domingo, 30 de abril de 2017

¡Setenta años de pasión y gloria!

Hoy, hace setenta años, unos dirigentes visionarios, liderados por Alberto Villegas Lopera, registraron como sociedad el Club Atlético Municipal, cambiando su denominación tres años después por Club Atlético Nacional.

A lo largo de estos setenta años, lidiando con muchos vericuetos y con las ansias de ser el mejor club de fútbol en Colombia, pasaron por sus filas los mejores jugadores del país y otros tantos extranjeros, que con algo de esfuerzo y ayudados con su prestigio, se hicieron un lugar en el recuerdo y en el corazón de todos sus hinchas.  "Turrón" Álvarez, "Chonto" Gaviria, Largacha, Moncada, "Comanche" Salgado, Vilarete, Retat, Maturana, Sarmiento, Herrera, Ricaurte, todos los héroes de 1989, Asprilla, Aristizábal, Serna, Ángel, Milton Patiño, los héroes de la segunda Copa Libertadores, son aquellos que la patria le dio al Verde de la Montaña para hacerse grandes y hacer a este club más grande.

¿Los extranjeros?  Terra, Calics, "Chancha" Fernández, Palavecino, Navarro, Lorenzo Carrabs, Cueto y La Rosa, Ricardo Viera, "Sapuca", Alejandro Guerra, Gastón Pezzuti y el inmenso Franco Armani dejaron su huella en la institución, inolvidable para todos.  Seguramente he olvidado alguno en la lista, pero la historia los hará recordar, tanto a los criollos como a los foráneos.

Antes de sus primeros títulos, otros dirán que antes de 1989, Nacional estaba encasillado como un equipo de provincia.  Se equivocan.  Nacional quiso ser y ya es un club grande, el más grande de Colombia.  1989 y la primera Copa Libertadores solo fue un punto dentro de su evolución, al llenar el Estadio El Campín -por normativa de la Conmebol- y derrotar al Olimpia paraguayo; desde ahí, muchos colombianos se han hecho hinchas del Verde fuera de su "frontera natural", sin importar su origen y sus características sociales.

Anapoima, mi tierra, y mi persona, como nativo y residente en ella, no han sido ajenas a lo que es Atlético Nacional como un movimiento social.  Buena parte de mis conocidos son hinchas del Verde, no por nada, en mi salón de clase el equipo con el que más simpatizaba el grupo es Nacional.  La inmigración hacia esta meseta desde Antioquia y el Eje Cafetero han aumentado el número de hinchas verdolagas.  Anapoima se vuelve un río de alegría cada vez que Nacional logra un título, sin importar si es local o internacional.  Yo, soy hincha del Verde desde que recuerdo ese penal de Leonel Álvarez ante Olimpia en Bogotá.

Anoche, Nacional recibió un regalo acorde a la fiesta que preparó para esta celebración derrotando justamente al Once Caldas.  Hoy, desde Punta Gallinas hasta Leticia, desde Tumaco hasta la Piedra del Cocuy, todos aquellos que simpatizamos con ese equipo que viste de verde y blanco y juega en un hermoso lugar llamado Estadio Atanasio Girardot recordamos todos aquellos momentos que nos han hecho gozar de alegría, en especial esas dos Copas Libertadores de América que nunca olvidaremos.

No siendo más, ¡Feliz Cumpleaños, Club Atlético Nacional!  ¡Muchas gracias por estos setenta años de pasión y gloria!  ¡Soy del Verde, soy feliz!

domingo, 23 de abril de 2017

Para todos hay eventos.

Hoy domingo, asistí a un evento realizado por la Compañía Nacional de Chocolates y su marca insignia, el inolvidable Chocolate Corona, el cual consumíamos con suficiencia en nuestra vida en Las Mercedes.  La pasé muy bien, me encontré con muchos conocidos, disfruté de un sol increíble -tanto que parecía Anapoima- y probé nuevas recetas con chocolate, dejándome muy asombrado la preparación con achiras, que supera el "fuera de concurso" y que perfectamente califica como alimento adictivo.

Aparte de poder disfrutar un domingo en Bogotá, el cual hace algún tiempo no lo hacía y dicho sea de paso, quería disfrutarlo con Don Norman, supe que en otros sitios realizaron otros eventos que captaron la atención de buena parte de las personas que viven en la capital y que a su vez, se mantienen conectadas a través de las redes sociales.  El clásico español -Real Madrid contra Barcelona en Madrid-, una carrera atlética y una función de una obra teatral muy promocionada, fueron esos eventos.  Muchos fueron a esos eventos, haciendo la aclaración consistente en que un importante prestador del servicio de televisión satelital promocionó la transmisión del clásico en varios centros comerciales.

Sé que todos aquellos que asistieron al menos a uno de estos eventos, han disfrutado de estos planes dominicales con entusiasmo y con la satisfacción de alegrarse al menos por unas cuantas horas.  Y todo esto, refuerza un concepto que siempre he tenido respecto a los gustos de cada quien, hay eventos para todos.  Y si hoy estuve ahí, puede que el siguiente domingo esté allá y el subsiguiente más allá, que lo que realmente importa es que me encuentre bien y satisfecho con el plan que elegí.

viernes, 21 de abril de 2017

"Centerfold".

