concejo Municipal elegido por buena parte de nosotros le sobra un miembro, a mi parecer.

Digo "le sobra", porque a pesar de que elegimos once concejales, ese undécimo concejal no debió ser elegido ni premiado con tal distinción.  No diré su nombre, pero es fácil para algunos lectores deducir quién es.

Desgraciadamente muchos paisanos lo han visto como un mecenas, como un salvador de la cultura en esta tierra, cuando realmente es un personaje detestable, peligroso y lo suficientemente hipócrita como para superar todos los apelativos ofensivos que existan en el mundo.  Ni siquiera aquella frase de las monedas de cuero le calza.  Fue director por muchos años el director del Ente Deportivo Municipal de Anapoima y fue él, arguyendo que no soy persona digna para pertenecer al sistema deportivo de Anapoima, quien me vetó tácitamente en el 2013 y en el 2014 para realizar evento deportivo alguno, inclusive intentando obligarme a ejercer una profesión que, como a ustedes lo he hecho saber, no me agrada mucho ejercer en el término inmediato.

Además de eso, él mismo ha fomentado la indisciplina y la arrogancia de algunos elementos dentro del deporte de aquí.  Incluso ha logrado algo peor, fomentar la cultura del "todo gratis" aquí.  Cuando trabajé en otros lugares, le enseñé a la gente que las cosas se consiguen con esfuerzo.  Aquí, todo lo quieren regalado, lo más gratis posible y como si fuera poco, a uno le dicen "su evento tiene que ser gratis" e incluso rayan en el cinismo de no pagar sus obligaciones.

Contra mí la emprendió desde aquel día de Junio del 2008 cuando hizo que mi contrato fuese finalizado y premiando a un pésimo elemento con su renovación de contrato.  Me fui con rabia y con la dignidad mancillada ya que detesto andar encerrado en una oficina y querían ubicarme allá.  Desde ahí, a ese tipo nunca le dirijo la palabra.  Es un falso.  Es un promotor de las injusticias.  No me representa.

Ha hablado muy mal de mí y lo supe a su tiempo.  Quiso desterrarme.  No podrá, tendrá que matarme.  Quiso obligarme a retomar un camino que me dejó muchas tristezas.  No me dejé.  No es más que yo en esta tierra.  Lo he visto expresándose muy mal de mucha gente, incluso de amigos y del Maestro Pedro.  Fue un enemigo acérrimo de mi Banda.  La trató como plato de última mesa.  Lo peor, lo vi arrastrando una bandera mientras la arriaba en un evento, y todos sabemos que es de muy malos modales arrastrar una bandera por el piso.

Tiene ahora un cargo que le queda muy grande para su propia dignidad, ya con lo que he descrito.  No me representa, lo he dicho.  Si Anapoima ha parido malas personas, él entra en la lista.  Nunca saluda y cuando me ve, sigue su camino.  Se supone que es un honorable concejal.  No es ni lo uno ni lo otro.  Nunca lo volveré a tratar, salvo si aprende a valorar su supuesta condición actual.

Maldije esa noche del 25 de Octubre del año pasado.  No pude creerlo.  No puedo creer que este poblado sea ciego y desorientado.  Lo eligieron.  Cuando conformaron la lista de concejales electos, borré de mi mente ese nombre.  Anapoima no merece alguien así.  A los otros, a pesar de que no conozco a todos, al menos los respeto.  Pero a este, por todo lo que hizo, ni siquiera la mención.

Así, solo reconozco a diez.  Solo son diez concejales los que tiene el Municipio de Anapoima, por lo menos durante este cuatrenio.

lunes, 3 de octubre de 2016

La frase del plebiscito.

"¿De casualidad no aparecería en el tarjetón el 'no sé'?
 
 Bueno, ya todos sabemos lo que pasó y lo que no pasó en esa jornada...

domingo, 20 de marzo de 2016

#Parqueocomounimbécil: Reto Anapoima.

Desde tiempos inmemoriables Anapoima ha vivido su propio calvario en cuanto a su propia movilidad y el manejo del estacionamiento de muchos vehículos particulares en el centro de su área urbana y en algunos sitios de especial manejo como lo son el Estadio Municipal y el Templo de Jesús Misericordioso, ambos ubicados en el Barrio Liberia.

Pese a los esfuerzos varios y ocasionales que realizan las autoridades municipales, nunca faltarán en estas temporadas festivas algunos aprovechados y otros cuántos imbéciles parquean sus vehículos en el sentido norte - sur de la Carrera 2, exactamente en la parte que embaldosinó la peor administración municipal de nuestra historia -entre las Calles 2 y 7- y en la recientemente inaugurada obra que continuó con el baldosín desde la Calle 2 hasta la Plaza de Mercado.

