Entre ayer y hoy, se fue todo el grueso de turistas que visitaron esta meseta durante esta temporada . Desde ayer, porque el susto que muchos han vivido con los trancones de las vías de ingreso a Bogotá era suficiente imagen para sus visiones, y hasta hoy, porque era justo y necesario disfrutar de la Semana Santa al completo.
Salí muy varias veces de casa durante el día. La primera, en la mañana, donde alcancé a observar las ceremonias religiosas del día tanto en mi barrio como en el centro. La segunda, pasado el mediodía, alcanzando a notar algo de tráfico y una reinante vuelta a la normalidad.
Después de observar el partido entre Nacional y Deportivo Cali, volví a salir de casa, por una última vez en el día. Me sorprendió la soledad reinante del entorno propio de la carretera que conduce a Bogotá. Pocos autos, algunos buses, otros tantos vacíos y en búsqueda de pasajeros. Los turistas decidieron de una vez por todas irse temprano a casa. Lo visto en las noticias durante el día confirmó todo.
Lo cierto es que después del éxodo, viene la soledad, porque así pasó la noche esta meseta, sin muchas personas en sus calles. Y después de la soledad, vuelve la acostumbrada normalidad que siempre ha mantenido Anapoima por muchos años.
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