John Warren Geils, Jr., conocido como J. Geils, fue un guitarrista estadounidense nacido en Nueva York el 20 de Febrero de 1946.  Su padre fue un gran influenciador respecto a su carrera profesional, ya que aparte de haber sido un ingeniero que laboraba para los Laboratorios Bell, era un gran fanático del jazz; el joven John escuchaba todos los álbumes de jazz que su padre tenía en casa y fue acompañado por su padre a un concierto del gran Louis Armstrong.  Geils estudió Ingeniería Mecánica en el Instituto Politécnico de Worcester luego de tener una breve estancia en la Universidad del Noroeste, donde hizo parte de su banda marcial como trompetista.

En 1968, junto a otros músicos, conformó "The J. Geils Blues Band", a la cual tiempo después le quitaron el "blues" al nombre.  Al principio, querían interpretar "blues rock", pero, conforme pasaron los años, se orientaron más hacia el rock puro y en algunos momentos nadie conocía cuál era su enfoque.  Lo cierto, es que fueron pioneros en el uso de la armónica como instrumento principal, gracias al aporte de su vocalista, Peter Wolf.  Llegó la época de los ochenta, donde lograron su mayor éxito comercial y musical, pero en 1983, empezó la disolución del grupo, con la salida de Wolf, consumada en 1985.  

Desde ahí, Geils abandonó la música, dedicándose a las carreras de autos y a la restauración de autos clásicos, reuniéndose esporádicamente con sus antiguos compañeros, pero estos le jugaron una mala pasada al reunirse sin él en varias ocasiones, generando demandas judiciales por su parte y abandonándolos en futuros planes de reunión.  Geils murió el 11 de Abril de este año, por causas naturales.

Su mayor éxito, es el que compartiré a continuación de estas líneas.  "Centerfold" fue lanzada el 13 de Septiembre de 1981 y trata sobre un hombre que descubre que su antiguo amor de escuela aparecía en las páginas centrales de una publicación tipo Playboy.  El tema fue escrito por Seth Justman y estuvo liderando las listas norteamericanas por seis semanas seguidas en 1982, hito también logrado en Australia.

¡Sírvanse escuchar y deleitarse con este tema!


 ♫

"-Come on!-"

"Does she walk?  Does she talk?
Does she come complete?
My homeroom homeroom angel,
always pulled me from my seat."

"She was pure like snowflakes,
no one could ever stain,
the memory of my angel,
could never cause me pain."

"Years go by, I'm lookin' through a girly magazine,
and there's my homeroom angel on the pages in between"

"My blood runs cold,
my memory has just been sold,
my angel is the centerfold,
-Angel is the centerfold!-"

"My blood runs cold -wooh!-,
my memory has just been sold,
-Angel is the centerfold!-"

"Slipped me notes under the desk,
while I was thinkin' about her dress,
I was shy, I turned away,
before she caught my eye."

"I was shakin' in my shoes,
whenever she flashed those baby blues,
something had a hold on me,
when angel passed close by."

"Those soft, fuzzy sweaters,
too magical to touch,
to see her in that negligée,
is really just too much."

"My blood runs cold,
yeah, my memory has just been sold,
my angel is the centerfold,
-Angel is the centerfold!-"

"My blood runs cold,
my memory has just been sold -oh, yeah!-,
-Angel is the centerfold!-"

"Yeah, now listen,
it's okay, I understand,
this ain't no Never-Never Land,
I hope that when this issue's gone,
I'll see you when your clothes are on."

"Take your car, yes we will,
we'll take your car and drive it,
we'll take it to a motel room,
and take 'em off in private."

"A part of me has just been ripped,
the pages from my mind are stripped,
oh no, I can't deny it,
oh, yeah, I guess I gotta buy it."

"My blood runs cold,
my memory has just been sold,
my angel is the centerfold,
-Angel is the centerfold!-"

"My blood runs cold -wooh!-,
my memory has just been sold,
-Angel is the centerfold!-"

"Alright, alright!
One, two, three, four!"

"My blood runs cold,
my memory has just been sold,
my angel is the centerfold,
-Angel is the centerfold!-"

"My blood runs cold, oh, yeah!,
my memory has just been sold,
my angel is the centerfold,
-Angel is the centerfold!-"

sábado, 15 de abril de 2017

Cero: Un amargo día.

Sobran las palabras.  En mi propia casa me amargaron mi día, mi cumpleaños.  Ni el postre que me dejaron, ni las ocupaciones que tuve, mitigaron ese sentimiento.  Como ha sido costumbre, han sido pocas llamadas y mensajes los recibidos.  La noche fue corta, porque había que ganarse el regreso; no bebí ni una gota de licor ni departí con los que conozco.

Solo queda decir que en días así, nunca dejen solas a las personas, en especial a los más allegados.  Una palabra que venga desde el corazón, siempre es bienvenida.  Y si ese receptor necesita una señal para alegrarse, todavía se recibirá con agrado esa palabra.

