lunes, 30 de junio de 2014

Adiós, Junio.

Y se fue este semestre también, con dos puentes festivos consecutivos...

No fue la mejor despedida de mes y de semestre, se tuvo que luchar y pagar platos rotos hasta tarde en el trabajito.

Aún no hay noticias del DANE y me estoy desesperando.  Hace dos meses me capacitaron en Bogotá y esta es la hora que aún no sé si se realizará pronto el Censo Agropecuario.  De todas formas, mi tiquete en ese vehículo está asegurado.

Decidí hacer a un lado el trabajo que me afectó mi salud, porque fui testigo de una discusión muy estúpida por los datos que deberían cargarse en el sistema; eso para mí denota mucha improvisación y me indigna.  No sé cuándo iré a arreglar el tema económico, tengo vergüenza de ir a ese sitio, pero debo hacer de tripas corazón y cobrar algo, ni mi salud ni mi bolsillo se recuperan solos.

También me enteré de una triste noticia que afecta mi visión, pero no la compartiré ahora, no quiero que se espanten.  De todas formas, hay una remota opción y ya tengo una orden médica para unas sesiones específicas que me permitirán valorar una segunda operación quirúrgica.

He de pensar en mi mamá, en pocos días cumple años y la edad que cumplirá no es de todos los días.  Gracias a eso, para bien, cierto plan arriesgado que tenía debió aplazarse, pero me da más tiempo para pensar las cosas con calma.  Además, debo arreglar algunas cosas de mi vestimenta habitual.

Voté en la segunda vuelta, donde mis paisanos demostraron que están cansados de los líderes políticos que tienen.  Falta ver que lo demuestren en las elecciones del 2015, ojalá mantengan la coherencia.

Llega Julio.  El mes de la Independencia, el mes de la fiesta patronal.  Se acaban las vacaciones.  Y yo, sigo buscando estabilidad en este camino...

sábado, 21 de junio de 2014

"Tren al sur"

Hablar de Los Prisioneros, es hablar un poco de la historia del rock latinoamericano.  Este grupo chileno, cuya cabeza visible es Jorge González, dejó un gran legado gracias a sus canciones, que podían ser clasificadas perfectamente dentro de un contexto sociopolítico.

La canción que compartiré hoy, hace parte del álbum "Corazones", último álbum del grupo antes de su primera separación.  La letra, tiene un alto componente autobiográfico, pues narra un viaje de Jorge González al sur de Chile, en un tren; González declaró en una entrevista que una relación sentimental bastante tortuosa le motivó también a escribirla.  Fue votada como la séptima canción del rock latino de todos los tiempos.

¡Aquí va la canción!



"Siete y media de la mañana,
mi asiento toca la ventana.
Estación Central, segundo carro
del ferrocarril que me llevará al sur."

"Ya estas tierras van andando
y mi corazón esta saltando
porque me llevan a las tierras
donde al fin podré de nuevo
respirar adentro y hondo,
alegría hasta el corazón, ¡ah-ja-ja!"

"Y no me digas 'pobre'
por ir viajando así,
no ves que estoy contento
no ves que voy feliz."
"Doce y media de la mañana,
el olor se mete en la ventana,
son flores y animales, que me dicen:
'bienvenido al sur'".

"Yo recuerdo a mi papito
y no me importa estar solito
porque me llevan a las tierras
donde al fin podré de nuevo
respirar adentro y hondo
alegría hasta el corazón.
¡Respirar adentro y hondo
alegría hasta el corazón!"

"Y no me digas 'pobre'
por ir viajando así
no ves que estoy contento
no ves que voy feliz
viajando en este tren,
¡en este tren al sur!"

"¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!
¡Tren al sur!"

sábado, 14 de junio de 2014

"¿Equivocado estoy?"

Nico & Vinz es un dúo de músicos noruegos, de ascendencia africana, formado en el 2010.  En un principio, se denominaban "Envy", y para evitar confusiones con nombres similares en otros mercados musicales, decidieron cambiar su denominación por la actual, a la vez que firmaban con Warner Bros. Records.  Sobra decir que Nico Sereba y Vincent Dery aportan sus nombres al nombre de este dúo.

En el 2013, presentan la canción que voy a compartir, "Am I Wrong", que a su vez fue compuesta entre el 2012 y el 2013.  El video fue grabado en Botswana y ha llegado a los primeros lugares de varias listas nacionales, destacando sendos primeros lugares en los Países Bajos y en Nueva Zelanda.

