sábado, 31 de mayo de 2014

Adiós, Mayo.

No me dejó buenas noticias este mes, me dejó mucha incertidumbre.

No han llamado para ese trabajo temporal para el que me capacité en Abril, pero seguiré esperando, no tendré que moverme para nada de casa y habrá un buen dinero de por medio.

Recibí una "grata" noticia de parte del ICETEX, pero me dejó todavía más confundido y triste porque podía haberla conocido antes y poder terminar cosas que no pude terminar.

Sigo viviendo el cambio de etapa, pero estos últimos días me dejaron muy triste y muy preocupado, siento que mi futuro está más oscuro que un agujero negro.

Tengo todavía el corazón muy compungido por esa cosa inmaterial que deseo desde hace tres años.  Hasta "mariposas en el estómago" siento por ese asunto.

Peleé con mi familia nuevamente, y le incumplí una promesa, aunque parcialmente, a alguien que me estima mucho.

Parece que el problema de mi brazo no es tan grave como se pensó, pero tengo miedo por mi columna.

Volví a disfrutar de una noche girardoteña, como hace algún tiempo lo planeé, con muchos gratos recuerdos.

Voté, en la primera vuelta de las presidenciales, por alguien que no ganó, pero se votó a conciencia.

Y bueno...  Mañana ya es Junio, mes asociado a las vacaciones.  Se debe definir todo.  Se debe retomar el buen camino.  Debo ser consciente y responsable sobre cada paso que dé.  Ojalá todo ese esfuerzo, material y espiritual muestre sus resultados.  Y ya se están dando los primeros pasos...

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte IV)

Vamos con el año donde se tuvo que dejar un clima por el otro, todo por ese sueño.

El 2003: Del calor al frío por seguir un sueño

Había empezado ese año con la herida aún abierta de lo sucedido en el semestre anterior.  Sabría, que ya no vería más materias que tuviesen que ver con programación, pero quedaban vivas algunas que tendrían que ver con matemáticas.  Solo vería cuatro materias, si mi recuerdo no falla, igual era una señal clara de que la carrera se acabaría pronto.  Esas eran: Sistemas de Telecomunicaciones, Gerencia de Informática I, Investigación Operacional II, y Telemática I.

Era hora de agradecerle al profesor Rafael Rincón, quien me dictó esa Investigación Operacional las buenas gestiones que hizo por mí el semestre anterior; finalmente terminó recompensando una actuación brillante que tuve en un evento de la universidad sobre el final del semestre, el cual contaré al final de esta primera parte.

¿Las notas?  Las esperadas, aunque se sufrió un poco con Telemática.  Perdí algunas clases por andar pendiente de otras situaciones que me dejaban algo de dinero para poder subsistir en Girardot.  De resto, el semestre fue bueno.

Al finalizar ese ciclo, la mayoría de mis compañeros pretendía irse para Bogotá a realizar su práctica empresarial y yo, estaba indeciso sobre quedarme o irme.  La mayoría, logró tomar camino, y recuerdo tanto una mini-fiesta de despedida para una compañera en una pizzería llamada "Pizza al paso", en la salida hacia Melgar.

También recuerdo mucho una escapada nocturna hacia "La Morada del Viento", un sitio que está ubicado en lo alto de una colina, en la parte norte de Girardot, antes de finalizar el semestre.

Les cuento cuál fue la actuación que me dejó muy motivado en ese final de semestre.  Para ese entonces, la universidad realizaría una "feria de la ciencia", y como siempre, el grupo donde supuestamente estaba, se involucró en varias actividades.  Como solía suceder durante varios semestres, yo no me sentía incluido en ninguna actividad, así que me la pasé en esa feria solo, en ocasiones haciendo mala cara y en otras, con ganas de salir corriendo de la universidad.  El sábado, el día de la clausura, se realizaba un concurso muy al estilo del #Sabelotodo o de "Concéntrese", y sin perder la costumbre, llegué al salón de audiovisuales solo y preguntando qué debía hacer.  Al saberlo, tomé un lugar, pero me responden que debía estar acompañado.  Les dije que esperaré pacientemente, que si no había un acompañante, me iría.  Al poco tiempo, llegaron todos mis compañeros y el resto de los "competidores", entre los que estaba el director de Bienestar Universitario.

Cuando mis compañeros llegaron, murmuraron sobre quién debía ser el que me acompañaba.  Yo a duras penas volteaba a mirar, estaba pensando más en salir del salón que en buscar un acompañante.  Efraín se apuntó a esa tarea, y me sorprendí, ni recuerdo qué le pregunté, pero me dijo que no quería que me fuera de ahí.  Y ahí empezó todo, hasta supe que algunos profesores fueron a ese concurso y varios de los que conocía, estaban dentro del jurado que había tanto construido las preguntas como verificado cada respuesta.

Increíblemente, gané con varias preguntas que me hicieron sobre Girardot, sin ser girardoteño.  Denis después de una de esas respuestas se salió del protocolo y dijo "y vean que este no es de Girardot".  Todos querían linchar al director de Bienestar Universitario, porque, ¡estaban conmigo!  ¡El hombre quería ganar como fuera!  Creo que hasta el maestro de ceremonia, el reconocido periodista Jaime Rico Cartagena, quería que ganara.  Me llevé un poco de premios, en especial, un estuche porta-CD que se podía empotrar en una torre.  (El problema era en cuál torre...)  Efraín se llevó parte de ellos, aclaro, sin él no podría haber participado.

Y llegaba la hora de cambiar de aires...

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Junio y Julio del 2003.  No sabía qué hacer.  Me había despedido de cierta persona con mucho sentimiento.  Estaba la opción de quedarme en Girardot buscando la práctica allá o intentar la hazaña en Bogotá.  En Anapoima, solo había un lugar para realizar la práctica y no se presentó la oportunidad.  Girardot aún estaba en crisis.  La respuesta era obvia, había que intentar algo en Bogotá.

La sede girardoteña de mi universidad autorizó los traslados, el mío no era 100% seguro porque me fui sin asegurar un lugar para la práctica, aún después de iniciadas las clases.  Tanto recuerdo en el día de mi presentación que esa semana podría ser la primera y la última, pero no fue así.  Mi primera práctica en Bogotá fue en una innombrable empresa de programación, junto a Johana, una compañera de Ibagué.

Mis compañeros terminaron, muy, pero muy bien ubicados.  Yo, debí salir de esa empresa innombrable porque, querían gente de tiempo completo, además, la programación en ASP nunca se me facilitó.  Así me quedé un mes sin práctica empresarial.  Varias veces me quemé la piel esperando respuestas en la antigua oficina de Práctica Empresarial, varias veces lloré de la rabia por no poder pasar en una empresa, varias veces sentí que debía dejar esto y aprovechar el buen entorno que se vivía en esa época.

En Octubre, salió la oportunidad laboral que siempre recuerdo en cualquier parte, la oportunidad en Fernando Mazuera y Compañía.  Cuando supe que terminaría mi práctica allá, fui a Jardines del Recuerdo y oré frente a la tumba de Don Gonzalo, de rodillas y sacando unas cuantas lágrimas porque quizá, en algún momento de su vida, quería que llegara a una gran empresa.  Y Mazuera sí que lo es.  Allá duré hasta mediado Enero del 2004, por el asunto de los tiempos.  En otra ocasión detallaré más esa experiencia.