Ya son treinta y tres abriles encima.  El futuro es incierto y quizá pinte feo.  Estos quince días que restan serán cruciales.  Pero, hoy, el día que quería al menos pasar con una sonrisa en el rostro, se dañó.

viernes, 14 de abril de 2017

Uno: Cambio de recorrido.

Hoy, como en los últimos años, realicé el Viacrucis por el mismo recorrido de los últimos años, pero con una pequeña diferencia, ya no se ascendería el cerro, sino que se continuaría por la vía principal de la Vereda San Judas.  Fue el primero del nuevo sacerdote que tiene la parroquia de este poblado, prácticamente recién llegado.  Como siempre, dentro del plan primaba el espíritu sobre el cuerpo, pero la mayor extensión del nuevo recorrido hizo pagar una factura que duró muchas horas.

Otra consecuencia, fue el no poder divisar mi casa, como lo acostumbraba.  El afán de regresar hacia el centro no me permitió siquiera pensar en intentar ascender el cerro.  Aún así, disfruté de todo.  ¿Y el resto del día?  Sencillo, debí ganarme la vida.  Pude disfrutar un poco más del ambiente festivo del centro, aún más cansado por lo hecho desde bien temprano.  El servicio de datos de los operadores celulares falló durante buena parte del día.  Y claro, hay que preparar lo que será el ansiado día de mañana.

jueves, 13 de abril de 2017

Dos: Extrañando la casa.

Es difícil decir esto, pero hace falta sentir lo que es la casa.  Mi casa.  Mi patria amada.  Estar distante de ella, por intentar ser alguien más en este mundo, no es tan fácil como algunos creen.  Y si fuera fácil, no podría decir estas palabras.

Hoy, volví un poco a lo que hacía antes, ganarme la otra vida.  Salí cansado y sin poder disfrutar mucho el ambiente.  Pero, el poder ver una imagen que por muchos años me ha acompañado, con sus cambios, hace valedero el esfuerzo de hacer las cosas de la mejor manera posible.  Y siempre, desde que tenía diez años al llegar a este punto de nuestra geografía, tendré en mi mente este eterno recuerdo.

miércoles, 12 de abril de 2017

Tres: Aves.

Hoy sí pude viajar a Bogotá, y el plan, diseñado desde el lunes y postergado por ese asunto de salud, era visitar en su último día una exposición fotográfica sobre aves que se mostraba en un salón cerca a la Estación Flores.  Madrugué, me arreglé, salí, y sobre las siete ya estaba en Bogotá, para hacer luego el tránsito en un bus del SITP y llegar antes de las ocho y media al salón.

Una ansiosa espera por ver qué habían capturado en nuestros entornos rurales me puso algo nervioso, y sobre las nueve, ingresé por primera vez a la exposición.  Aún no había llegado el autor, pero, así, solo, observé detenidamente una por una las fotografías de la misma.  Salí con un poco de sinsabor, la persona que me atendió  y decido dar una vuelta por las cercanías, como por hacer tiempo como para averiguar cosas que necesitaba en mis labores.

Vuelvo, y me encuentro con Álvaro Andrés, el autor de la exposición, con el fin de conocerlo y de .  Este retorno, fue mucho más detenido y animado en cuanto al recorrido de la exposición.  Supo elegirlas, y como uno podía elegir su favorita, elegí una de un pico de plata, la cual fue lograda en alguna montaña de San Juan de Rioseco.  Hubo varias fotografías que se capturaron en Cundinamarca.  Y otras tantas, en los Llanos y en los paisajes cenagosos del Magdalena.  El tiempo pasó lento, y créanme, puede ser Álvaro Andrés un herpetólogo, pero hizo muy bien su trabajo logrando una exposición de una familia tan distinta a la que maneja.

Mi entorno, también ha estado rodeado de aves, y no solamente de corral.  Por Anapoima, cruzan muchas especies de aves, entre migratorias, ornamentales e incluso, carroñeras.  Mi familia, por ambos lados de sangre, ha poseído muchas aves, inclusive, de especies que no se pueden tener en casa.  A Don Norman le encantan los turpiales.  Doña Myriam prefiere especies ornamentales, y ahora, tiene una lorita que heredó de su última aventura comercial.  En ocasiones, veo bandadas de canarios por algunas partes de Anapoima, buscando semillas o trocitos de fruta, logrando su objetivo.

Es triste para mí ver, que algunos inconscientes tiran chicle mascado al piso para que estas aves se atoren al intentar tragárselo y se asfixien.  También, es triste ver cómo los árboles que no solo adornan, sino que también refrescan el entorno nuestro, están desapareciendo, y con ellos, los nidos que estos animales forman para multiplicarse y llevar, cuando pueden las semillas para que otras especies de plantan crezcan en el mundo.  Esta visita, me dejó una enseñanza clara, si cuidamos nuestro entorno, nuestros bosques, nuestros llanos, nuestras ciénagas, nuestras montañas, cuidamos a nuestras aves y ellas seguirán adornando con su canto cada mañana.

martes, 11 de abril de 2017

Cuatro: La pizza.