Aquí va la canción:



"Am I wrong for thinking out the box from where I stay?
Am I wrong for saying that I choose another way?
I ain't trying to do what everybody else doing,
just cause everybody doing what they all do.
If one thing I know, I'll fall but I'll grow,
I'm walking down this road of mine, this road that I call home."

"So am I wrong?
For thinking that we could be something for real?
Now am I wrong?
For trying to reach the things that I can't see?
But that's just how I feel,
that's just how I feel,
that's just how I feel,
trying to reach the things that I can't see."

"Am I tripping for having a vision?
My prediction: I'ma be on the top of the world.
Walk your walk and don't look back, always do what you decide,
don't let them control your life, that's just how I feel.
Fight for yours and don't let go, don't let them compare you, no,
don't worry, you're not alone, that's just how we feel."

"Am I wrong? 
(Am I wrong?)
For thinking that we could be something for real?
(Oh yeah, yeah, yeah, yeah, o-oh)
Now am I wrong? 
(Am I wrong?)
For trying to reach the things that I can't see?
(Oh yeah, yeah, yeah, yeah, o-oh)
But that's just how I feel,
that's just how I feel,
that's just how I feel,
trying to reach the things that I can't see."

"If you tell me I'm wrong, wrong,
I don't wanna be right, right.
If you tell me I'm wrong, wrong,
I don't wanna be right.
If you tell me I'm wrong, wrong,
I don't wanna be right, right.
If you tell me I'm wrong, wrong,
I don't wanna be right."

"Am I wrong?
For thinking that we could be something for real?
Now am I wrong?
For trying to reach the things that I can't see?
But that's just how I feel,
that's just how I feel,
that's just how I feel,
trying to reach the things that I can't see."

"So am I wrong? 
(Am I wrong?)
For thinking that we could be something for real?
(Oh, yeah, yeah, yeah, yeah, o-oh)
Now am I wrong? 
(Am I wrong?)
For trying to reach the things that I can't see?
(Oh, yeah, yeah, yeah, yeah, o-oh)
But that's just how I feel,
that's just how I feel,
that's just how I feel,
trying to reach the things that I can't see."

viernes, 13 de junio de 2014

Caras veo.

Estación Ricaurte de Transmilenio, Bogotá, Martes 10 de Junio del 2014.

Era una tarde muy gris.

Llegaba a esa estación, después de realizar una diligencia médica en la Autopista Norte con Calle 100.  Salí algo pronto de ese asunto, así que aproveché el tiempo para pegar unas láminas del álbum de este Mundial , las cuales conseguí con algo de esfuerzo, en un Colsubsidio que estaba cerca de mi presencia.  Claro, también compré algo para merendar.

Las pegué, hice tiempo y a eso de las tres y media, decidí devolverme a la Estación Calle 100, una de las más congestionadas del sistema Transmilenio.  Hace algún tiempo, habilitaron una segunda entrada a esa estación, con torniquetes incluidos, con la diferencia consistente en que en esa entrada no hay taquillas, es una entrada rápida para aquellos que tienen saldo en sus tarjetas.  Por ahí ingresé y esperé pacientemente mi articulado.

Decidí abordar el G5, la ruta corriente que viene desde la 170 y termina su recorrido en el Portal del Sur.  No me había percatado de que esa ruta hacía un ligero tránsito por la Calle 80, en específico, por las estaciones del Polo Club y de la Escuela Militar.  Bueno, no me quejé demasiado y continué, hasta llegar a la estación de la Universidad Nacional, donde haría un breve descanso y cambiaría de ruta, esta vez, por una "directa", la G12, que me dejaría en dos paradas en Ricaurte.

Allá llegué, sobre las cuatro y diez.  Tenía que esperar a la persona con la que necesitaba encontrarme, por un buen rato.  Varias llamadas debí hacer, aún estaba lejos de ese destino.  Y aquí es donde realmente inicia mi historia.

La Estación Ricaurte, es una de las estaciones más grandes de Transmilenio.  Realmente, es una estación de intercambio, pues conecta, sin necesidad de trasbordar, dos troncales, la Calle 13 y la Carrera 30 -o Avenida Ciudad de Quito-.  Para realizar esa conexión, los pasajeros deben cruzar por un túnel subterráneo.