Solo debía ver dos materias, las cuales no fueron de notorio aprendizaje, prácticamente repasamos lo que vimos el semestre anterior.  Ni recuerdo bien cómo se llaman.  Incluso la facultad debió conseguir dos profesores más para dividir el grupo, era demasiado grande y se sufría por el tema de espacio.  Ni hablo de las notas, fueron justas para mantener la beca.

Lo que no hice allá, fue encerrarme junto a mis compañeros que vinieron del clima cálido.  Aprendí a valorar el respeto y el aprecio que sabiamente, todos los compañeros y ahora colegas que venían del proceso en la Piloto de Bogotá.  Fui testigo de varios conflictos infames y vergonzosos entre ambos "bandos", me entristeció ver eso, en parte porque vi la parte negativa de mis compañeros girardoteños.  Poco a poco, conforme avanzaba el semestre, terminé dándome cuenta de lo malas personas que son y ahí surgió la brecha, que terminaría de hacerse más grande en el año siguiente.

viernes, 30 de mayo de 2014

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte III)

Vamos con mi tercer año, el que casi me hace perder toda intención de continuar.

El 2002: El año donde se vivió el fracaso demasiado cerca.

Era el año del mundial.  En Febrero, inicié mi quinto semestre, con algunas novedades.  Ya dejaba de ver Física, la que correspondía ver en ese semestre la vi el semestre anterior.  Tendría profesores nuevos para algunas materias, como Análisis Numérico.  Volvería a encontrarme con el profesor que me dictó Lógica, pero en otra asignatura.

Así fue el orden de mis asignaturas: Probabilidad y Estadística Aplicada, Ingeniería de Software I, Sistemas Operativos I, Análisis Numérico y Procesadores y Arquitecturas.  Sistemas Operativos I la iniciamos con cierto atraso, pues no hubo profesor que la dictara por poco más de un mes.

De ese semestre puedo recordar que me volé varias veces de clase para poder cumplir con algunos compromisos deportivos, entre esas voladas, se incluye el terminar a las carreras un parcial de Análisis Numérico.  Fui subcampeón del campeonato de fútbol de salón semestral con un equipo que armaron algunos compañeros de Marcela, entre ellos, algunos paisanos.  Tuve un dilema moral respecto a un incidente que tuvo como protagonistas a dos compañeras.  Fuera de la universidad, allá inicié mi álbum mundialista, aunque tuve que finalizarlo pasado el semestre, en La Mesa, pues no abundaban los recursos para seguir consiguiendo láminas, pero así conocí muchas partes de Girardot que no conocía en ese tiempo.

¿Las notas?  Muy, pero muy regulares.  No le tuve paciencia al Assembler, en Procesadores y Arquitecturas.  Fui el peor del salón en Probabilidad gracias a un trabajo que no pude entregar, todo por no tener ni un computador ni saber manejar herramientas de almacenamiento y compresión de archivos.  En Análisis Numérico me fue muy bien, aprendí a defenderme con los sistemas numéricos.  En las otras materias, pues, se hizo lo que se debía y aún seguía vivo, a pesar del promedio.

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Había pasado el Mundial, lo había ganado Brasil, y era cuestión de semanas para que llegara el sexto semestre.  Volvía a encontrarme con el profesor Genaro Bernal desde el primer semestre, pues él fue mi profesor de Álgebra Lineal y la materia que vería tenía muchos conceptos de esa.

Esa materia, se llamaba Investigación Operacional I.  Las otras materias que vi fueron, en su orden: Sistemas Operativos II, Ingeniería de Software II, Matemáticas Financieras, Metodología de la Investigación y no estoy 100% seguro si vi una sexta materia.

En ese semestre, viví el infierno nuevamente.  Por obra y gracia de un compañero y a la vez, pésimo líder, casi pierdo Investigación Operacional I.  El examen final era un trabajo grupal y al salón lo dividieron en dos grupos de casi quince personas, yo terminé en el segundo grupo, el que debería ir a una fábrica de artículos de seguridad en Flandes.  No me hicieron sentir cómodo en el grupo, no me sentí partícipe, y para variarla, el "cabecilla" de ese grupo solo le preocupaba cierto número de personas.  Perdí la materia de entrada, pero los buenos oficios de los profesores Ancízar Barragán y Rafael Rincón le cambiaron la percepción al profesor Genaro y pude presentar el trabajo nuevamente, pero solo y literalmente tirando al abismo al otro compañero víctima de ese mal líder.  Nunca me había sentido tan mal por dejar solo a ese compañero.  Pasé raspando, repitiendo la experiencia de ser el peor de la clase, como en el semestre anterior.  Y por esa cuestión, me tuve que perder la graduación de mi hermano Óscar y la consiguiente fiesta.

Me fue muy bien en Matemáticas Financieras y en Metodología de la Investigación.  Con esas dos materias tengo una anécdota lindísima.  Por un mal cálculo había perdido un quiz de esa matemática y salí muy furioso del salón, la segunda clase la tenía con la profesora Gloria Medina en el siguiente horario.  Ella me vio muy triste y me dice: "M'hijo, tenga cuidado, no se exceda en eso porque termina enfermándose".  No le hice tanto caso después de algunos años, pero a esta hora de la vida, sí que vale la pena ese consejo.

Debí volver a ver a mi profesor de Bases de Datos en Ingeniería de Software II, con los mismos problemas, enfocándose solo en unos pocos y los demás podían irse al infierno.  Algo similar pasó con Sistemas Operativos II, donde me di cuenta, que a pesar del deseo personal del profesor -el ingeniero Montoya- de que todos aprendieran, que tampoco se preocupaba por el grupo.  En ambas, me fue muy regular.

Fue un final de año muy amargo, donde empecé a darme cuenta con qué clase de personas estaba tratando.  Creería que más de uno empezaba a darme por muerto desde ese día, pero no se esperaban que apareciera en el siguiente semestre.

jueves, 29 de mayo de 2014

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte II)

Vamos con el segundo año en Girardot, el mejor que tuve en mi etapa universitaria.

El 2001: Un año de buenas notas

Llegó el nuevo siglo y con él, el tercer semestre.  Me reencontraría con el profesor con el que perdí Cálculo, sinceramente, no quería verlo nuevamente, porque no guardaba un buen recuerdo de esa experiencia y porque no me gustaba su metodología para calificar, era directa, sin trabajos, eran los exámenes escritos nada más.  Mi familia decidió buscar residencia en Girardot para Marcela y para mí; había propuesto compartir vivienda con algunos paisanos, pero en casa se opusieron y la decisión final fue buscar algo solo para los dos.

Encontramos un lugar justo, pero era algo lejano respecto a la Universidad, en el Barrio La Esmeralda, en una casa de familia.  De entrada, no me gustó, pero poco a poco esa percepción fue cambiando, el ambiente de barriada me agradaba día a día, hice amigos, jugaba cuando podía, pasé muchas tardes pateando un balón o corriendo, ¡hasta conocí una panadería que había en la parte baja del polideportivo!