A todos nos gusta la pizza, y no soy la excepción.  Es más, me gusta mucho una variedad que algunos detestan hasta con las vísceras, aquella denominada hawaiana, que trae piña.  Y cuando tengo oportunidad de pedirla -es decir, cuando se me antoja- la pido.  En casa, tengo un sitio muy particular para degustar ese alimento -se llama Asados Tatay, queda en la Carrera 2 o Camellón con Calle 5-, y suelo visitarlo seguido, en especial los días sábados.  No sobra decir que la especialidad de la casa es el patacón gigante aderezado con mezclas a elección.

Hoy, coincidencialmente, fui dos veces.  La primera, a "almorzar", sobre las cuatro de la tarde.  Pedí pizza hawaiana y limonada.  Como siempre, me encantó.  Olvidaba contarles, que ahí las pizzas personales no las hacen como se acostumbra, horneando la porción gigante para fraccionarla en ocho o doce trozos, se hace una masa circular equivalente en masa a la triangular y se hornea, con el fin de ahorrar harina y otros ingredientes.  Sin demeritar la otra especialidad, por esa forma de hacer las pizzas es que Tatay se ganó fácilmente un recuerdo en el imaginario de todos los que poblamos Anapoima.

No sé qué bicho me picó, pero en la noche, volví allá.  Solo pedí una limonada, quería descansar y tenía algo de comida en casa.  Cuando me la tomo, pasa el dueño, y le dice a los meseros:

"No se les olvide la hawaiana para él".

Inmediatamente, atino a responder:
"¡No se preocupe, ya había venido por eso esta tarde!"

Todos sonrieron, sí.  El venir tan seguido a Tatay para pedir, por lo general, el mismo plato, hace que me traten un poco mejor que a otras personas.  Salí más contento que de costumbre.  Como siempre, hago el deber de volver allá, haya gente o no.  Me importa poco y nada si siempre veo desordenadas las mesas, si me toca esperar para que desocupen al menos una silla, si en ocasiones tengo que compartir mi mesa, no me interesa.  Allá siempre me han tratado bien y cuando uno es bien tratado, ¿cómo se recompensa eso?  Pues, volviendo.

lunes, 10 de abril de 2017

Cinco: ¡Odio estar enfermo!

Hoy tuve un día difícil en cuanto a mi salud.  Salí en la mañana hacia el centro y al regresar, sentí fiebre, algo de escalofríos, y al rato, me deshidraté.  Hasta mi digestión se resintió.  Pasé la tarde en casa y aunque pude ir a entrenar, me costó un poco el poder salir en una condición medianamente óptima al estadio.  Y de todas formas, no sé si esté mejor para poder viajar mañana.

Odio estar así.  Odio enfermarme.  No me gusta ver cómo mi salud se deteriora temporalmente.  Cuando esos momentos llegan, no puedo ocultar mi mal genio.  No puedo ejercer mi cotidianidad estando así.

Recuerdo muchos resfriados, aquella varicela que me hizo pasar un San Pedro encerrado, aquel dengue, aquellos problemas digestivos, los problemas de espalda que no me dejaron dormir cierta noche.  Todos esos momentos, me amargaron la vida.  Y todavía me preocupa más, el saber que por mi fisionomía, tengo algún riesgo cardiaco.

Obviamente, no puedo desearle esos males a la gente, ni siquiera a los que detesto.  Así como con la salud propia no se juega, mucho menos se puede jugar con la ajena.  Aunque, como en algún momento lo dije, no se puede hacer nada con aquellos que creen que son superhumanos por beber alcohol o fumar.  Es de buenas personas cuidar la salud y motivar a otros a hacerlo.

Sé que debo también cuidarme un poco más.  Si no lo hago, lo que reste de camino será una tortura y ya lo dije, odio estar enfermo.

domingo, 9 de abril de 2017

Seis: La camisa rosada.

Ayer, había planeado pernoctar donde Don Norman, en Funza, y para ese fin, debía quedarme en Centro Chía, aquel centro comercial reconocido ubicado al norte de Bogotá y ahora con una seria competencia un poco más hacia el norte, sabana adentro.  Pues bien, en aquella tarde, sobre las cinco y veinticinco, y cargado con mi maleta y con algunas cosas que por cuestión de espacio, debía cargar en la mano.

Esas "algunas cosas", no eran más que botellas plásticas, que había reunido durante mi estadía y lógicamente, contenían bebidas que sabiamente consumí en su momento.  Con toda la carga, me le medí a caminar desde Centro Chía hasta el terminal, cruzando por la famosa Avenida Pradilla para llegar por el parque principal.  Y en un punto intermedio de ese recorrido, sucedió todo.

Pasaba sobre la glorieta del McDonald's y como ahí es bastante difícil cruzar ese paso sin estar pendiente del tráfico vehicular, tuve mucha precaución de no ser atropellado.  Cuando estaba terminando ese paso, cruza frente a mí una camioneta gris, tripulada por una pareja joven, siendo el hombre el que conducía.  Él me pregunta: "Oiga, ¿no le gustaría recibir una camisa que me sobra?"