Veo mucho movimiento, gracias a la importancia que tiene esta estación.  Me ubiqué en la salida del túnel, en los vagones que están ubicados sobre la Carrera 30, para esperar a mi contacto.  Empiezo a ver gente presurosa, gentes de todas las edades, de todos los estratos sociales, de todas las razas que hay en este país, de todas las creencias políticas y religiosas, con discapacidad, sin discapacidad, en fin...  Todos, con el mismo fin, llegar a sus destinos, bien sea en el sur, en el centro, en el occidente o en cualquier otro punto cardinal de Bogotá. 

Sigo esperando, con algo de impaciencia, mientras observo algunos rostros.  La tranquilidad, la manejan a su manera.  Unos la disimulan, otros no pueden ocultarla.  Algunos corren, otros caminan presurosos.  Habrá alguno que disfruta, con total parsimonia y relajación, de su recorrido.  Todos logran abordar su ruta, quizá con cierta presión e incomodidad por la saturación propia del sistema.  Sigo observando rostros, para ver si encuentro algún conocido, solamente encontré a alguno que me distinguía en alguna etapa de mi vida, quizá en casa, quizá en algún otro lugar; lo saludé y él devolvió el saludo.

La impaciencia se estaba apoderando de mí y quería irme pronto de esa estación, se acercaba poco a poco la hora pico.  La estación se estaba abarrotando, ya que a esa hora, suelen salir muchos trabajadores de sus labores diarias.  Sigo observando rostros y sus expresiones, ahora un poco más apuradas.  Supongo que quieren evitar cualquier congestión, cualquier problema.  También me preocupaba un poco que alguien pensara que fuera un sospechoso de cometer alguna infracción en esa estación, pero para mi fortuna, estaba quieto y no me moví demasiado de mi lugar.  Aparte de eso, el frío empezaba a congelarme los huesos, pero no quería abrigarme, quería soportar el clima reinante en estas tardes.

Por fin había llegado mi contacto.  Traía algo para mí, más cosas para coleccionar.  Yo debía traer otras partes que él requería.  El trueque se consumaba.  Yo le debía algo a ese contacto, así que en cierta forma, debía compensar colocando más de mi parte.  Quedamos en paz, era la idea.  Nos despedimos, y cada uno cogió por su camino.

Debía cruzar el túnel subterráneo para ir a los vagones de la Calle 13 y buscar mi ruta, la que me llevaría a la Universidad Piloto.  Mientras tanto, seguí pensando en todos los rostros que vi.  ¿Siempre tendrían afán de llegar?  Seguramente.  ¿Llegarían sanos y salvos?  Eso espero.  ¿Seguirán soportando las incomodidades propias de este sistema?  Por supuesto, hasta que haya un mejor servicio.

Esas imágenes son las que uno ve todos los días, no solo al viajar en un articulado de Transmilenio, sino en cualquier sistema de transporte urbano en el mundo.  Las he visto por más de quince años, el tiempo que llevo frecuentando Bogotá por diversas razones.  Las seguiré viendo, en mi caso, cuando deba volver a Bogotá, en una semana y media aproximadamente.  Y si la suerte sonríe, podría seguirlas viendo por mucho tiempo más.

jueves, 5 de junio de 2014

"Deteniendo los años"

Simply Red fue una banda británica liderada por Mick "Red" Hucknall, quien a su vez fue el único miembro fijo de la agrupación.  Esta banda de soul, tuvo fuertes influencias del jazz y del rock, pasando por el reggae y otras variaciones del soul, estando en actividad por veinticinco años, desde 1985 hasta el 2010.

En 1985, lanzaron el disco "Picture Book", en el cual se incluye la canción que voy a compartir, "Holding Back the Years", séptima pieza del citado disco.  Hucknall, con la colaboración de Neil Moss, escribió la canción cuando tenía diecisiete años, mientras vivía en casa de su padre, inspirado en la partida de su madre de ese hogar cuando tenía tres años; el coro de la canción no fue escrito hasta algunos años después.  Finalizó siendo una de las dos canciones de Simply Red que alcanzó un primer lugar en los listados de Billboard en los Estados Unidos.



"Holding back the years,
thinking of the fear I've had so long,
when somebody hears,
listen to the fear that's gone.
Strangled by the wishes of pater
hoping for the arms of mater
get to me the sooner or later"

"I'll keep holding on,
I'll keep holding on."