Volviendo al tema académico, vi otra materia donde tenía que programar horriblemente, y de la cual no recuerdo un nabo, se llama "Estructuras de Información", la primera materia que vería por el ingeniero Alexander Montoya, egresado de la misma Piloto y con una característica que lo hacía distinto para muchos, es discapacitado.  Sufrí con esa materia, aparte de que también tenía que verla un sábado.  ¿Qué otras materias vi?  Matemáticas Aplicadas -con el profesor con el que había perdido Cálculo-, Física de Ondas, Epistemología II, Ecuaciones Diferenciales y Contabilidad.  De Contabilidad tengo una hermosa anécdota, la pasé con 5,0 y fui exento de presentar el examen final, en parte gracias a Marcela y a la buena metodología que aplicó el profesor Mauricio Moyano, coincidencialmente, profesor de Marcela en su primer semestre.  Por poco pierdo Ecuaciones Diferenciales, también viendo esa materia en un aburrido horario de sábado en la tarde.  No sufrí demasiado con Física, y las otras asignaturas me dieron colchón para seguir salvando la beca.

La brecha con la compañera con la cual me enemisté el semestre anterior, aumentaba, de forma cruel y en ocasiones, con cierto deseo de agredir.  Ella tenía un gravísimo defecto frente a los demás compañeros y eso le pasó factura unos cuantos semestres después, ya llegará el tiempo de contarles el asunto.

¿Salidas?  Sí, recuerdo una académica a Maloka, bastante accidentada y con mucho licor de por medio, gracias a la irresponsabilidad de algunos compañeros de Ingeniería Civil.  No me sentí cómodo en ningún momento, más de uno regresó enfermo.

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Cuarto semestre.  Se regresa a la acción de la siguiente forma: Conmutación digital y diseño lógico de circuitos, Software de Programación, Bases de Datos, Física Moderna, Matemáticas Complejas y Economía.  Tuve problemas con Software de Programación, pues el ingeniero Montoya, quien nos dictaría esa materia, no estaría de tiempo completo con nosotros gracias a unos compromisos académicos con la antigua Coruniversitaria de Ibagué por una buena parte del semestre.  En esa materia supuestamente aprendí a programar algo en HTML, lo poco que sé y me dejó este estudio.

Bases de Datos también me aburrió, por culpa del profesor, él no se preocupaba por el aprendizaje del grupo en general sino por el de unos cuántos.  Algo tengo que contar gracias a esa despreocupación, pero eso sucedió en Bogotá.

En Matemáticas Complejas, me di cuenta de la parte buena que tenía el profesor que la dictaba.  ¿Quién era?  Sí, el mismo que me dictó el Cálculo que perdí y Matemáticas Aplicadas.  Pinta de camionero, actitud dicharachera, conocimiento infinito, ¿qué más podía pedirle uno a la vida?

En Conmutación Digital, me fue bien, aunque en el examen final, dos compañeras me salvaron el pellejo y se lo salvaron a Hernán también, porque era un trabajo grupal y nosotros dos no hicimos gran cosa que digamos...  Bueno, se aprendió bastante de electrónica en esa oportunidad.

El grupo se hizo más corto, una compañera perdió Física de Ondas el semestre anterior y decidió retirarse de la universidad, pero en ciertas asignaturas se hacían presentes compañeros de otros semestres que de una u otra forma, hacían más llevadera la vida en grupo.

En ese semestre, creo que volví a Maloka, pero como parte de una salida programada dentro de las actividades de Medio Ambiente.  La pasé muy bien, pero el licor, el bendito licor...  Más de un viajero estaba muy borracho al regresar y por fortuna, me bajé del bus en mi casa.

¿Las notas?  Fue otro buen semestre, el promedio estuvo cercano al cuatro que requería.  La Física no me dio tantos problemas en cuanto a los números, al igual que Bases de Datos con sus inconvenientes.  De todas formas, fue el mejor semestre que tuve, hasta el momento.

miércoles, 28 de mayo de 2014

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte I)

Hoy comienzo una serie que narra lo que fue mi carrera profesional.  El antes, el durante y el después.

Anoche, me puse a pensar sobre el por qué me terminé graduando como ingeniero de sistemas, sin tener una herramienta informática propia.  Nunca entenderé por qué lo hice ni cómo lo hice.  En estas líneas, durante estos días, les contaré mucho sobre esa experiencia.  Aquí vamos.

¿Cómo llegué y cómo fueron mis primeros dos semestres?

A la Piloto llegué gracias a una beca que me gané en un concurso, con metodología similar al Examen de Estado que se realizaba en ese entonces, allá en Septiembre de 1999.  Casi me quedo sin el cupo que me permitiría aceptar la invitación de esa universidad, pues en mi colegio -el Departamental Integrado de Anapoima, no me acostumbro a decirle "Julio César Sánchez"- decidieron seleccionar tres estudiantes de cada undécimo y echando suertes, un compañero del segundo undécimo no fue seleccionado.  Cabe anotar que aún estaba fresco el Examen de Estado para todos nosotros y la preparación que nos habían hecho para salir airosos en La Mesa el 21 de Agosto de 1999 me serviría bastante para ese concurso.

Presenté ese concurso sin expectativa alguna, sin esperar nada a cambio, en la ciudad de Girardot.  Allá tiene una sede igual de importante a la principal en Bogotá la Universidad Piloto de Colombia.  Después de un pequeño incidente, le pregunté a un funcionario si ofrecían licenciaturas allá, cuya respuesta fue negativa.  Con esa idea me regresé para Anapoima y había que esperar...

En Octubre, la impaciencia de tener decidido dónde estudiar me hizo planear con mi papá un viaje hacia Girardot, entre semana.  Había declinado buscar una opción en Bogotá, porque para ese tiempo, no estaba acostumbrado al clima frío y no quería alejarme demasiado ni de mi tierra ni de mi familia.  Entonces, la primera parada de ese viaje, fue la Universidad de Cundinamarca, para preguntar por las licenciaturas y salimos bien atendidos de allá.  Como me había ganado la Distinción Andrés Bello -en ese año se entregaron por última vez para los mejores bachilleres por cada municipio-, no era complicado para mí el ingreso, solo había que tramitar el crédito ante el ICETEX.

Cuando estábamos pensando en regresar, tuve una corazonada y le dije a Don Norman: "Papá, ¿podemos ir a la Piloto?  No sabemos nada del concurso por el cual vine y quiero saber qué pasó".  Accedió inmediatamente, y tomamos un taxi hasta allá, entramos y conocimos a Esperanza Ducuara, la funcionaria encargada de atender a los aspirantes.  Le pregunté gentilmente sobre el concurso y me mostró un documento que certificaba, para mi propia sorpresa, que había conseguido el segundo puesto en mi categoría, y por consiguiente, la beca para estudiar allá.

Supe antes que todos en Anapoima y a Don Norman le dije: "Aquí me quedo".  En Anapoima, no se enteraron hasta prácticamente finalizado el año lectivo, pues la comunicación oficial de la Piloto no había sido enviada y cuando se hizo pública, la celebración fue notoria dentro del colegio, gracias a que la noticia se entregó en una actividad cultural.  ¡Hasta el compañero que más me molestaba en ese entonces me felicitó por ese logro!

Solo quedaba ultimar los detalles, graduarme, inscribirme, legalizar la beca y de paso, arrastrar a Marcela.  Ella no tenía decidido dónde estudiar, y en parte por no dejarme solo, ingresó a la misma Piloto, pero a estudiar Contaduría Pública.  La Navidad de 1999 estuvo llena de ansiedad por esperar el día de inducción.  Debí abandonar la Banda Municipal de Anapoima y mi último concierto como integrante activo fue el sábado anterior a esa inducción, ¡fue maravilloso!