Quedé sumamente atónito cuando vi esa escena, pero no pude replicar antes de que aquel hombre me dijera "venga, tómela".  Sin tiempo para pensar, porque debía pasar rápido, la tomé y ellos se perdieron entre el tráfico.  Cuando los perdí de vista, me dije, "¿qué estarían pensando?"   Seguramente pensaron, que por lo que llevaba en la mano, sería un reciclador, pero no le di mucha importancia y continué para hacer una parada en el Éxito, para comprar bebida y seguir hacia el terminal.

Después de casi una hora de caminata, abordo el bus que me dejaría en mi destino final, donde Don Norman.  Apenas descargo y le cuento todo lo que pasó allá en Chía.  Él no podía creerlo, y me pidió que mostrara la camisa, en Chía apenas pude tocarla unos segundos.  La vi detenidamente, ¡y la muy condenada resultó ser de marca reconocida!  Otro detalle, estaba un poco sucia, pero eso se corregía con una buena lavada.

Don Norman seguía sorprendido y notamos otro detalle, el color.  Era rosada.  A pesar de que estaba muy elegante, no me agrada mucho ese color para mi ropa.  Solo debíamos revisar un detalle, la talla.  Don Norman pregunta qué talla es y yo le digo que es talla L.  Acto seguido, se la prueba, y como él no es nada tonto, se la probó y se la quedó.  Decidió que la tomaría para trabajar.

Así terminó una camisa rosada que me regalaron dos desprevenidos que creyeron que soy un reciclador, cuando en realidad soy un peregrino, un caminante eterno dentro de este mundo.  Don Norman recibió algo que le servirá mucho en sus labores.  Y gracias a esta locura, que solo suele sucederle a la gente de mi patria amada, también viví aquella frase que reza "las apariencias engañan".

sábado, 8 de abril de 2017

Siete: Una ansiada victoria.

Anoche, Nacional visitó a Millonarios en El Campín.  Tres días antes, el equipo titular jugaba en Brasil el ansiado partido ante Chapecoense por la Recopa Sudamericana, aquella serie que debió jugarse si no hubiera sucedido esa tragedia que a todos nos afectó.  Cierto fue, pese a ese golazo de Macnelly Torres, que no fue un gran partido, que el equipo tuvo muchos errores defensivos y que si se sigue así, no vamos a pelear por nada.

Millonarios quería aprovechar ese irregular momento en las competiciones internacionales de nuestro Verde, y quería, como todos sus hinchas, derrotarlo a como diera lugar.  Nosotros, los verdolagas, con algo de preocupación esperábamos cómo se plantearía el partido con parte de la nómina titular y cómo nos animábamos con algunas hazañas logradas por el Verde en sus visitas al Campín, como este hermoso taconazo de Juan Guillermo Ricaurte en el 2002.

El primer tiempo fue igual de perverso, incluso peor, que el partido completo en Chapecó.  Errores defensivos, fáciles llegadas por las bandas por parte de los jugadores azules, falta de generación de opciones defensivas.  Y todos los insultos, iban para un jugador en específico, John Édison Mosquera.  Dadas las cosas, parecía Nacional una evocación de aquella selección griega de la Eurocopa del 2008.

El segundo tiempo inició con mayores riesgos.  Millonarios generó las suficientes oportunidades para ganar el partido, incluso con una mayor diferencia.  Nacional también las tuvo, e incluso el vituperado Mosquera tuvo una clara para convertir.  Ambos técnicos -Reinaldo Rueda y Miguel Ángel Russo- no querían hacer cambios pronto.  Incluso, se le pedía a Rueda que ingresara a un jugador de características muy diferentes, me refiero a Andrés Felipe Ibargüen.  Ingresó faltando cinco minutos, y en ese poco tiempo, alcanzó a darle un revulsivo, pero sin frutos.

Llegó el minuto 89, y en una jugada increíble generada por Alejandro Bernal, quien terminó pasándola a Aldo Leao Ramírez para que disparara cruzado y venciera la portería azul.  ¡1-0 a favor y en El Campín!  Medio país apostaba por el empate entre los dos rivales más enconados de la primera división.  Ni yo mismo lo creía.  Ese último minuto y los tres que añadieron, fueron eternos, porque Millonarios intentó generar opciones para empatar y porque Nacional estuvo como si un bebé hubiese metido los dedos en un tomacorriente.

¡Finalizó el partido!  ¡El invicto se mantiene!  A pesar del irregular desempeño del equipo de mis amores, me sentí muy contento.  El regalo que siempre he querido recibir en vivo, lo recibí a la distancia, escuchando el partido por la radio y siguiéndolo por las redes sociales.  Algún día, veré a Nacional allá, en la casa grande del fútbol bogotano, lastimosamente, los extremos que han generado algunos aficionados hacen difícil el poder asistir con tranquilidad.  Pero, insisto, ese día llegará.

viernes, 7 de abril de 2017

Ocho: Frase.

