jueves, 24 de marzo de 2016

Patrioterismo barato.

En la tarde de hoy, observé el partido entre las selecciones de fútbol de Bolivia y Colombia por la Eliminatoria Sudamericana al Mundial de Rusia a realizarse en el verano del 2018.  El primer tiempo lo observé en casa; el segundo, en la cafetería anexa al supermercado que hay en el parque de este poblado.  No quise verlo en un bar, aparte de que estaban lo suficientemente llenos, odio juntarme con borrachos.

Cuando Bolivia anotó el segundo gol, el cual celebré moderadamente -por supuesto, y ustedes saben por qué-, un pendejito de los que abundan en cualquier caserío, y el cual me carga mucha bronca porque lo he callado y con argumentos, intentó buscarme pelea con el argumento más estúpido que he escuchado en más de treinta años de vida:

"Venga y le enseño a respetar a Colombia"
 
No sabía si reírme a carcajadas o levantarme de la mesa en la que estaba yo ubicado en ese momento.  Hubiera sido muy correcto reírme a carcajadas y que todos ahí escucharan, diciéndole de paso: "¿Este huevoncito me va a enseñar a respetar, si no es capaz de respetarme ni a comportarse como un hombre de bien?"
No hice nada, solamente atiné a decir:

"Muéstreme la Constitución y la parte donde dice que debo apoyar a ese equipo"
 
Se quedó callada la escoria esa.
Y muy clarito sé que no está consignada en ninguna parte de la Constitución la obligación de apoyar a la selección masculina de fútbol.  Sé que por lo consignado en ese libro, que algunos cuantos la perratean como si fuera servilleta, debo respetar los símbolos patrios, a los cuales nunca fallaré, contrario a lo que hizo un actual concejal de aquí que arrastró una bandera -no recuerdo cuál fue, pero lo hizo- como vil trapo en un evento cultural que se realizó hace algún tiempo.  Y que yo sepa, la selección de fútbol no es un símbolo patrio.

Problemas más graves afrontan este poblado, mi departamento y mi país como para que me desvele la celebración por ver a una selección de fútbol que no me convencerá ganar sus partidos y clasificar a un Mundial, si es que lo logran.  Ojalá el grueso de habitantes de este país valore qué hace celebrando así eso, en vez de deplorar con la misma magnitud la corrupción que impera en cada rincón de este territorio y tantos crímenes que nos han dejado sin recursos y sin algunos de nuestros hermanos.

Ganó la selección en los últimos minutos, sí.  Sonreí un poco, porque el fútbol es un deporte y como deporte se tiene que quedar lo que pasó allá en Bolivia, resultado incluido.  Hubo gente que me dijo que estuviera tranquilo, lo agradecí y acoté de paso que esto solamente es un deporte y lo que suceda ahí se queda ahí; hasta me preguntaron quién era ese pendejito.

Y con esta reflexión que va dirigida a ese pendejito y a muchos de mis paisanos que creen que así borramos todo lo que hemos vivido en poco más de veinticinco años, me despido.

"Por personas como esas, y pensamientos como esos, Anapoima no ha podido progresar en un cuarto de siglo y dudo mucho que podamos hacerlo"

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