sábado, 28 de febrero de 2015

Adiós, Febrero.

El mes más corto se va, con la Teletón a bordo y viajando.

Hoy decidí ir a Bogotá, para recoger otra vez cierto encargo y pasear por el sur, para un encuentro que nunca se concretó, dejándome con muchas molestias y con la impresión de que hay empresas que son más incumplidas que mucha gente.

Doné, sí, aunque antes tenía escepticismo.

La buena noticia que me dejó este mes fue el poder volver a realizar mis eventos.  El de ahorita, va por buen camino, en especial el deportivo, aunque nunca van a faltar aquellos que no cumplen lo que prometen y acuerdan en las reuniones.  Hay que apretar.  Hay que "puyar".  Hay que valorar la palabra.

Se fue el mes más corto del año y ya hago cuentas para mi día.  Para ese otro día también.  Las coincidencias de la vida hacen que ese día de la semana en cuanto a celebraciones coincida.

Hice bien las cosas en el tema económico, no he sufrido demasiado a pesar de que aún no está esa labor digna.  Aún ahorro, faltan algunas cositas para Abril, que no dejan de revestir importancia.  No cumplí con mi deber espiritual, pues trabajé ese día, pero la recompensa se logró con creces.

Llega un mes que me traerá actividades y fiesta.  Bueno, no tanta fiesta.  Hay que continuar con el plan y finalizar de la mejor manera posible mi evento.  Hay que iniciar los preparativos del otro.  Debo retomar mis intercambios.  Y así recibiré Marzo.

viernes, 6 de febrero de 2015

"Malos Pensamientos"

Miguel Ángel Mateos Sorrentino es un músico argentino nacido el 26 de Enero de 1954, conocido por ser un cantautor especializado en el rock, influyendo mucho en el auge de ese género musical en América Latina.

Inició su carrera interpretando piano junto a su madre, donde llegó a formar con doce años de edad su primera banda de rock, denominada Cristal.  Al terminar su educación básica, ingresa al Conservatorio Miguel de Falla, y aparte de especializarse en la interpretación del piano, logra hacerlo en el canto, en la composición y la interpretación de la guitarra, abandonando sus estudios en 1976 gracias al golpe de estado que favoreció la llegada de los militares al poder en Argentina.

A finales de los setenta, junto a su hermano Alejandro y Jorge Infusino y Ómar Moretti crean la banda ZAS, quienes llegaron a ser teloneros de Queen en su presentación en el Estadio José Amalfitani (el estadio de Vélez Sarsfield) en 1981.  Después de ocho álbumes, Mateos inicia su carrera como solista en 1990, la cual ha continuado hasta nuestros días, con gran éxito y reafirmando su influencia en el rock en español y la música universal.

La canción que compartiré hoy hace parte de su álbum "Obsesión", su primer álbum como solista y lanzado en 1990.  ¡Disfrútenla!



"Y va otra noche sin dormir, 
le arranco un ala al corazón,
contemplo al mundo en un espejo quebrado, 
como un satélite de tu amor,
y giras, y giro, me giras,
y todo da vueltas sin parar."

"Son..., ¡malos pensamientos!,
muy dentro de mí.
Nena, son..., ¡malos pensamientos!,
¡libéralos de mí!"

"Y cuando miro hacia atrás,
ya no hay lugar donde ir,
y a veces nada, nada tiene sentido,
es como un carrusel,
de fotos, y fotos oscuras,
de un sueño, de un sueño en espiral."

"Son..., ¡malos pensamientos!, 
muy dentro de mí. 
Nena, son..., ¡malos pensamientos!,
¡libéralos de mí!
¡Libéralos de mí!"

"Y giras, y giro, me giras, 
y todo da vueltas sin parar."

"Son..., ¡malos pensamientos!, 
muy, muy dentro de mí. 
Nena, son..., ¡malos pensamientos!,
¡libéralos de mí!
¡Libéralos de mí!"

"Bring back her love to me,
bring back her love to me..."

martes, 3 de febrero de 2015

El día del smoking.

Un sábado, quizá cerca de la peor humillación vivida por este servidor.

Ese día, se finalizaba el famoso Seminario de Habilidades Gerenciales, el mismo seminario donde viví la mejor interpretación de Laura Bozzo que haya existido.  Fueron seis sábados regulares, quizá con muy pocas alegrías para mí, aunque aprendí mucho, créanme.

Ese día, se realizaría un evento donde los hombres debíamos ir vestidos de smoking -etiqueta, traje negro elegante, para que me entiendan- y las mujeres de traje de gala.  Desde el inicio del seminario se sabía que algo así se haría y desde unos dos o tres fines de semana antes de ese sábado se planteó cómo se haría.