"Holding back the years,
chance for me to escape from all I've known,
holding back the tears
'cause nothing here has grown.
I've wasted all my tears,
wasted all those years,
and nothing had the chance to be good,
nothing ever could yeah."

"I'll keep holding on,
I'll keep holding on,
I'll keep holding on,
I'll keep holding on.
So tight..."

"I've wasted all my tears,
wasted all of those years,
and nothing had the chance to be good,
'cause nothing ever could oh, yeah..."

"I'll keep holding on,
I'll keep holding on,
I'll keep holding on,
I'll keep holding on.
¡Holding, holding, holding...!"

"That's all I have today,
it's all I have to say."

martes, 3 de junio de 2014

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte VII)

Es hora de finalizar esta historia conmemorativa.  Aquí vamos:

Epílogo

Había finalizado la tarea, pero el año que seguía, el 2006, no traía tantas buenas noticias.  En ese año, se realizó el Censo Nacional de Población en este poblado, quise participar, pero me retiraron de ese operativo porque debí viajar el día en el que se realizaba una capacitación.  Para esos días, también entregué todos los documentos correspondientes y definitivos de mi proyecto, ya corregidos y listos para quedarse en la biblioteca; allá están, comiendo polvo y olvidados hasta por este servidor.  En Junio de ese año, sucedió esto, lo que correspondía a la recompensa final por tanto sufrimiento.

Solo he tenido una oportunidad laboral en mi profesión, aunque con la odiada modalidad del contrato por prestación de servicios, con la Alcaldía Municipal, hace siete años.  Con el primer pago que hicieron, pagué mi tarjeta profesional, aquella que en varias ocasiones he deseado devolver.  Además, en ese año, decidí involucrarme con el tema del deporte y con otros trabajos que rayaban más en lo informal que en lo formal.

En el 2008, me formalicé como instructor deportivo aquí, pero una serie de eventos desafortunados y la permisividad frente a actitudes peores que le he visto a muchos personajes -¡aún persisten!- me hicieron salir del maldito y engreído Ente Deportivo Municipal.  Unos meses después, me ofrecieron ser contratista de la empresa estatal de correos, lo cual fue una experiencia buena pero muy difícil, gracias a que no eran cumplidos con los pagos y en más de una ocasión tuve que enfurecerme con ellos por ese tema, ya que exigían estar al día con el tema de la seguridad social.

En el 2009 y en el 2010, seguí formalizado con el tema deportivo, pero lejos de casa.  Debía salir e intentar ganarme el sustento, en dos experiencias muy enriquecedoras, conociendo otras costumbres, otras latitudes, sin salir de Cundinamarca, aunque aprovechando también la cercanía con otros departamentos para conocerlos.  Así volví a Villavicencio desde el 2006, a Medellín desde 1998 y conocí Honda y La Dorada.  Intenté estudiar otra carrera, más vinculada con el deporte, pero una serie de inconvenientes, impidieron finalizar el primer semestre y continuar.

Desde el 2011 hasta hoy, no pude volver a trabajar con el deporte formalmente, gracias a una serie de requisitos que está exigiendo el Departamento para sus formadores deportivos.  Me estanqué.  A finales de ese año, conseguí un trabajo en La Calera, que solo duró mientras transcurría Enero del 2012, porque en un poblado como ese, o se come o se vive, y el sueldo no daba para cumplir las dos condiciones.  Renuncié y dejé un sentimiento de pesar en esa empresa, ¡ni yo mismo pensé que mi trabajo fuera a ser tan valorado!

De ahí, hasta hoy, no ha vuelto a llegar ni una sola oferta laboral, ni en las pocas cosas que aprendí en la informalidad.  Sigo luchando por estar vivo.  Poco dinero entra a mi bolsillo.  Había dicho en alguna parte que las empresas solo buscan "gente bonita" y yo no pertenezco a ese grupo.  Quieren experiencia y sangre joven, tampoco cumplo con esas premisas.  Quieren que sea esclavo de un sistema, yo solo quiero ser el mismo de siempre.  ¿Qué me queda para mí?  Esperar a que se vayan las horas lentamente y listo.  Ese es mi final.

