Había decidido, por temas económicos, no viajar con frecuencia desde mi sitio de trabajo hasta Bogotá o hasta mi casa, considerando además lo de la maestría. Y por esa última razón, quizá pensando en no quedarme encerrado en mi cuarto por demasiado tiempo, decidí también apuntarme para conformar el grupo docente que trabajaría con los adultos.
Aquí, por las dificultades de la distancia entre el colegio y las veredas, no es posible conformar grupos nocturnos, como en Anapoima. Tampoco se puede los sábados, pues es el día de mercado en el casco urbano y muchos deciden desplazarse como mínimo, hasta el caserío para realizar sus compras. Dadas las circunstancias, en estas montañas se estudia los domingos.
Hay un grupo muy pequeño, pero dispuesto a quebrantar las barreras que les ha impuesto la sociedad al marginarlos por no poder estudiar como lo hubiesen deseado en su juventud. Hace dos semanas, se iniciaron las clases con un impresionante frío que no impidió que el grupo se presentara a las ocho de la mañana para continuar con su formación. Hoy, el clima fue más benévolo, siendo un presagio para lo que se viene en cuanto a las temporadas, pero tampoco fue impedimento para que buena parte del grupo cumpliera con su deber.
Siento que es más fácil trabajar con ellos que con los jóvenes de la modalidad tradicional. Son más dispuestos, son más receptivos, son más considerados con la labor, y algunos -debería decir, algunas- miran con buenos ojos el conocimiento práctico que les puedo transmitir. No puedo trabajar con ellos tanto contenido teórico que se puede diluir con el tiempo, y eso también lo aplico con los jóvenes. Quiero que aprendan a digitar con propiedad y que siempre que necesiten redactar una carta, no se desesperen ni pagar a otras personas para que les hagan tales tareas.
Así, se eliminan las barreras que separan a la pobreza de muchas comunidades del conocimiento que muchos poseen y ostentan como si fueran tesoros intocables. Esa es la esperanza de todos, mi esperanza, que esta sociedad donde me he vinculado pueda ser mejor cada día y pueda salir del ostracismo en el que la han ubicado los líderes políticos y sus propias carencias.
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