jueves, 31 de marzo de 2016

Azules contra verdes.

Hoy se jugó un partido pendiente por la novena fecha, el cual originalmente estaba programado para el doce o el trece de este mes que termina, pero por una situación insalvable para el club visitante llamada Copa Libertadores de América, se tuvo que aplazar.

El Estadio Nemesio Camacho "El Campín", la majestuosa casa del fútbol profesional colombiano desde sus inicios, y la cual alberga a dos clubes que han hecho buena parte de la historia en cuanto a títulos dentro del profesionalismo, era el escenario de este partido.  Millonarios era el local.  Atlético Nacional, el club colombiano de mis amores, por supuesto, fue el visitante.

Estos dos clubes, no tenían una rivalidad fuerte hasta 1989, el año donde Nacional logró su Copa Libertadores, eliminando en una tensa y polémica serie de cuartos de final a Millonarios.  Rondaba el nefasto entorno del narcotráfico, del cual prefiero no hacer precisión alguna, pero que hasta el día de hoy, es arma para atacarse entre algunos hinchas que extrapolan el aspecto deportivo a otros aspectos del diario vivir en este país.  Siendo así, y conociendo algunos desmanes que han protagonizado algunos mal llamados hinchas, los hinchas verdolagas no podrían ingresar a El Campín.

Algunas personas del común, sin necesidad de portar camiseta alguna, simpatizando a su equipo desde el corazón, pudieron ingresar, pero con una evidente discriminación, consistente en que algunos otros mal denominados hinchas, "invitaron" a salir a un padre de familia junto a sus hijos por no portar una camiseta de Millonarios.  Qué infamia.  ¿Cuándo aprenderán esos individuos que el fútbol no se califica por las camisetas?

Pasemos a lo que realmente interesa, el partido.  No habían transcurrido quince minutos y Nacional pudo ganar el partido con tres oportunidades clarísimas, una de Jonathan Copete que cerró bien Nicolás Vikonis y dos tiros que salieron desviados del palo derecho del mismo portero por parte de Marlos Moreno.  Millonarios poco a poco despertaba y logró encontrar un hueco en la defensa verdolaga que no pudo aprovechar correctamente David MacAllister Silva.  Así, con el marcador en cero y una aparente igualdad finalizó el primer tiempo.

Llegó el segundo tiempo y Nacional dejó que Millonarios lo presionara hasta la línea de su propia meta, por lo visto.  Y en una de esas presiones, Alexis Henríquez, un experimentado defensa, quiso tocar en vez de patear lo más lejos posible el balón, lo pierde con Maximiliano Núñez, quien llega hasta la línea de fondo, pasa el balón descuadernando la defensa y Silva, quien ya había encontrado la falla, fusila por bajo a Franco Armani.  Primer gol y algarabía de los hinchas azules en su estadio en el minuto 56.

Ocho minutos después, Francisco Nájera, otro defensa experimentado -y que conoce la plaza- comete el mismo error que Henríquez, se deja presionar y no revienta el balón rápido, se lo cortan en el intento, Michael Rangel evita que el balón traspase la línea de fondo, cruza rápido y Silva, ante la marca insípida de cuatro verdolagas, fusila de nuevo a Armani, esta vez por alto.

Nacional quedó frío e incapaz de sobrellevar esos golpes.  Víctor Ibarbo, seleccionado nacional, cayó en las provocaciones de los jugadores azules y se hizo expulsar de una forma demasiado imbécil dada su categoría.  Con ello, el Verde terminó de desdibujarse en la cancha y por poco recibe el tercer gol gracias a que un disparo de Rangel termina en el horizontal de la portería que defendía Armani.

Pocos instantes después, Luis Carlos Ruiz, en una increíble galopada, intenta colgar a Vikonis, pero el uruguayo alcanza a detener el balón, se le escapa, y Orlando Berrío, cabecea sin oposición y descuenta el marcador en ese gris partido .

Los hinchas verdolagas en Anapoima, como yo y como buena parte de mis paisanos, terminamos muy decepcionados por el juego que mostró Nacional en Bogotá.  Nunca pensamos que un equipo, que para muchos se ha visto muy rústico y de pocas ideas en ataque, pudiera golpearnos así.  Pero, bueno, así es el fútbol y la próxima fecha habrá algún desquite.

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Deseaba mucho ver ese partido, porque, primero, es uno de mis anhelos, y segundo, se me facilita un poco el viaje, a pesar del horario.  Es una pena que algunos pésimos elementos para la sociedad mal llamados "hinchas" pasen por encima de los clubes, de las autoridades y de las demás personas para evitar que personas que no simpaticen con ellos, ingresen a un estadio para disfrutar por dos horas un sano espectáculo.

En esa fría noche de jueves, supe por todos lados que la hinchada de Millonarios, sean barrabravas o sean personas normales y que hacen algo bueno por esta sociedad, deseaba este partido como cazador a su presa.  Y siempre ha sido y será así.  Millonarios siempre verá a Nacional como su rival más enconado fuera de su vecino de patio, Santa Fe.  Desde aquella Libertadores de 1989 y las polémicas que han cubierto a ambos equipos, las acusaciones nunca han parado.

No me gusta usar tales acusaciones porque eso es capítulo pasado, porque nos afectó a todos y porque para mí lo único que interesa realmente es lo que suceda en la cancha.   Hoy ganó Millonarios, contrario a lo que deseaba.  Sus hinchas están muy felices, incluyendo mis amigos que simpatizan con ese equipo.  Se burlarán de mí, pero lo minimizo, es simplemente fútbol, así como de vez en cuando me burlo -y en tono de chanza, nunca en término extremo- de mis amigos que tienen la mala fortuna (?) de vestir esa camiseta en ciertos días.

Yo me iré a descansar, decepcionado, pero sabiendo que mi Nacional recompondrá el camino y mejorará no solo para sus restantes partidos en la Liga, sino también para el anhelo que todos los hinchas verdolagas tenemos: Conseguir la Copa Libertadores de América.

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