"¡Los títulos profesionales no se le restriegan en la cara a la gente!"
 
Hoy, un mal llamado licenciado en Educación Física de la Universidad de Cundinamarca, hizo gala de su prepotencia y su arrogancia respecto a como conozco el deporte en más de quince años de vida como dirigente deportivo, los cuales me han permitido saber poco y mucho sobre estas actividades que vinculan a las personas como seres activos.

Ni siquiera Robinson, por ser quién es, ni los demás paisanos que tienen la poca fortuna de ser colegas de profesión y de universidad de este infame personaje, y mucho menos mi prima, que al principio detestó esta carrera pero que ahora le está dando de comer, me han restregado en la cara sus conocimientos y sus títulos.  Todos ellos saben que así como ellos se mataron aprendiendo esos conocimientos, yo tengo los míos y perfectamente se han complementado en causas comunes.

Y para rematar, el tipo ni siquiera sabe cómo hacer correctamente una prueba atlética...  No digo más al respecto.

jueves, 6 de abril de 2017

Nueve: El azar.

Hoy asistí a una chocolatada en el salón comunal del municipio donde me encuentro, organizada por los estudiantes de grado undécimo de la Institución Educativa Departamental.  Se cruzaba, en parte, con la programación de la Fase Municipal de los Juegos Intercolegiados, pero no fue impedimento para que ambos eventos coexistieran y buena parte de la población que habita esta pequeña urbe asistiera.

Dudé, porque no quería gastar dinero en la boleta, pero el hecho de poder hacer algo muy distinto a la rutina me facilitó las cosas.  Pasadas las seis, llegué al salón solo y busqué un lugar, quería una mesa, pero la gran mayoría estaba ocupada y no hubo de otra que buscar una silla y sentarme cerca a una pared.  Poco a poco, los miembros más distinguidos de esta sociedad -del alcalde hacia abajo, para que me entiendan- llegaron y se nutrió la asistencia al evento.

El personero fungió como maestro de ceremonia y así, con algo de improvisación, todo inició.  Un famoso juego llamado bingo fue el acompañante perfecto de la chocolatada, que terminó siendo "tamalada" porque al final ofrecieron un suculento tamal para cenar; estuvo muy delicioso el plato.  Hubo ganadores y al menos tres empates, y por supuesto, no gané nada, como suele suceder en esas pocas oportunidades de jugar en cosas así.  Pasadas las diez, el evento terminó en su parte esencial, y de ahí salí, aquejado de algunas molestias en mi sistema digestivo, que me dejaron cierta preocupación.

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Hacía muchos años que no jugaba bingos, la última ocasión que recuerdo fue uno que hicieron para apoyar a la escuela de baloncesto, allá en Anapoima.  Esa vez mis sistemas nervioso y circulatorio estuvieron muy a prueba, debido a la ansiedad que produce ese juego, por el mismo afán de ganar.  Hoy, mantuve la calma durante buena parte del evento.  Pero, yo quiero además contar otra cosa.

No soy devoto de los juegos de azar.  No me atraen.  Pienso que es una forma muy mala de gastar el dinero y el tiempo.  Para ganar, se necesita invertir mucho tiempo, como en los bingos y mucho más dinero, como en los demás.  ¿Han calculado cuál es la probabilidad de ganarse un chance o la lotería?  ¿Lo han hecho con el Baloto?  A veces, aborrezco las rifas por las mismas respuestas, pero por necesidad, he tenido que realizarlas, pero sabiendo apuntar el premio -suelo hacerlas con temas deportivos- para que los demás participen con gusto.  Y muchos otros, han debido realizarlas, para -inclusive- saciar sus necesidades más básicas.  Eso no quiere decir que no colabore con una rifa, cuando son personas de confianza quienes la realizan, suelo apuntarme; igualmente cuando se realizan con causas justas.

Volviendo a lo que es el chance, la lotería, y el mismo Baloto, dejé de jugarlos por la forma como invierten lo que pagamos por esos juegos, que se supone debe ir a la salud de nuestro país.  Le perdí la confianza desde que supe lo de los escándalos de corrupción protagonizados tanto por algunas loterías como por las entidades de salud.  Esa plata, terminó en manos de unos pocos que la invirtieron en mansiones lujosas y en autos de alta gama, no en mejorar nuestro atribulado sistema de salud.

Y peor aún, le sumo a esto los casinos y sus máquinas tragamonedas, o "tragaperras", como muchos vulgarmente les dicen.  He conocido casos de algunos allegados que se enviciaron con esas malditas máquinas.  Sueldos desperdiciados por horas y horas frente a una caja que puede dar un suculento premio, que es demasiado difícil de conseguir.  Gente que olvida a su familia por andar embobada pensando en sacar tres limones o tres sietes y llevarse el premio mayor.  Le huyo a esos sitios, en serio.