Llegamos a la inducción un 18 de Enero, Marcela estaba cerca de cumplir años y yo estaba a tres meses del mismo fin.  Llegamos con una conocida del pueblo, y con ella -junto a su hermano, quien estudiaba cocina en el SENA- viajábamos todos los días desde Anapoima hasta Girardot, recogiéndonos en casa, a excepción de los sábados, en los cuales debíamos madrugar para tomar el bus a las seis de la mañana.  Solo en una ocasión, que recuerde, no fui a clase ese primer semestre, gracias a una rabieta que tuvo el "cocinero" por un asunto familiar.  De vez en cuando me quedaba en casa de Hernán, el primer buen compañero y amigo que tuve en esa etapa.

En el currículo, ¿cómo fue ese primer semestre?  Mis materias eran, en ese orden: Cálculo, Fundamentos de Ingeniería, Lógica de Programación, Física Mecánica, Metodología de Estudio, Álgebra Lineal.  No era misión imposible, pero no era fácil, dado mi antecedente escolar en Física.  Me costó sangre, casi la pierdo, al igual que Álgebra Lineal; ambas quedaron en tres.

La que sí perdí, pero por descuidado, fue Cálculo.  Tenía todo para pasar sobrado el examen final y un error estúpido en una operación dejó la nota en 2,5.  Ahí me tiré la beca y todo el esfuerzo que hice por lograrla.  Regresé ese sábado lo más rápido posible a casa, llorando desconsoladamente por ese fracaso y ganándome una agresión violenta por parte de mi mamá varios días después.

Las otras materias, las dejé arriba de 3,5, no recuerdo cómo.  Detesté Lógica de Programación por la forma de enseñar de su profesor, aunque la materia no fue complicada.  Metodología de Estudio fue un paseo.   Fundamentos de Ingeniería tenía su cáscara.

Los compañeros...  Ingresé con casi cincuenta compañeros más.  Todos apiñados en un salón, aunque algo grande.  No nos dividieron.  Me encontré con una conocida del pueblo y con otro que pude reconocer del concurso aquel.  La gran mayoría de mis compañeros, egresados de colegios girardoteños o de Flandes, eran muy pocos los foráneos.  Una de esas compañeras, terminó siendo mi dolor de cabeza y de corazón durante un buen rato, pues me recordaba mucho a una compañera apuleña que tuve en mi bachillerato.

Recuerdo de ese semestre, la salida al Desierto de La Tatacoa, incluida en las actividades de Medio Ambiente que debíamos cumplir como requisito para graduarnos.  Esa historia después la contaré.

Finalizando ese semestre, pensaba más en cómo seguir estudiando y en cómo recuperar esa materia perdida rápidamente.  Pero una buena noticia se acercaba unos meses después.

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La Universidad había decidido hacerle ajustes al currículo de Ingeniería de Sistemas, lo cual hacía que las dos asignaturas a cursar del currículo anterior respecto al Cálculo se fusionarían en una sola.  Además, no se cursaría Física desde el primer semestre.

Mientras tanto, no pude concretar el uso del beneficio que obtuve por ser portador de una Distinción Andrés Bello, por unos documentos.  La buena noticia, es que esa sola distinción me salvó la beca, nunca supe el por qué.  ¿Sería por ser buena persona?  ¿Sería por ganarme el cariño de las altas esferas de la universidad?

Lo único "malo", es que tendría que ver todo el Cálculo en segundo semestre, a excepción de mis compañeros, quienes ingresarían a verlo pasado el mes de Septiembre.  Varios compañeros se rezagaron por haber perdido Álgebra Lineal, pues les cruzaron esa asignatura con la Física que verían los que estábamos "nivelados".

Más de la mitad de los compañeros con los que cursé primer semestre se rezagaron o se retiraron.  Quedó un núcleo bastante fuerte, el que daría de qué hablar en la universidad durante muchos años.  Gente capaz en matemáticas y en programación empezaba a destellar.  Ahí empecé a darme cuenta que algunas cosas de esa carrera no eran para mí, en especial la programación, pues la debía ver los sábados a las siete de la mañana por cuatro horas seguidas.

Esa materia se llamaba "Software de Lenguajes".  Las otras materias que vi eran, en su orden: Cálculo Diferencial e Integral, Estructuras de Datos, Física Electromagnética, Lógica y Epistemología I.  Me fue muy bien en varias materias, salvo en la Física, que pasé otra vez raspando, no se me daba.  Conocí a uno de los profesores que más influyó en mi forma de ver y pensar las cosas.  La única preocupación real era el promedio y eso me siguió ayudando con el asunto de la beca.  Además, compartí algunas materias con los compañeros de Ingeniería Civil, carrera que se empezó a ofrecer en ese segundo semestre del 2000.

En ese tiempo decidí dar el paso adelante respecto a cierta persona que me causó dolor de corazón, con su consabido rechazo mal interpretado.  Ahí empezó el calvario personal que me marcó durante varios años.  También tuve mi primera "enemistad" seria con una compañera.  Tanto Marcela como yo, cansados de los viajes diarios y de los problemas con el "cocinero", decidimos irnos a vivir a Flandes, donde una pariente de mi mamá, a la cual dejamos después de unos tres meses gracias a las intrigas y unas actitudes poco maduras del marido de ella, y por orden expresa de nuestros padres.  Terminamos pasando las últimas semanas del semestre donde una compañera de Marcela, cerca a la Universidad.  En ese semestre, cogimos la costumbre de viajar los lunes en la tarde desde Anapoima y regresar el sábado a la hora que correspondiera.

Ese final de semestre fue el primero de los pocos semestres buenos que tuve.  En Diciembre, era hora de despedir el siglo y el milenio y a pensar en el tercer semestre, que pintaba interesante.

lunes, 26 de mayo de 2014

"Maligno"

Si uno habla de Aterciopelados, es hablar de buena parte de la historia del rock colombiano.  La banda fue formada por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, luego de que se conocieran en la Universidad de Los Andes; denominando la banda como "Delia y los Aminoácidos" para luego tomar su nombre actual.  Varios de sus éxitos incluyen las versiones propias de "La Cuchilla" y "Baracunatana", "Bolero Falaz" y "Florecita Rockera".

La canción que voy a compartir, hace parte del cuarto álbum de la banda, llamado "Caribe Atómico".  Solía escucharla en los días siguientes al Terremoto del Eje Cafetero, y decidí recordarla en varias fechas recientes gracias a ciertas situaciones.  Debo comentar, pese a mis escasos conocimientos musicales, que esta canción tiene algunas influencias del tango y de la música electrónica.



"Lento, muy lento,
como un implante,
incrustado en mi interior,
en mi cerebro,
nube implacable,
mi voluntad destruyó.
Poquito a poco
tú te instalaste,
¿eres huésped o invasor?"

"¡Tiñes mis días de fatal melancolía!
¡Eres el hacha que astilló toda mi vida!
¡Premeditada y divina...!"

"Cruel y despiadado,
me has humillado,
y sin embargo aquí estoy,
aunque me ultrajes
aunque me uses,
siempre a tu disposición.
Se acabó,
he llegado al límite,
de mi ciega devoción"

"¡Tiñes mis días de fatal melancolía!
¡Eres el hacha que astilló toda mi vida!
¡Premeditada y divina...!"

