sábado, 16 de marzo de 2019

Treinta: Herencia somnífera.

Don Norman, siempre que venía a casa, pasaba casi todo el día durmiendo, olvidándose de todo lo que lo rodea e inclusive, del mundo mismo.  Yo, el mayor de sus dos hijos varones, de alguna forma, le heredé de cierta forma el dormir por bastante tiempo.

No sé si tenga alguna condición fisiológica que facilite esto, pero cuando quiero dormir, duermo, y no puedo hacerlo por poco tiempo.  Necesito muchas horas para dormir.  Me canso con alguna facilidad -y eso que hago todo lo posible por resistir sin quejarme- y en ocasiones, ciertas situaciones que me estresan demasiado, me obligan a guardar algo de reposo.

Esta semana, como lo había contado, fue difícil.  Hoy tuve el momento perfecto para dormir hasta donde los pendientes dejaran.  Muchas horas, por supuesto.  Hasta pasado el mediodía dormí.  Escuché a ratos el Clásico Antioqueño y me fui a intentar arreglar un portátil que me sacó canas verdes.  De resto, solo ver y sentir cómo el frío y la lluvia eran las perfectas acompañantes de este día.

Esta curiosidad fisiológica es otra gran herencia familiar, pero podría costarme algún problema de salud y por lo pronto, debo ver cómo el conocimiento médico me orienta en situaciones como esta.  De todas formas, ¡qué legado me han dejado al gustarme dormir! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si viene aquí a comentar, que sea para eso, no para armar pleitos. Si viene a otra cosa, váyase para su casita y deje que otros que sí tengan voluntad de comentar correctamente lo hagan.