Hoy decidí visitar la patria chica de mis padres y de muchos anapoimunos, el centro poblado de San Antonio de Anapoima.
¿Por qué decidí hacerlo? Hoy tuve día libre en mis labores y el Municipio programó festividades allí, así que tendría un motivo extra para hacer este corto viaje. Les contaré primero cómo se llega hasta allí y cómo es San Antonio, pues muchos de ustedes no conocen lo suficiente sobre esta región.
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San Antonio de Anapoima es uno de los dos centros poblados que conforman, junto al área urbana, las tres "regiones" en las que se divide Anapoima a nivel administrativo. Su historia data desde las épocas del ferrocarril que comunicaba a Bogotá con Girardot, Tolima y el Huila, siendo su estación el punto donde los pobladores de Anapoima debían llegar para abordar el tren que los comunicaría con las poblaciones vecinas y con Bogotá. Por esa misma vía Anapoima comercializaba su producción agrícola, en especial el café, los derivados de la caña de azúcar y el algodón que alcanzó a producirse sobre la época de los cincuenta.
Dista del área urbana de Anapoima cinco kilómetros por carretera, entre regulares y buenas condiciones, por un trayecto bastante curvado y rodeado de laderas, las cuales paulatinamente han dejado de albergar cultivos frutales por la construcción de condominios. Hay servicio frecuente de transporte, cubierto por la Cooperativa Integral de Transportadores de Anapoima, desde las seis de la mañana hasta las nueve y media de la noche todos los días, inclusive con cubrimiento a varias veredas de su área de influencia.
Fue Inspección Departamental de Policía hasta mediados de la década de los noventa, gracias al declive social y económico que vivió desde el abandono de los ferrocarriles por parte del Estado; actualmente es Inspección Municipal de Policía. Sus pobladores actualmente derivan su sustento de la agricultura, de las labores de construcción y de la ganadería. No es ajeno a este poblado el fenómeno de la migración para buscar mejores fuentes de trabajo, muchos sanantoniunos de origen han debido desplazarse en su mayoría hacia la Sabana de Bogotá con este fin.
Aglutina a nivel administrativo a las veredas La Guásima, Palmichera, El Rosario, Santa Ana, Circasia, Lutaima, Santa Bárbara y San Antonio. Posee las oficinas de la Inspección Municipal de Policía, un Puesto de Salud dependiente del Centro de Salud de Anapoima y del Hospital Pedro León Álvarez de La Mesa. Cuenta con una Institución Educativa Rural Departamental que cubre al poblado y a sus veredas dependientes, ofreciendo desde la primaria hasta el grado undécimo.
Por último, San Antonio de Anapoima ofrece uno de los mayores atractivos turísticos de todo el territorio anapoimuno, el Ecoparque El Gaitero, ubicado a unos cien metros de la Institución Educativa Rural Departamental. También cuenta con la Piscina La Estación, el Cerro Cristo Rey y el Río Apulo, este último bajo especiales medidas de prevención. Posee un comercio básico, es posible conseguir productos de primera necesidad, algunos productos de ferretería y construcción y servicios de comunicaciones.
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Solía pasar Navidad y Año Nuevo en San Antonio, en cualquiera de las dos casonas de mis abuelos, por lado y lado, aprovechando uno que otro paseo al río. Donde mi abuela Alicia solíamos disfrutar de unos "sudados" deliciosos, algunas sopas que debíamos consumir enteras, a veces uno que otro postre. Donde mi abuela Elvira solía leer los directorios, degustar una limonada y galletas Caravana. Se pasaba bien, eso sí. Eran tiempos mejores. San Antonio para esos tiempos era la despensa de Anapoima y muchos de mis paisanos lo visitaban incluso para regresar borrachos a casa, máxime cuando las fiestas eran las que mandaban en esta meseta.
Hoy, como en Anapoima, ya no es lo mismo.
Las fiestas se devaluaron terriblemente, ya no asiste la misma cantidad de público. San Antonio es un rincón abandonado. Muchos de sus pobladores jóvenes se entregaron a los vicios del alcohol y del tabaco. No hay opciones de empleo más allá de trabajar como obrero raso. Los pocos que encuentran una oportunidad, deben salir lejos, ni siquiera la misma Anapoima es una opción. Los viejos, poco a poco esperan la hora en la que deben partir de este mundo, con algo de desesperanza y de resignación. A pesar de que ya existe un plantel de Educación Secundaria, el enfoque que se le da a sus estudiantes está distante de la realidad y de la historia propia de San Antonio.
Esta tarde, visité a mis abuelos y conversé con ellos. Están achacados todos. Mi abuelo Francisco, espera con algo de inquietud su control médico para su marcapasos, debe viajar pronto. Conversamos sobre algo de política y sobre su salud. Allá me divertí viendo a los gatos que tienen para su compañía, son muy graciosos. Fui donde mi abuela Alicia y allí también encontré a mi abuelo Jorge. La casona ya fue repartida para sus herederos, mi mamá y sus hermanos, mis tíos y mis tías. Ya se ven algunos vestigios de esa repartición. Se anda más despacio, más apretado, con menos libertad, gracias a esas construcciones y a los "chécheres" que abundan en esos recovecos. Me despedí de ellos y salí por la puerta que da al Estadio, aquella que también daba al viejo camino al río.
Recorrí casi todo San Antonio, visitando calle a calle y reconociendo el "progreso" que trajo la última década de administraciones irregulares en esta meseta, pavimentando lo que fue la carrilera, dejando perder lo que era la estación ferroviaria. El parque está igual como lo conocí, a excepción de los juegos y de la tarima. Algunos negocios desaparecieron, otros llegaron nuevos, como el billar, el supermercado de Don Fabio y los videojuegos. La panadería de Don Fidel y el restaurante de los Hernández aún existen. Una barriada llamada Villas de Santiago aún florece y atrajo bastante población a San Antonio. Un nuevo puente para viajar hasta San Joaquín fue construido recientemente.
Regresé pronto a casa, quería tomarme una cerveza, pero no vi ambiente ni compañías propicias para ese fin. Con mucha nostalgia dejé la patria chica de mis padres y que a su vez es la mía. Cada vez que voy, siento con mucho más pesar que la anterior el abandono a la que está sometido por los dirigentes de turno.
Y así he dicho que allá debo volver no solo cuando pueda. Es mi casa también. Y no solamente con el fin de visitar a mis viejos volveré. Ojalá ustedes tengan el tiempo necesario para visitar este rinconcito que todos los anapoimunos de fe quieren como a su propia familia, los invito de todo corazón.
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