jueves, 17 de marzo de 2016

Retando al paro.

Ayer recibí de parte del juzgado local una noticia que esperaba pasada la Semana Santa, el fallo de una acción de tutela en contra de Cafesalud para que me liberasen de mi afiliación y poder realizar todo el trámite que requiero para un procedimiento de salud que reviste suma urgencia.  Con el fallo en mi poder, la decisión de viajar era pronta y en la misma noche decidí que hoy viajaba.

Madrugué lo suficiente, viajando en el primer móvil que saldría de casa con destino Bogotá de la que ya no será mi empresa favorita, llegando sobre las seis y veinte de la mañana.  ¿Cuál era la idea?  Llegar lo más temprano posible a la Calle 73 con Carrera 11, donde están ubicadas las oficinas administrativas de Cafesalud.  Sobre las siete llegué a ese sector, durante un recorrido que cruzó por Corferias y la Calle 45, para llegar a la Carrera Séptima y dejarme a dos cuadras del Templo de La Porciúncula.  Me recibió una lluvia bastante pertinaz y debí refugiarme en un Dunkin' Donuts que está frente a ese templo.

Esperé a que la lluvia amainara y radiqué rápidamente la notificación del fallo, para luego partir hacia el trabajo de mi hermano y dejarle una fruta que Doña Myriam le envió.  Conversamos durante unos cinco o diez minutos, salí inmediatamente hacia Salitre Plaza para comprar algo de mercado que requería y llegué al Terminal con algo de indecisión.

Quería regresar a casa por Mesitas del Colegio, pero no viajando en la Cooperativa Tequendama como acostumbro, quería hacerlo por Flota La Macarena, pero no hubo vehículo.  Tampoco en Velosiba o en Cooveracruz.  Podía haber viajado inmediatamente, quizá eran las diez, pero recordé que podía adelantar algo que tenía pensado hacer después del festivo o de la misma Semana Santa.  Lo hice y sin miedo, quería dejar clara una cosa y dejar la posibilidad de cerrar bien la puerta.
 
Regresé a mi Módulo -el 2- por si acaso estaba alguien de esa empresa que sí estimo para poder transportarme, pero alcancé a ver por una caligrafía que no estaba, que estaba otro mal elemento con el cual tuve un encontrón bastante feo y que por ello prefiero no tratarle.  Decidí volver al Módulo 1 y comprar tiquete en la Tequendama hasta El Triunfo.  ¿Por qué lo hice?  Fácil, debía ir hasta el juzgado en el centro para dejar el radicado de la notificación del fallo y así regresar sin pendientes a mi casa, así que me fui por esa ruta y en El Triunfo tomé el campero que me dejaría en todo el centro de Anapoima.  Sobra decir que la atención por parte del auxiliar del móvil de la Tequendama que me transportó no fue buena.

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Hoy también el país vivió una jornada importante, pues buena parte de los sindicatos obreros protestarían por las calles de varias ciudades por la actual situación del país.  Temía, por lo que había escuchado en las noticias, que los camioneros hicieran de las suyas y trancaran el ingreso a Bogotá por la Calle 13, afortunadamente no sucedió.  También temía que en el sector donde debía estar, algunos elementos de la Universidad Pedagógica se unieran al paro a su manera, por eso fue fundamental salir rápido de la diligencia y del sector.  

Escasamente vi la preparación de la protesta por parte de los sindicatos del Acueducto de Bogotá en su sede, frente a Corferias.  No vi nada más por ahí.  Tuve mucha suerte.  La lluvia que reinó en esa mañana bogotana ayudó mucho.  El país, aparte de ese paro, estaba pendiente de lo que sucedía en La Haya respecto a las demandas territoriales de Nicaragua.  Escasamente supe algo de esas noticias, apenas el acostumbrado vandalismo por parte de algunas escorias.  Lo cierto es, que como suele suceder, el Estado nunca le pondrá atención a lo que piden los obreros para al menos, paliar la triste realidad de este país.

Así reté al paro nacional.  Salí avante.  Espero, eso sí, que las diligencias realizadas den frutos.  Y así también narro mi última experiencia de viaje continuo a Bogotá, gracias a lo que he contado anteriormente.

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