Desde esas épocas, no volví a tener contacto alguno con la mayoría de compañeros de Girardot, escasamente con Rafael y con Yeny.  Con los de Bogotá, converso con mayor frecuencia.  En cierta forma, aún mantengo contacto con algunos profesores de la Piloto, tanto en Bogotá, como en Girardot, tratan de motivarme.  No todo podía ser tan malo después de todo.  Pero la comparación, aunque odiosa, es muy cierta.  ¡Mis compañeros de Girardot ya tienen por lo menos una especialización encima y unos trabajos más que dignos!  ¡El peor ubicado de toda esa hornada del 2000, es este servidor!  ¿Quién más podría ser?  Y ni me pregunten el por qué no he podido ir siquiera a un simple diplomado relacionado con mi profesión.

No tengo el trabajo que deseo.  Nací para ser líder, no para ser un esclavo.  Ya quemé la etapa esclavista.  Y si quiero seguir siendo esclavo, prefiero hacerlo en las cosas que a mí me gustan, así no me representen gran cosa.  Mi familia ahora necesita de mí y de lo que logre para sacarla adelante en estos malos momentos.  Pero, con esta realidad..., ¿cuál liderazgo?  ¿Cuál futuro?  ¿Cuáles ganas de seguir adelante?

Ayer se cumplieron ocho años de graduación como profesional.  Aún no tengo mi propia herramienta, me la prometieron algunos allegados como si fuera el cielo y la tierra.  Sigo estancado, esperando una señal divina o humana que me haga cambiar de situación.  En esta última semana, se han presentado situaciones positivas que hacen cambiar el rumbo, aunque también, los fantasmas de lo sucedido en estos años, me han hecho sacar muchas más lágrimas.  Cierto es que debo poner mucho de mi parte, tratando de olvidar todas esas frustraciones, pero sé, en mi humilde percepción, que ni siquiera Supermán podría tirarlas a la basura como si fueran envolturas de papas fritas.

¿Aún merezco una segunda oportunidad?  Lo dudo.  Muchas veces me han cerrado las puertas sin siquiera disfrutar de una oportunidad que he clamado a mi manera, sin necesidad de lagartear como político.  Me he apartado del "mercado" por eso, ya ni siquiera visito portales de empleo.  Ni siquiera insisto demasiado en las oficinas de egresados.  No hay mucho qué decir del tema sentimental.  Como lo decía, solo queda esperar...

lunes, 2 de junio de 2014

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte VI)

Aquí llega el último año de carrera, del cual no recuerdo mucho.  Ni siquiera entiendo cómo terminé.

2005: Otro fracaso y una alegría pírrica.

Porque mi familia, en especial, Don Norman, lo pidió, decidí continuar en la Piloto, matriculándome en Girardot, pero terminando el proyecto en Bogotá.  Quería salir cuanto antes de ese proyecto, pero con muchas más libertades, "empezando" por el hecho de solo cursar esa materia.  No tuve compañeros con quién compartir mis experiencias, escasamente tenía que ir a la facultad cada miércoles en la mañana para las   correspondientes asesorías.

Necesitaba mejorar mi base de datos y en dos meses, repasé lo que no aprendí en dos semestres completos de Bases de Datos, gracias a los buenos oficios del ingeniero Ibo Cerra, quien de paso, me invitó a probar Oracle y sus poderosas herramientas.  Seguía usando el mismo equipo de cómputo que me facilitaron en esa sala especializada, e intentaba, por todos los medios, mantener mi concentración.

En Mayo, el fracaso volvió a tocar a mi puerta.  Mi asesor consideró, que aunque el proyecto estaba mejor estructurado, no tenía un estado del arte aceptable.  Mejor dicho, era un esperpento.  Así que tampoco se podía sustentar en ese semestre.  Salí enfurecido de la facultad, quería romper todo, lancé al piso los documentos del proyecto entre muchos improperios, en fin...  ¿Otra vez sufriendo y haciendo sufrir a mi familia de esa forma?  Ya ni sabía qué hacer.  Ni tenía ganas de estudiar más.

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No sé qué carajos quería Don Norman conmigo, pero volví a la Piloto en Julio para intentar terminar esa carrera.  Otra vez quise continuar en Bogotá, ¿para qué me devolvía a Girardot?  ¿A iniciar el proyecto desde cero?  Lo peor, solo tendría ese semestre para pasar, si perdía nuevamente, saldría como un perro de ahí.