"Quiero desintoxicarme,
cortar esta dependencia,
antes que sea tarde"

"¡Tiñes mis días de fatal melancolía!
¡Eres el hacha que astilló toda mi vida!
¡Tiñes mis días de fatal melancolía!
¡Premeditada y divina...!"

miércoles, 21 de mayo de 2014

El fantasma de Ribonetto.

Entre Anapoima y Bogotá, 19 de Diciembre del 2004.

Ese domingo madrugué, estaba "superando" el mal sabor de boca que me dejó el final de semestre, el que debió ser el final con broche de oro de mis estudios profesionales.  Esa madrugada, era también para mi mamá, quien me invitó a viajar a Bogotá.  El plan consistía en llegar al Restrepo temprano para un evento que al final no me agradó mucho, y acto seguido, ir al barrio Centenario para la primera comunión de Sandy, la hija de mi tía Rosalba.

Ese mismo día, se jugaba la final del segundo torneo del Fútbol Profesional Colombiano entre Júnior y Atlético Nacional.  Nacional había perdido la final del primer torneo ante el Independiente Medellín, por un marcador global de 2-1.  En ese semestre, Nacional había clasificado quinto en la ronda del "todos contra todos" y logró clasificarse primero en su cuadrangular eliminando al América, al Tolima y al Once Caldas.  Mientras tanto, Júnior clasificó octavo en el "todos contra todos" y superó en el otro cuadrangular al Cali, al Medellín y al Bucaramanga.

Cuatro días antes de ese domingo, el miércoles 15, Júnior vencía 3-0 a Nacional con goles de Leonardo Rojano, Hayder Palacio y Roberto Peñaloza, dejando una tarea difícil de lograr para los dirigidos en ese entonces, por Juan José Peláez.

Nacional no quiso que el Júnior jugara con su acostumbrada camiseta rojiblanca, por cuestiones agoreras, e hizo que el equipo "tiburón" jugara con unas camisetas de entrenamiento de color amarillo.

Mientras se celebraba la fiesta, yo estuve pendiente de buena parte del partido.  Edixon Perea y Aquivaldo Mosquera estaban trazando la remontada, pero un gol de Martín Arzuaga faltando seis minutos para el final del primer tiempo nos estaba aterrizando.

Inicia el segundo tiempo, y el Atanasio, completamente lleno, anima a su Nacional para que cumpla el objetivo.  A los catorce minutos, Aquivaldo Mosquera vuelve a anotar de cabeza y cuatro minutos más tarde, Carlos Díaz empata la serie al anotar el cuarto gol desde media distancia.  Faltando veintidós minutos para finalizar el partido, Héctor Hurtado, aprovechando el error de Luis Fernández anota el soñado 5-1 que le daría el título a Nacional.

La debacle llegó veinte minutos después de ese gol.

Un centro de Macnelly Torres es cabeceado a la desesperada por Cristian Racero, quien le da dirección de portería al balón.  Milton Patiño concede el rebote hacia su palo izquierdo, pero Walter Ribonetto, un argentino que tuvo sus raíces en Lanús y venía de jugar en los Gallos Blancos de Querétaro, logra patear el balón desde una posición algo difícil y anota el 5-2 que volvería a enviar la serie a los penales.

El Atanasio en ese momento, quedó silenciado por ese gol.

Finaliza el partido y llega la fatídica serie de penales.  Inició pateando Nacional.  Humberto Mendoza, Aquivaldo Mosquera y el venezolano Jorge Rojas convirtieron sus penales.  Júnior, cuando tuvo su turno, convirtió los suyos, a través de Ómar Pérez, Émerson Acuña y Francisco Alvear.

Llegó el cuarto penal para Nacional, el que le correspondía cobrar a Juan Carlos Ramírez.  Cobra, ¡y Luis Fernández le adivina el tiro!

Júnior cogió ventaja, otra vez con Ribonetto.  Pateó fuerte y arriba, un tiro imposible de atajar para Milton Patiño.

Oswaldo Mackenzie cobró el último penal, el de la esperanza, y logra convertirlo.  Solo había que esperar a que Milton Patiño hiciera su deber, pero no pudo.  Martín Arzuaga convirtió el último penal para el Júnior, para desatar la felicidad en Barranquilla y la tristeza en el Atanasio.

Inmediatamente finalizó esa tanda, dejé de ver más televisión por lo que restaba del día y me "reintegré" a la fiesta.  Como a la media hora, finalizó todo y era hora de regresar a casa.  Lógico, estaba aburrido por ver perder a Nacional un título así.  Fue una temporada perversa para el Verde por haber perdido las dos finales, ¿pero qué se le puede hacer?

En Barranquilla, todos los hinchas del Júnior adoran a Ribonetto por ese gol.  Todos los hinchas de Nacional, por cuestión lógica, lo "detestamos", al mismo tiempo que a Juan Carlos Ramírez por patear tan mal su penal.

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Hoy espero que no llegue nuevamente otro Ribonetto.  El domingo pasado, Júnior ganó con un gol de Édison Toloza el primer partido, lo cual hace que la diferencia sea superable con más facilidad.  ¿Podrá Nacional cumplir ese objetivo?  Ojalá así sea.  Debe hacerlo con jerarquía, sin nerviosismo, con seriedad, con los cinco sentidos puestos en el partido y no pensando en otras cosas.  Ojalá Cardona tenga la cabeza fría.  Y ojalá que el decimocuarto título se quede en Medellín.  Solo pido eso.

sábado, 17 de mayo de 2014

"Turn back the clock"

"Johnny Hates Jazz" es una banda británica, formada por Mike Nocito y Clark Datchler.  Ambos, hijos de músicos, se conocieron en 1982 y conformaron la banda en 1985, luego de que se le sugiriera a Nocito, en ese tiempo ingeniero de sonido y productor, trabajar junto a Datchler, quien intentaba llevar una carrera como solista.

En 1986, lanzaron su primera canción, "Me and my foolish heart", la cual no tuvo suficiente éxito comercial a pesar de tener cierta sintonía en las emisoras británicas.  Un año después, Datchler escribió el primer gran éxito de la banda, "Shattered Dreams", el cual alcanzó los primeros lugares de las listas europeas y asiáticas.

Datchler dejó la banda en 1988 para enfocarse nuevamente en su carrera como solista,  y volvió a reunirse con Nocito veintiún años después, para resurgir la banda y volver a lanzar nuevas canciones.

La canción que compartiré hoy, "Turn back the clock", es la tercera canción del álbum que lleva ese mismo nombre y que contiene igualmente a "Shattered Dreams" y a "Heart of Gold".  Clark Datchler es el escritor de esta maravillosa pieza y Kim Wilde hace su aparición en ella aportando su voz en algunos pasajes.



"Another day is ended and I still can't sleep,
remembering my yesterdays, I begin to weep,
if I could have it over live my life again,
I wouldn't change a single day."

"I wish that I could turn back the clock,
bring the wheels of time to stop,
Back to the days when life was so much better."

"Lying here in silence picture in my hand,
of a boy I still resemble but I no longer understand,
and as the tears run freely, how I realise,
they were the best years of my life."

"I wish that I could turn back the clock,
bring the wheels of time to stop,
back to the days when life was so much better"

"You might say it's just a case of giving up, no,
but without these memories
where is the love, so where is the love?"

"If I could have it over, live my life again, oh,
I wouldn't change a single day."

