jueves, 3 de febrero de 2011

Melgar y el camino al caos.

Por esas fechas que correspondían a mediados de enero de este año, se me ocurrió escaparme un momento hacia una esquina, digamos que la suroccidental, de mi departamento. Me refiero a la Ciudad de Las Acacias, Girardot, pero no fui allá a visitarla, quería hacer conexión a otro destino al que no iba desde hace mucho tiempo.

Sí, me refiero a Melgar. Un municipio tolimense, considerado por muchos como el "Barrio Caliente de Bogotá". Dicen que también posee un récord de albergar la mayor cantidad de piscinas en el mundo. Con todo eso y un montón de ideas que corroboré en las pocas visitas que hice a ese municipio -todas durante mi etapa universitaria- decidí ir, sin pensarlo dos veces.

Noté que el Melgar que conocí hace varios años no es el mismo de ahora. Me acuerdo que el colegio lo estaban remodelando, ya está listo. Me acuerdo que el actual Palacio Municipal -lo llaman "Centro Administrativo"- también estaba en obra gris. Y que el desorden en la Vía Panamericana formado por los vehículos de servicio público seguía ahí.

Al llegar, decidí caminar un poco hacia el oriente, y me encontré un local de El Corral, cadena que suelo frecuentar cuando hay plata y estoy fuera de casa. Allá fue mi almuerzo. Salí y remonté calles hacia el centro y buscar la casa de un buen compañero que tuve en la universidad, con el cual conversé un buen rato, no sabía nada de él desde que me fui para Bogotá y se estaba recuperando de un gravísimo accidente en motocicleta.


De la casa de mi compañero, salí al centro nuevamente, esta vez, con la cámara en la mano, y a tomar fotos, visitando el Parque, recorriendo la Vía Panamericana, observando un típico trancón vehicular al cruzarla. Fueron pocas, pero eran las que necesitaba para guardar un buen recuerdo. A eso de las cuatro y media de la tarde, decidí emprender el regreso hacia Girardot.

Ya en casa, durante esta semana me entero de una situación grave que sucedió allá. La gente, enardecida, decidió bloquear la Vía Panamericana porque el servicio de agua potable se encontraba suspendido durante varios días, según las versiones de la gente. Según la Alcaldía y de los prestadores del servicio, el servicio se vio afectado por una falla en la fuente principal de agua (el Río Sumapaz) y el agua que suministra la segunda fuente no era suficiente para todos, así que algunos sectores de Melgar no tuvieron agua por algunos días. El ESMAD tuvo que intervenir para dispersar la protesta.

La situación se agravó, del bloqueo y de la protesta pacífica se pasó al vandalismo, algunos desadaptados se armaron de piedras y ladrillos y la emprendieron contra la oficina del Banco de Bogotá, contra el Centro Administrativo y contra algunos locales comerciales, que fueron saqueados. No tuvo más remedio la Alcaldía que decretar el toque de queda ese día para evitar más disturbios. Y esto destapó una gravísima situación en el manejo del servicio de agua en Melgar.

Hace unos años, Melgar entregó la administración de este servicio público a una empresa privada, la cual, según su alcalde, no ha cumplido con el objetivo. Aún así, las entidades de control están investigando sobre situaciones de años atrás y han encontrado muchas inconsistencias en obras de acueducto y alcantarillado. Y desgraciadamente, Melgar ha sido víctima de pésimas administraciones, que han defraudado a sus habitantes y se han apropiado de los recursos públicos, y obviamente, que no han buscado mejorar la infraestructura que poseen para mantener a los turistas, que siempre están cada fin de semana.

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