Encontré increíblemente algo más de ayuda.  Un compañero -Hernán- se ofreció a ayudarme con ciertas cosas del proyecto, en especial en el tema de la programación, pero no fue capaz de enseñarme cómo debía quitarle la criptografía a las cosas que hizo para mí, aparte de que me hizo perder algo de dinero que a duras penas conseguía.  Tuve que volver a escribir el código, con mucho sufrimiento, a escasas dos semanas de la entrega final.  Y sabría Dios si podría sustentar...

Finalmente, mi asesor se apiadó de mí y me dejó sustentar.  Por Dios, ¡era el proyecto de grado más fácil de realizar que se haya visto en la Piloto!  Contra el reloj, conseguí los materiales para imprimir y encuadernar los documentos del proyecto y construir los archivos ópticos.  Recuerdo tanto, que un día debí madrugar para salir hasta Mosquera y recoger unas pastas con sus velobind para encuadernar que había olvidado en Anapoima, ¡no había dinero suficiente para pagar una simple encuadernación!

Sustenté, y la nota final fue demasiado justa para lo que realmente fue el proyecto, dicen que me quedó en cuatro, pero realmente debió ser un tres.  No fue demasiada gente a mi sustentación, y eso que hice demasiado ruido.  ¿Otra anécdota?  Un jurado tuvo que prestarme su portátil para poder instalar los servidores y presentar el proyecto en funcionamiento.  Fue vergonzoso.  La alcaldía de aquí, no fue capaz de prestarme ni siquiera una torre.  Y la funcionaria responsable de darme el aval, ni siquiera fue capaz de gestionar una ayuda similar.  Pero bueno, se terminó todo.  Solo quedaba entregar los documentos empastados, donde tuve demasiados problemas gracias al poco profesionalismo de un tipógrafo local, los cuales hicieron cambiar esa empastada por una más "profesional" en Bogotá.

Así terminé la carrera, en un anonimato puro, sin querer celebrar, no merecía terminar.  Nunca merecí terminar.  Ya había dicho, quería retirarme en ese noveno semestre.  Pero se terminó.  Igual, las cicatrices quedaron y después de muchos años, aún siguen haciendo mella; ya es otra historia.

domingo, 1 de junio de 2014

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte V)

Vamos con el peor año que pude haber vivido en treinta de vida, el 2004.  Hace casi diez años...

2004: Veinte años y el fracaso llegó.

Había comentado que en el semestre anterior, la brecha entre mis compañeros girardoteños y yo, surgiría.  Para mi fortuna, consolidé, una buena relación, pero algo distante, con buena parte de mis compañeros bogotanos; sinceramente, nunca entendí una razón exacta para que ellos me brindaran su aprecio.  Puedo dar varias respuestas, entre ellas, que siempre fui serio y neutral en las discordias entre "bandos", o que siempre fui honesto con ellos y nunca les negué un saludo, a pesar de algunos momentos tensos.

El 2004 inició finalizando la práctica en Mazuera, dejé muchos amigos allá y, cómo no, me hubiese gustado quedarme trabajando allá.  El plan del semestre era regresar a Girardot para evitar más inconvenientes con mis compañeros, pero Don Norman, en un arranque de melancolía me pidió expresamente que no lo hiciera, con las siguientes palabras: "No me deje solo, hijo".

Mi papá para ese entonces, aún vivía solo en Funza, en el mismo lugar donde trabaja, como lo hacía -para ese entonces- desde hace nueve años. Necesitaba de mi compañía y eso forzó a quedarme estudiando en las edificaciones de la 46 con 9.  Ya dominaba a la perfección el movilizarme en Transmilenio y en el transporte intermunicipal sabanero, por lo menos en lo que corresponde a Funza.  Pero, quería irme, no quería tener más problemas en Bogotá.

Mi semestre se componía de cuatro materias y la primera parte del Proyecto de Grado, las cuales se superaron con suficiencia.  Pasada la Semana Santa, sucedió esto, y antes de esas fechas, rompí relaciones con el grupo que venía de Girardot, tanto por cerrados, como por un incidente con un personaje innombrable en la casa y porque me harté de que me excluyeran por mucho tiempo para varias cosas.