"I wish that I could turn back the clock,
bring the wheels of time to stop,
back to the days when life was so much better"

"Why can't I turn back the clock,
bring the wheels of time to a stop,
back to the days oh, no, no,
I remember when life was so good,
I'd go back if I could"

"Oh, oh, I wouldn't change a single day,
don't let the memories slip away,
I wouldn't change a single day,
don't let the memories slip away, hey"

viernes, 16 de mayo de 2014

"¡No hay norte!"

Hoy me desperté con muchos sentimientos encontrados.  Pasé una noche anterior un poco mal, porque eliminaron a Nacional, sin que jugaran bien; y porque seguí aún más confundido respecto a la noticia que recibí en Bogotá la semana pasada.

La mañana fue muy gris, había pactado no ir a mi labor en la mañana.  Me quedé en casa, viendo la parte que me gusta de "O brother, where art thou?", aquella donde los Soggy Bottom Boys cantan "I am a man of constant sorrow" frente a una multitud que asistía a la reunión de campaña de Homer Stokes, ridiculizándolo al final.  Aproveché para realizar una traducción al español de un manual de usuario de un aparato electrónico que le regalaron a mi Tío Alfredo.  Termino y me cuestiono, ¿pude ser un buen traductor certificado?  Ahí le doy la razón a Marcela, pude estudiar inglés o cualquier otro idioma extranjero.

A mediodía, una llamada de mi mamá cambió los planes.  Pensaba caminar por mi barrio, paseando al menos a Simon y llevar algo de fruta para regalarle a alguna vecina.  Debí ir al centro y caminé, por ese sendero angosto por los estoperoles que colocaron en el sentido hacia Girardot de la carretera.  Desde la salida de casa, me fui pensativo y con ganas de llorar.  Dejé el encargo que mi mamá encargó y de paso, conversé un rato con William, donde le comenté la posibilidad que surgió en Girardot.

La respuesta, fue un poco obvia, pero no descartable.  He de buscar algo que me deje réditos para el futuro, no arriesgarme a quedar sobrecalificado para muchas cosas.  Por esa razón, priorizo mucho el postgrado.

A William también le comenté la posibilidad de hacer un diplomado en la Nacional, teniendo en cuenta las opciones de retomar la tecnología y el por qué no debería ir allá, por lo menos ahora.  ¡Me comentó que por esa razón no debería afanarme!  ¡Él tuvo una experiencia aún más horripilante cuando cursó su especialización!

Dejé a mi mamá y salí a caminar por ahí, todavía más confundido.  Decidí llegar a cierta hora a mi labor, ya con un sol radiante sobre la meseta.  Me puse a pensar en qué voy a hacer si no resultara lo del Censo o si me terminaran operando de mi brazo.  Olvidé inmediatamente ese primer pensamiento negativo, el Censo llega, sí o sí.

Trabajé durante un rato, y me di cuenta de lo mal planeada que quedó esa "implantación", y con algo de urgencia manifiesta, regresé un momento a casa.  Me puse a pensar en mi carrera y me pregunté si valió la pena terminarla como la terminé.

Algo aprendí de mi carrera, aunque quiera negarlo.  Aprendí al menos, a ser organizado en mis proyectos.

La conclusión de esta noche, y que tuve durante otras muchas durante mucho tiempo es que no hay norte.  No tengo un rumbo fijo por dónde andar.  No sé qué rama del conocimiento tomar, ya que tengo un diploma profesional encima.  Sigo en mi profesión, me especializo en algo que vi en mis estudios, estudio otra cosa, me quedo quieto esperando mi hora, ¿qué hago?

¡No hay un norte en este momento para mí!

Lo sé, puede ser muy pesimista de mi parte, pero, ¿quién puede tomar decisiones estando así de confundido?

¿Habrá una luz al final de este túnel?  La hay, está algo distante, pero existe.

Anoche dije que la motivación no se puede caer y hoy, a pesar de esto que narro, no se apagó.  Son cuestiones normales en un cambio de etapa.  Lo que sí es cierto es que pronto debo ver a Don Norman y definir, a la usanza italiana, cuál será el camino a tomar.

jueves, 15 de mayo de 2014

Un mes después.

Ha pasado un mes después de ese día de catarsis y de cambio de etapa.

Aún vivo ese cambio de etapa, no es un proceso fácil ni de asimilar ni de adoptar.

Viajé durante tres de esas cuatro semanas siguientes a ese martes a Bogotá.  El primer viaje, lo realicé para una capacitación del Censo Nacional Agropecuario, la cual superé con creces y aún espero la "llamada millonaria" para firmar el contrato que me vincula a este proceso.

El segundo viaje, fue para cobrar dinero y pasear, lo que no se pudo hacer en el primer viaje.  Recorrí muchos de mis pasos en la Calle 72 y aproveché para probar el nuevo servicio de Transmilenio desde la Séptima hasta Suba.  Visité el Monumento a los Ángeles Agustinianos -se cumplían diez años de la tragedia que afectó al Colegio Agustiniano- y conocí Titán Plaza.  Al siguiente día, recorrí nuevamente el camino hacia la Calle 45 en Transmilenio, como solía hacerlo hace una década, finalizando con una vigorosa caminata hasta la Avenida 30 y salir a la Calle 13 para regresar a casa.

El tercer y último viaje, tuvo como destino la Feria Internacional del Libro, a la cual no había asistido durante dieciséis años.  La historia está narrada en otro texto.  Lo disfruté a placer.  Al otro día, fui de paseo al centro, donde recibí aquella noticia del ICETEX.  Realicé mi propio "septimazo", para luego salir a la Calle 26 a caminar, cruzando por el Cementerio Central, el cual conocí.  Mi recorrido terminó abruptamente, pues en la Lotería de Bogotá, los vapores del gas lacrimógeno hicieron mella en mi salud y tuve que salir, después de un tiempo de recuperación suficiente, lo más rápido posible de ese sector.

Esta semana, viajé a Girardot, el lunes, para vivir un día cotidiano en mi universidad.  Aproveché para visitar a mi casera y a su hija mayor, no tuve la oportunidad de visitarlas durante un tiempo.  Salí más confundido que nunca respecto a lo de la noticia del ICETEX, gracias a un consejo algo apresurado.  Regresé tarde a casa, como solía hacerlo en mi primer semestre, viajando, disfrutando de la brisa de las montañas.  Olvidé traer un documento que requería mi hermana, por tantos pensamientos y sentimientos encontrados.

En todo este tiempo, escribí para mí.  Le escribí a la vida, al amor, a cierta persona por ahí.  Traté de recuperar mi motivación para terminar el trabajo que me enfermó; hasta ayer pude retomar gracias a unas circunstancias que se dieron y que en principio no me dejarían continuar, mi intención era dejar las cosas así.  Faltan unos documentos para el Censo, ¡y hubo uno que casi no lo entregan!  Estoy en terapia física para recuperar mi brazo derecho.  Le hice una promesa a María Paula y la estoy cumpliendo.  No pude ir al curso nacional, enviaron las invitaciones demasiado encima y no hubo forma de conseguir el dinero.  He retomado algún camino de lo que se componía mi espiritualidad.

El camino no se compondrá inmediatamente, debo tener y aportar voluntad para esto, porque es paso a paso.  ¿Podré mantener la promesa?  Eso espero.  Este mes que viene, traerá muy buenas noticias y espero que sean el preludio de otras mejores.  Ojalá pueda resolver ese asunto que tanto me desvela, desde hace varios años.  Ojalá pueda realizar mis eventos nuevamente.  Y así...