Así existan las señales que indican que está prohibido parquear -que sinceramente dan mucha risa por su tamaño- y las excepciones debidamente reglamentadas para las motocicletas, los taxis y un espacio que hay justo abajo de la Concentración General Santander, este poblado seguirá en las mismas y vivirá aquellos días de colapso total cuando la Carrera 2 era el eje vial y social hasta aquella perversa decisión del 2004, donde dimos pena incluso a nivel nacional.  (Sí, tuvimos el descaro de realizar un Concurso de Bandas cuando aún estaban en plena obra de baldosín)

La administración municipal deberá de construir un plan de movilidad -que nunca ha tenido Anapoima- para evitar que el centro se congestione gracias a los muchos turistas que viajan en auto particular y que por falta de información, parquean el carro en la calle como si de cualquier acera se tratase.  Deberá fomentar la construcción de parqueaderos con algún incentivo, y si no se soluciona esto con éxito, no le quedará más remedio que hacer lo que hizo Santa Fe de Antioquia, prohibir el ingreso y el parqueo de cualquier vehículo en su zona céntrica.

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Anoche vi una Toyota Hilux último modelo, particular, parqueado de una forma bastante pintoresca e infame sobre un sitio donde está claramente indicado que solo pueden parquear bicicletas y motocicletas.  Tomé mi teléfono móvil para capturar esa imagen y en ese preciso momento, llegó el dueño del vehículo, lo cual hizo que me arrepintiera de tal acción.  Solo pude decirle "a la próxima, mire el aviso que está ahí, solo pueden parquear bicicletas y motocicletas".

Así como contribuyo a que todo en mi casa funcione como debe, con la movilidad también lo haré.  Es una pena que la Policía y la Alcaldía se hagan las ciegas con este asunto.  Y como el título lo indica, en este poblado abundan imbéciles que por tener auto propio -incluso de alta gama- pueden hacer con las calles que cruzan lo que se les pega la gana.

Esta etiqueta que está por título la encontré gracias a Twitter y a una de sus promotoras, observando muchas cosas de las que he alcanzado a describir.  Espero poder contribuir pronto aquí mismo.

viernes, 18 de marzo de 2016

Decisiones rápidas.

Anteayer, luego de conocer lo del fallo ese en mi asunto contra Cafesalud, también debía ir a un taller con entrevista incluida, para hacer parte de un programa de formación técnica del Servicio Nacional de Aprendizaje (o SENA, como todo el mundo lo conoce).  Me había enterado de tal programa en la convocatoria que cada trimestre realizan los centros que el SENA tiene a lo largo y ancho del país, y como si fuera poquito, ese programa me interesaba, pues tenía que ver con algo de lo poco que puedo hacer para ganarme la otra vida.

Llego a la hora citada y veo que a todos los que se inscribieron no solo en el programa que deseaba cursar sino a todos los programas que ofrecieron aquí, los citaron.  En grupos de a cinco o de a seis personas los hacían pasar al taller-entrevista, y yo, como llegué sobre la hora, decidí esperar a que todos pasaran.

Claro está, que no soporto demasiado esperar demasiado tiempo para que me atiendan en cualquier situación, así que salí de la Casa de la Cultura a buscar merienda y a consumirla, tomándome el tiempo necesario.  Volví allá, pero me senté lo más atrás posible para ver cómo se desarrollaba el asunto.  Poco a poco veía caras, y esa misma decisión, me permitió ver que algo no me estaba gustando.

Sobre las siete, vi que un detestable personaje de la sociedad de aquí se presentó al mismo tiempo que un estudiante del undécimo grado del Colegio Departamental.  Observé detenidamente todo y cuando terminó ese infeliz de realizar su taller, llamé discretamente a uno de los supervisores del proceso, y le pregunto esto:

-Joven, hágame un favor, ¿este señor de sombrero que presentó el taller junto al otro joven donde estaba ese óleo se inscribió al programa técnico?
 
Él responde que sí.  Yo interpelo de esta forma:
-Bien, entonces esperaré mi turno y ya tomaré una decisión.
 
Faltaba muy poco para mi turno respectivo dentro del proceso, eran casi las siete y media de la noche.  Con esa información en la cabeza, no dudé demasiado para decidir.  Cuando fui llamado por los instructores a cargo del proceso les comenté que no deseaba cursar el programa, que me retiraran la inscripción.  ¿Por qué lo hice?  Mostraron mucha extrañeza los instructores de entrada.  Pero, cuando les expliqué las razones, muy válidas y que no son para nada estúpidas dados los antecedentes de ese personaje, supieron comprender.
Yo juré solemnemente en el 2013 que bajo ninguna circunstancia trataría ni compartiría espacio alguno con esa persona.  Y menos en un salón de clase.  No pienso provocar una guerra en un sitio de esos, ya viví una experiencia igual de amarga.  Además, ese tipo, por la dignidad que tiene -de la cual digo y buena parte de Anapoima lo sostiene, que le queda demasiado grande- no ha sido capaz de asumir sus errores y de disculparse.  Si estuviera yo en su lugar, lo primero que haría es resolver todas esas diferencias.  Pero no, ese amargado e hipócrita se cree la vaca sagrada de Anapoima.

Dolió tomar esa decisión, pero fue algo que decidí rápido y sin ninguna pena.  Influyó en parte mi situación actual de salud, sí, pero cuando hay gente así en el entorno de uno, lo mejor es aplicar esa enseñanza sabia de mi profesor de Gerencia Informática en Bogotá cuando me separé de esa horda de cucarachas que tuve por compañeros.

"Hay que evitar los conflictos".