Además, por esos mismos problemas, pensé en retirarme de la universidad, no quería terminar la carrera en medio de malas caras y enemistades.  Incluso pensé en suicidarme.  En Marzo, después de un viaje relámpago a Girardot, desistí tanto de esa decisión radical como en la de retirarme de ahí.  Si lo hubiera hecho -retirarme-, seguramente no viviría el calvario que viví el siguiente semestre y los años que le siguieron.

Pues bien, increíblemente pasé con 5,0 Simulación Digital, pensé que perdería esa materia.  Las otras materias, las pasé sobre cuatro y salvé la beca nuevamente, pero con la salvedad de que no hice el deber de trasladar ese beneficio para que la sede de Bogotá la administrara, perfectamente la hubiera perdido.  Seguí matriculado en Girardot, como forma de respeto y aprecio por las personas que me apoyaron en muchas situaciones que viví.

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Último semestre, era hora de hacer las cosas bien y cerrar con broche de oro cinco años de beca.  El Once Caldas consiguió, contra pronóstico, ganar la Copa Libertadores, situación que viví en pantalla gigante y en casa.  Pero, sucedieron cosas absurdas...

Como me quedé solo, y no acostumbraba conversar demasiado con mis compañeros -los bogotanos-, tanto por el tiempo que compartíamos en clase como por las labores propias de ellos, mi proyecto de grado terminó siendo proyecto de un solo hombre.  Quería realizar un portal para Anapoima, la que es y siempre será mi casa.

Solo vi dos o tres materias más junto al proyecto.  Todas, con notas regulares, pero ilusionantes.  En el último mes y medio, participé en un seminario obligatorio de Habilidades Gerenciales, con fiesta de smoking y trajes largos incluida.  Esa fiesta la narraré después.

No había contado cómo tuve que luchar para poder hacer mi proyecto.  Para ese tiempo, aún no tenía computador y ni forma había de tener uno en Funza, me costaba mucho hacer tareas y cualquier labor que involucrase concentración en la residencia de Don Norman, así que algunas tareas debía hacerlas en la misma universidad.  ¿Y el proyecto?  Bien, gracias.  Tuve que gestionar ayuda en la oficina de Gestión Informática para que me facilitaran un equipo de cómputo en una sala especializada para ser usado en horarios disponibles o cuando algún profesor de buen corazón lo permitiera en sus propios horarios de clase.  Casi todos los profesores, salvo uno, que era bien engreído, accedían a facilitarme un equipo, salvo en fechas de exámenes, para poder adelantar mi proyecto.  Lo peor, no podía quedarme más allá de las seis de la tarde, salvo algunas escapadas; a las siete de la noche tenía que estar en Funza por cuestiones de seguridad.

El proyecto documentalmente era bueno, pero en la realidad, para esa época, fue un fiasco.  Como la formación en Bases de Datos fue peor que nula, gracias al profesor que tuve, la base de datos que tenía que montarle al proyecto estaba muy mal diseñada.  En Noviembre del 2004, en sus últimas semanas, llegó el acabose.  Mi proyecto no fue declarado apto para sustentarlo.  Ahí se me fue el mundo.

Lloré como nunca había llorado en mi vida.  Lo primero que hice, apenas supe, fue dedicarle vía telefónica la derrota a la innombrable; "¡celebren!", le dije.  Acto seguido, llamé a mis padres y les dije claramente "¡No me ayuden más!".  Quería suicidarme.  No solo defraudé a mi familia, defraudé a muchas personas que creyeron en mí, defraudé a la gente de la Piloto en Girardot, defraudé a la gente de la Piloto en Bogotá.  Me ayudaron mucho en todos lados.  Hasta plata me daban por si algún día no tenía para comer; hubo días donde solo tenía para los pasajes de bus y de Transmilenio.

¡Quería acabar mi carrera becado!  ¡Pensé en mis hermanos y su estudio!  ¿Cómo carajos creía que iba a continuar si mi familia tenía que gastar más dinero en el intento de graduarme?  De veras, quería acabar con mi vida, o dedicarme a otra cosa si no lograba acabar con mi existencia.  Hasta deseé que me echaran de la casa y me fuera a vivir a una calle.  Mi familia no quiso hacerlo..., ¡pero debió!  ¿Me crían con rigidez y me permiten esa afrenta?  Increíble, pero cierto.

En ese final de año, mi calvario personal inició.  Humillado, pisoteado, aplastado con saña.  Y así, viví la peor Navidad que tuve en muchos años de vida.  ¡Regalos así no podía darle a mi familia!