¡Solo queda seguir soñando y pensando positivo!  ¡No puedo perder todos estos pasos de gigante que he dado!  ¡Se puede recuperar todo lo que se quiso hace algún tiempo!  

miércoles, 14 de mayo de 2014

Encrucijada (resumida)

El miércoles pasado, en Bogotá, me enteré de algo que no creía que aún tenía vivo.  Mis beneficios por ser portador de una Distinción Andrés Bello están intactos.  No los usé cuando estudié en la Piloto porque creí que los había perdido, aún en el año extra que tuve que estudiar, por la beca que esa universidad me otorgó.  Desconocí de su existencia cuando intenté cursar la tecnología.

¡Y a esta hora de la vida, ando confundido!  ¡Más que antes!  ¡No sé qué hacer con ese beneficio!

El beneficio es así: Tengo derecho a un crédito educativo, condonable, con una cuota de sostenimiento mensual, lo puedo pagar durante mi carrera, o dentro de los años siguientes y correspondientes a los que estudié; el ICETEX me colabora con el 60% de lo que vale cada semestre si voy a universidad privada o con el 100% si voy a pública.

¡No puedo usar ese beneficio para lo que deseo estudiar ahora, un postgrado!  ¡Debo usar ese beneficio para cursar un pregrado!  ¡Y no deseo totalmente pasar cinco años metido en una universidad!

En este momento mis opciones están así.  La primera, es retomar la tecnología que dejé botada por no tener la plata del semestre.  Quiero volver a la vida a través del deporte y demostrarle a unos cuantos en esta meseta que se puede.

La segunda, es buscar otra tecnología similar, o de otra área del conocimiento que me agrade, de ser posible, virtual o a distancia.  En todo este tiempo, he perdido ritmo de estudio y me cuesta recuperarlo, además tengo obligaciones con mi propia supervivencia.

La tercera, es intentar la hazaña de ingresar a una universidad pública en Bogotá, llámense Nacional, Distrital o Pedagógica, pero tengo dos razones muy fuertes para no hacerlo en este momento, en especial para el caso de la Nacional.  Además, ¡no tengo demasiado tiempo para preparar sus exámenes de admisión!

La cuarta, es la más nostálgica, loca y loable que tengo.  ¡Me ofrecieron volver a mi universidad!  Antier, en Girardot, fui de visita solo para pedir un consejo sobre esto y terminé con los papeles de la inscripción en la mano.  Me propusieron cursar Ingeniería Civil, con una ventaja, poder convalidar las materias básicas de mi carrera -los cálculos, las físicas, la estadística, lógica de programación- e ingresar a un semestre avanzado, disminuyendo en tiempo la duración de mis estudios.  Pero, creo que no estoy listo para volver a clases en Agosto.  Debo convencer a mi papá de apoyarme en esta cuestión, debo tramitar el crédito, debo conseguir un trabajo para ayudarme con los gastos, debo tener paciencia para viajar todos los días y estudiar de noche, ¡el convalidar esas notas debe ser aceptado!

Sigo indeciso, ¿qué será de mi futuro si no tomo una decisión correcta pronto y con calma?  Esa decisión debe ser la mejor para mí y para mi futuro.  Haré deber de paciencia para tomar esa decisión.  Lo mejor, si elijo la tecnología y la suerte me sonríe, ¡podría cursar simultáneamente el posgrado que tanto quiero!

¡Aún hay tiempo para soñar y retomar el camino!  ¡Deséenme lo mejor en este momento!  ¡Agradezco sus consejos y sus sugerencias!  ¿Quién quita que tenga una nueva oportunidad de tener un mejor futuro después de semejantes tropiezos?

martes, 13 de mayo de 2014

¿Para qué pelear?

Hoy tuve uno de esos días que preferiría olvidar.

Alguien por ahí, innombrable, pero que podría definir como un gamín en corbata, un chabacano de marca mayor, hizo rebosar la copa y como Poncio Pilato, se lavó las manos y no fue lo suficientemente hombre para asumir su responsabilidad.  A las manos tuve que irme con ese tipo, pero terminé lastimado en mi brazo derecho, máxime si aún tengo enferma esa extremidad.

¿Por qué mucha gente tiene que llegar al extremo de irse al contacto físico?  ¿Por qué algunos se salen del libreto y usan las armas?  Y lo peor de todo, ¿para qué?

Muchos individuos nunca aprendieron en la casa el valor de respetar a los demás, así de sencillo.  De esos muchos, ninguno sabe usar la boca para hablar bien y ninguno sabe usar el cerebro para pensar antes de usarla.  Y por ahí se empieza.  ¿Han visto y escuchado a gente que de noventa y nueve palabras que pronuncian, cien son groserías y otros improperios?  Si así son, es de imaginarse cómo se expresan de la gente, tanto por el frente como por la espalda.  Y es obvio, hay gente que no soporta bajo ninguna circunstancia ese tipo de detalles.

Y no olvidemos a aquellos, que por el simple hecho del no estar de acuerdo con una opinión, del no gustar de un tipo de música, del no gustar de su forma de vestir o de ser,...

Y en varios escenarios, he visto las más insensatas y feroces peleas.  En algunas he tenido que mediar.  En otras, desafortunadamente he tenido que protagonizarlas porque se meten con las cosas que hago y con las personas que quiero.  Confieso que me arrepiento de la pelea al poco tiempo, sé que es horrible.

¿Y entonces?  ¿Vale la pena irnos a las manos?  ¿Para qué hacerlo?  Nos herimos el alma, nos quedan cicatrices transformadas en rencor.  Y muchos aún portamos rencor, hasta por una palabra o por una actitud fuera de contexto.

¿Y si esa pelea termina con la vida de alguien, o de algunos?  ¿El tiempo que se perderá en la cárcel podrá recuperarse?  Lo dudo muchísimo.  ¿Cuántas almas terminarán heridas y sin una pronta cura por perder a un ser querido de esa forma tan absurda?

¿Cuándo aprenderemos a no llevar al extremo nuestras diferencias?  ¿Cuándo seremos capaces de soportar nuestros propios defectos?  ¿Cuándo aprenderá la gente que no sabe respetar a hacerlo?

Y para finalizar, ¿cuándo aprenderá la gente que cuando uno no torea no debe ser toreado?

lunes, 12 de mayo de 2014

Feria Internacional del Libro.

La semana pasada, después de muchos años, creo que dieciséis, volví a una Feria Internacional del Libro en Bogotá.  En esa única ocasión, había viajado con la Banda Municipal para presentarnos dentro de la muestra cultural con la que contribuía el Departamento de Cundinamarca.  Allá, casi no pude almorzar, me fui sin un peso, al final nos dieron almuerzo a todos porque alguien tenía la caleta por ahí, Angélica me pilló leyendo revistas Club Nintendo y me "cantó la tabla", otro compañero se llevó un ejemplar del "Libro Gordo de Petete", y de ahí, no recuerdo más.

Este año, fue todo lo contrario, en especial en lo que respecta a compañía, plan y recursos.  Fui solo, fui con el plan específico de recorrer la feria, y por lo menos, tenía dinero para movilizarme, para comprar algún ejemplar y para comer.