Hay que saber gastar el dinero, queridos amigos.  Y no son buenas ideas derrocharlo en estas cosas con frecuencia.  Llega siempre un momento que hará arrepentirse por priorizar eso en vez de una necesidad puntual.

miércoles, 5 de abril de 2017

Diez: Orinoco Flow.

Enya Patricia Brennan (Eithne Pádraigín Ní Bhraonáin, según su escritura en irlandés), conocida por todos como Enya, es una cantante y compositora irlandesa nacida el 17 de Mayo de 1961 en Gweedore, Condado de Donegal, especialista en el género denominado "nueva era", cuyas melodías se orientan al folclorismo propio de la historia celta.  Inició su carrera integrándose en un grupo formado por algunos de sus familiares, denominado Clannad, pero llegó en un momento bastante álgido, pues su productor, Nicky Ryan, estaba teniendo serias desaveniencias con varios de sus miembros, motivando a una severa reforma.

Desde esa situación, en 1982, Ryan se asocia con Enya para iniciar y potenciar su carrera como solista, añadiendo además a la misma esposa de Nicky Ryan, Roma, quien se prendó de la capacidad innata de Enya para componer y se convirtió en su letrista oficial.  En 1984, lanzó sus dos primeros sencillos, "El viento solar" y "Miss Clare Remembers", incluidos en un disco recopilatorio denominado "Touch Travel".  También tuvo trabajos especiales, como el componer las bandas sonoras de la película "The Frog Prince" y la serie documental "Los Celtas", producida por la BBC.

Ya tenía éxito en las Islas Británicas la protagonista de esta reseña con estos trabajos, pero, en 1988, lanza su álbum "Watermark", que le otorgaría el reconocimiento mundial, obteniendo trece discos de platino, cinco de ellos en Australia.  Se considera este álbum como el inicio de la música de la nueva era, aunque la misma Enya lo negó.  El álbum fue reeditado en 1989 y en el 2009, con relativo éxito comparado con la primera edición, pero, bueno, ya sabemos qué pasó con la carrera de Enya, que después de ocho álbumes, ha logrado consolidarse dentro de este mundo musical y con gran éxito por todo el planeta.

Dentro de "Watermark", este sencillo que compartiré, denominado "Orinoco Flow", es la carta de presentación del álbum.  Coloquialmente, se le conoce como "Sail Away" por la repetición de esta expresión en su letra.  Realmente, rinde homenaje a la casa productora del sencillo, Orinoco Studios y se cree que también rinde homenaje al caudaloso Río Orinoco, al igual que a los productores Rob Dickins y Ross Cullum.

¡Sírvanse escuchar esta grandiosa canción!



 ♫

Let me sail, let me sail,
let the Orinoco flow.
Let me reach, let me beach,
on the shores of Tripoli.
Let me sail, let me sail,
let me crash upon your shore.
Let me reach, let me beach,
far beyond the Yellow Sea.

-De, de!-
-De, de!-
-De, de!-
-De, de!-
-De, de!-

Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!

From Bissau to Palau,
in the shade of Avalon.
From Fiji to Tiree,
and the Isles of Ebony.
From Peru to Cebu,
hear the power of Babylon.
From Bali to Cali,
far beneath the Coral Sea.

-De, de!-
-De, de!-
-De, de!-
-De, de!-
-De, de!-

Turn it up, turn it up, turn it up, up, up. 
-Adieu, ohhhh!-
Turn it up, turn it up, turn it up, up, up.
-Adieu, ohhhh!-
Turn it up, turn it up, turn it up, up, up.
-Adieu, ohhhh!-
 
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!

From the North to the South,
Ebudae into Khartoum.
From the deep Sea of Clouds,
to the Island of the Moon.
Carry me on the waves,
to the lands I've never been.
Carry me on the waves,
to the lands I've never seen.

We can sail, we can sail,
with the Orinoco flow.
We can sail, we can sail...
Sail away, sail away, sail away!
We can steer, we can near,
with Rob Dickins at the wheel.
We can sigh, say goodbye,
Ross and his dependency.
We can sail, we can sail...
Sail away, sail away, sail away!
 We can sail, we can sail...
Sail away, sail away, sail away!
 
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!
Sail away, sail away, sail away!

 ♫

martes, 4 de abril de 2017

Once: Branco.

En buena parte de las décadas de los ochenta y los noventa, existió un futbolista gaúcho -se les dice así a los oriundos del sur de Brasil, más exactamente del estado de Río Grande del Sur-, lateral izquierdo, llamado Claudio Ibrahim Vaz Leal, conocido por todos como Branco.  Nacido un día como hoy de 1964 en la ciudad de Bagé, inició su carrera profesional en el Colorado, el Internacional de Puerto Alegre para luego, en 1982, llegar al Fluminense.  En 1986, luego de integrar la selección nacional que participó en el Mundial de México, atiende el llamado del Brescia, donde duró dos años.  Integró al Oporto y al Génova, para retornar en 1993 al eterno rival de los colorados, el Gremio.