Paola Zárate, quien se convirtió en la compañera que me hizo borrar algunos paradigmas en mi estadía académica en Bogotá, se convirtió en la líder y directa responsable del evento en cuestión.  Recuerdo bien que se escogió un sitio en Galerías para alquilar los trajes y que cada uno -en especial los hombres- debía pagarle a Paola una suma de dinero para el correspondiente alquiler, donde cada uno debía ir al sitio después de clase o apenas pudiera para probar los trajes y escoger el que mejor le quedara.  En mi caso, fue demasiado rápida la escogencia, empaque, defiéndase con él en Transmilenio y a Funza me fui a dormir.

Ya había dicho que el evento se realizaría un sábado, pero no les comenté dónde y a qué hora.  El sitio elegido, fue el Hotel Capital, sobre la Calle 26, en Bogotá, a las siete de la noche.  Había un pequeño problema conmigo, conocido por casi todos, el sitio donde residía en ese entonces.  No podía llegar vestido con el traje directamente al hotel porque existía alta probabilidad de llegar sucio y esa no era la idea.  Así, con ese panorama, le planteé a Paola sobre la posibilidad de llegar con cierto tiempo de antelación al hotel para cambiarme de vestimenta allá y no tener problema alguno con los demás ni con los que alquilaron el smoking.  Ella accedió después de una gestión algo complicada, pues, como conocemos, el Hotel Capital es uno de los mejores de Bogotá y tenía ciertas restricciones.

Con el traje en la mano, pensé en salir de Funza ese sábado sobre las cinco de la tarde por la Calle 80 y arreglármelas para llegar a la 26 antes de las seis y cambiarme. Pues bien, los patrones de Don Norman me vieron salir y me preguntaron para dónde iba, contesté que para el Hotel Capital y ellos gustosamente accedieron a transportarme, eso sucedió sobre las tres y media o cuatro de la tarde.  Viajamos por la Calle 13 y frente al hotel me dejaron, en tiempo récord.

Allá me reporté, les comenté mi situación y accedieron a guardar mis pertenencias mientras llegaban las seis de la tarde.  En ese tiempo, fui a Salitre Plaza a comprar unas cosas que había olvidado en Funza para arreglarme bien y aproveché para ver un partido de microfútbol en las canchas que quedan detrás del hotel, en la paralela que hay entre la Calle 26 y la Avenida de La Esperanza, donde me disgustó mucho el arbitraje de una mujer que estaba allá.

Llegaron las seis y me fui al hotel a cambiarme.  ¿Qué hice para arreglarme lo mejor posible?  Fácil, como no prestaban un baño con ducha -están en las habitaciones, lógico-, debí lavarme el cabello en el lavamanos.  Fue una tarea difícil, pero se logró.  El smoking era pan comido.  Así, sobre las seis y media estaba listo y esperando a mis compañeros para iniciar la ceremonia.  Pero, como todo no puede ser perfecto...

A las siete no inició la ceremonia.  ¿Por qué?  Porque algunas compañeras les dio por jugar con el tiempo ajeno y llegaron pasadas las ocho de la noche.  No hace falta nombrar quiénes son.  Me sacaron de quicio, y todo por un detalle técnico, el cual me impedía estar más allá de las nueve de la noche en Bogotá.  Debía estar en Funza lo más temprano posible.  Eso resultó en una ceremonia que duró menos de una hora y media.  Apenas degusté un ceviche que sirvieron de entrada y no pude disfrutar del plato principal, gracias a esas compañeras.

Sobre las nueve y media pedí mis pertenencias -las había dejado en la recepción y las cuidaron muy bien- me puse mi gorra con el smoking puesto y salí corriendo a buscar un taxi.  La carrera costó unos nueve mil pesos de esa época y apenas me dejó en el Portal de la 80, tomé el primer bus con destino Funza que vi, un móvil de Transoriente.  A las diez y veinticinco llegué a mi residencia y descansé de ese trajín, aunque con la sensación de rabia e impotencia causados por esa demora infame.

Supe el lunes siguiente, que apenas terminó la fiesta varios se fueron de rumba en grupos, quizá dos o tres y que Rafael se fue también a su casa después de la ceremonia.  Incluso supe, que ciertos compañeros y compañeras innombrables también asistieron a esas rumbas.  Yo, por mi parte, viajé hacia Anapoima apenas llegó la mañana del domingo, regresé el lunes y devolví el traje, completamente limpio.

Ese día, fue el único de mi vida donde vestí un smoking.  Y también, el día donde de veras supe qué es jugar con el tiempo ajeno.  Esa fue la gran enseñanza de ese seminario, no se juega con el tiempo de los demás.  Considero también que ahí cerré la puerta definitivamente con esos compañeros.  Y bueno, solo quedaba pensar en lo que restaba del año y en esa frustración.