miércoles, 16 de marzo de 2016

"Yo no vivo del que dirán".

¿Saben por qué titulé esa frase entre comillas?

Sí, porque es un dicho muy popular, y porque de paso, es una mentira más grande que la Piedra del Peñol.

Todos vivimos del qué dirán.  No mintamos.  Que reaccionamos distinto frente a los halagos, a los chismes, o a las malas palabras que nos dicen, es verdad.

No lo neguemos, queremos matar por dentro cuando alguien nos ofenden.  Otros, como yo, respondemos de inmediato, y si no lo sabemos manejar, generamos un gran problema.  A los halagos hipócritas, a veces también se desea "matar y comer del muerto"; a los sinceros, muchas veces los recibimos con agrado, en otras minimizamos la emoción.

Por mi parte, yo sí vivo del qué dirán y lo reconozco.  Mi imagen es reflejo de mi moral, de mi sentimiento y de cómo hago mis cosas, serias y consecuentes.  Así me digan todo lo contrario algunas personas, sé que esas algunas viven y vivirán del objeto que predica esa frase.  No oculto mi decepción, ni mi rabia, ni mi tristeza cuando veo o escucho algo que me afecta.  No crean que paso todo eso por alto, nunca lo paso, ni siquiera mis errores.

Así, desvirtuando esa frase, valoro cada vez más a la gente por lo que es y me cuido de no juzgarla, no soy Dios para ese fin. Y así como lo planteo, cada uno vivirá del qué dirán a su propia manera.

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