Retornó al Fluminense en 1994 para preparar el Mundial de Estados Unidos, el cual ganó con Brasil, y ya con treinta años, inició una correría muy particular por el mundo, resumida en estadías en Corinthians, en Flamengo, un retorno al Internacional, en el Middlesbrough, en el MetroStars de Nueva York, en Mogi Mirim y una última en Fluminense, donde se retiró en 1998, agobiado por serios problemas de sobrepeso.

Es muy recordado, no solo por su excelsa capacidad para disparar desde media y larga distancia, por ser la víctima de los famosos bidones de Bilardo en el Mundial de 1990.  Es el cuarto jugador en su posición con mayor número de partidos con la selección brasilera.  Y para cerrar este texto, los dejo con el gol que lo inmortalizó en la historia.

lunes, 3 de abril de 2017

Doce: Nemocón.

No había decidido incluso a las primeras horas del domingo si saldría o no.  Lo cierto, es que casi sobre la media mañana, decidí viajar.  Quería conocer un poblado cercano a Zipaquirá, pero por poco, el transporte intermunicipal no ayuda, gracias a la falta de planeación de la tripulación, que no había desayunado antes de iniciar su recorrido y casi daña el día.

Sobre las doce y media llegué a Zipaquirá y lo primero que hago, es buscar el "módulo" regional dentro de su terminal.  Allí, salen los móviles a Sopó, a Cajicá, a Tocancipá, a Gachancipá y al destino que quería conocer, Nemocón.  Pasada la una, llegué allá.  Apenas había escuchado cosas sobre ese poblado, en parte por Don Norman, en otra por algunos conocidos.

Sí que quería saber qué ofrece Nemocón.  Descendí del móvil que me trajo cerca al paradero, un poco distante del centro, y como la idea era caminar y conocer, pues, bueno, ustedes saben qué hago ahí.  Recorrí el camino hacia el centro con algo de afán y cuando llegué allá, decidí merendar en una frutería, para también recargar mis aparatos electrónicos.  Debo decir que ese primer recorrido me cansó lo suficiente.

De resto, decidí buscar el camino a las minas de sal.  Me contaron también, que la experiencia al ingresar a ellas es mucho mejor que ingresar a la misma Catedral de Sal de Zipaquirá.  Hay que acotar que la Catedral de Sal es relativamente nueva, ya que la antigua tuvo que cerrarse, en cambio las minas de Nemocón han permanecido en el tiempo.  De cualquier forma, el tiempo apremió y no hubo mucho presupuesto para ingresar a ellas.  Quizá con Don Norman hagamos ese recorrido.

Regresé hacia el centro, y decido tomar el camino contrario al del servicio público para terminar mi recorrido en el ingreso desde Zipaquirá.  Pude ver el mirador, y hubiese deseado también ascender hasta allá.  Vi un poco de fútbol local en el estadio, mientras llegaba el transporte.  Y apenas pasé el cementerio, mi transporte de regreso llegó.  Y era hora de volver a Zipaquirá y a la realidad.  Ojalá pueda volver a Nemocón pronto.

domingo, 2 de abril de 2017

Trece.



En la madrugada de ayer, las lluvias causaron el desbordamiento de varias quebradas que cruzan la ciudad de Mocoa, capital del Putumayo.  Ese fenómeno natural, sumado a la deforestación y a la falta de planeación ante estas situaciones, causaron una tragedia dentro de esta ciudad, arrasando lo que se encontraba a su paso.

La cifra de muertos y de desaparecidos aumenta, cinco barrios han sido destruidos y el Departamento del Putumayo está incomunicado por vía terrestre.  Lamento de todo corazón lo sucedido y sé, que como lo han pedido y expresado nuestras autoridades, que los compatriotas ayudaremos a todos aquellos que se han quedado sin techo y necesitan volver a empezar.

Esta tragedia nos hace reflexionar sobre qué hemos hecho como ciudadanos para proteger el ambiente que nos rodea.  Hoy lamentamos lo que le pasó a Mocoa, ¿mañana a quienes?  Puede ser cualquier ciudad o poblado de este país.  ¿Hasta cuándo dejaremos de jugar con nuestro entorno?

sábado, 1 de abril de 2017

Catorce: Sin planes.

En este poblado alejado y frío, no hay muchas cosas por hacer.  Es tan tranquilo, que parece mi casa un lunes festivo después de las ocho de la noche.  Todos cierran temprano, salvo algunas tiendas que venden cerveza y licores, por lo general, los viernes y los sábados.  Realmente, los pocos planes los proponen los más jóvenes o los compañeros de trabajo.  Y con ellos, casi siempre es el alcohol el que acompaña.

En dos días seguidos, tomé.  Ustedes saben que detesto hacerlo, muy rara vez por gusto propio lo hago.  Y mucho menos, convaleciente.  Me gané un merecido regaño.  Ni siquiera con Don Norman lo hago.  En fin, de a poco me integro con la gente de estos lados, con los pocos que tengo algo de confianza.  Pero, no me gusta esa vía.  No sigo arriesgando así mi salud.

Si así son las cosas, prefiero estar encerrado o viajar.  Esto de no tener un plan que al menos, me saque un poco del ambiente, aburre.