Después de ir hasta el Hospital de La Samaritana y no poder conseguir la cita con la neuróloga para los procedimientos que tanto requiero, decidí partir hacia Corferias por la Calle 26.  Llegué justo a tiempo para adquirir mi boleta e ingresar, sorprendiéndome con el homenaje merecido a Gabriel García Márquez apenas puse un pie dentro de Corferias.

Antes de almorzar, recorrí uno a uno los pabellones asignados para albergar este importante evento literario, cultural y comercial que se realiza en Bogotá.  No me detuve para nada en el tema fotográfico, recorrí todo con paciencia, encontrándome conocidos por algunos sitios y recogiendo folletos, periódicos y otra parafernalia por ahí.  En ese primer recorrido, adquirí mi primer "regalo" de la Feria, una reproducción de una estampilla del Capitán Haddock emitida en el 2007.


Ese primer recorrido me dejó claro qué sitios no abordaría después de almorzar, como la rueda de negocios.  Al pabellón de comidas fui a dar, pasando el Pabellón 6, pues llegaron las doce y mis pies estaban sintiendo todo el recorrido, dejando los últimos pabellones para el "final".

Decidí descansar un poco e intentar buscar un café Internet o similar dentro de Corferias, ¡pero esta es la hora en la que aún no hay facilidades para aquellos que no poseemos portátil o un smartphone para conectarnos a Internet!  Tuve que esperar un buen rato para que la empleada del Punto de Información Turística volviera de almorzar para conectarme a Internet ¡por solo diez minutos!

Retomé mi recorrido, pero esta vez, con la cámara en la mano, con más calma y con mi maleta cada vez más llena de papelería.  En el mismo Pabellón 1 adquirí mi segundo "regalo", el "Vuelo 714 para Sidney" de Tintín, por una suma módica, en el stand de unos antioqueños aficionados a los cómics.  Ese pabellón, para resumir, parecía el SOFA, aunque en el primer piso estaban algunas universidades.  Me sentí muy feliz al ver a la Piloto en ese mismo pabellón.

Sigo con el Pabellón 3.  Las editoriales fuertes y las grandes muestras de algunas universidades estaban ahí.  En el segundo piso, me encontré al gran @romerovaron, en el stand de la universidad para la cual trabaja, la Universidad de La Sabana.  Y al salir de ahí, me encontré a Santiago Rivas, el presentador de "Los Puros Criollos".

Pabellón 4.  El del invitado de honor.  No era cualquier invitado, es un país maravilloso.  Me refiero al Perú.  De entrada, la galería "Mírame, Lima", fue digna de mi admiración, por lo que representa la cotidianidad de la capital peruana.  De ahí, examiné la historia literaria del Perú, desde el Inca Garcilaso de La Vega, pasando por César Vallejo y finalizando con Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique, el autor de "Un mundo para Julius".  Observé la exposición del poeta Antonio Cisneros, que mostraba su vida y una parte de su obra poética.  Y no hubo tiempo para el pisco, alguna vez lo probé y me pareció muy fuerte.

El Pabellón 5 era el de Penguin Random House, no detallo mucho ahí, era una tienda de esa editorial.  El sexto pabellón, contenía lo mismo del tercero, en su primer piso, las editoriales fuertes.  En el segundo piso, se encontraban las muestras gubernamentales, destacando la del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Los pabellones 7 y 9 me aburrieron, conozco muy bien cómo está compuesto un Panamericana, con espacio angosto y todo, y así fue allá en la Feria.  El Pabellón 8, era el de los profesionales, muy pocos stands, pero suficientes para aquellos que requerían libros apropiados para sus conocimientos.

Los últimos pabellones, eran más especiales.  Los infantiles, lógico, estaban llenos de literatura infantil y de productos didácticos de todos los tamaños y tecnologías, esperando a algún alcalde para que se los lleve a su tierra.  Después, pasé al pabellón de la Secretaría de Educación de Bogotá, donde hubo actividades para todos los niños que asistieron a la Feria, ¡hasta recibí una clase gratuita sobre genios del ajedrez!

Finalicé mi recorrido visitando "Libro al Viento" en su décimo aniversario, ¡recuerdo tanto que solía pedir prestado algún ejemplar en Los Héroes!, y visitando el pabellón de Colsubsidio, donde había una "oficina postal" de 4-72 para enviar postales, así que decidí enviar una, ¿llegará a tiempo?

La lluvia cayó sobre Corferias sobre la hora de mi salida, aproximadamente las seis.  Tuve que buscar un lugar para refugiarme, lo aproveché, para luego salir a la 26 y tomar Transmilenio para soportar un viaje largo hasta Fontibón y Funza, donde me sorprendió nuevamente la lluvia y terminar llegando con los vestigios de ella a mi morada.

De todas formas, no se me borró mi felicidad de volver a una Feria del Libro, de haberla disfrutado, de haberme llevado algo de ella.  ¿Volvería en la siguiente edición?  Quizá, es una experiencia impagable.

sábado, 10 de mayo de 2014

"True"

Spandau Ballet, es una banda británica formada en 1979, especializada en el género pop, hacia un camino romántico y formada por los hermanos Gary y Martin Kemp junto a Steve Norman.  Esta banda se denomina así, en honor del distrito berlinés de Spandau, ocupado por las fuerzas británicas después del final de la Segunda Guerra Mundial.

En 1983, lanzaron la canción que voy a compartir, la cual les generó fama mundial, llegando al primer lugar de las listas británicas y puedo decir que es una canción de domingo y de madrugada en muchas emisoras para público adulto en Colombia.  ¡He de comentarles también que el solo de saxofón es interpretado por Steve Norman!



(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)

"So true, funny how it seems
always in time, but never in line for dreams
head over heels when toe to toe.
This is the sound of my soul,
this is the sound."

"I bought a ticket to the world,
but now I've come back again,
why do I find it hard to write the next line?
Oh, I want the truth to be said."

"(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
I know this much is true
(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
I know this much is true"

"With a thrill in my head and a pill on my tongue,
dissolve the nerves that have just begun,
listening to Marvin (All night long).
This is the sound of my soul,
this is the sound."

"Always slipping from my hands,
sand's a time of its own,
take your seaside arms and write the next line.
Oh, I want the truth to be known."

"(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
I know this much is true
(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
I know this much is true"

"I bought a ticket to the world,
but now I've come back again,
why do I find it hard to write the next line?
Oh, I want the truth to be said."

"(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
I know this much is true
(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
I know this much is true"

"This much is true...
(This much is a-true-oo)
(This much is a-true-oo-oo)."

"I know, I know, I know this much is true...
(This much is a-true-oo)
(This much is a-true-oo-oo)."

"(This much is true-oo)
(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
(This much is a-true-oo-oo)
I know this much is true
(This much is a-true-oo)
(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
(This much is a-true-oo-oo)
Know this much is true
(This much is a-true-oo)
(Ha-ha-ha, ha-ah-hi)
(This much is a-true-oo-oo)
(Know this much is true)
I know, I know, I know this much is true"

viernes, 9 de mayo de 2014

"Limón con Sal"

Pedro René Peralta Soto, conocido en el mundo como Chichi Peralta, es un percusionista y cantante dominicano, especializado en los ritmos propios de ese país, el merengue y la bachata.  En Colombia, se dio a conocer en 1997, cuando presentó su segunda producción con su grupo "Son Familia", "Pa' otro lao", donde sus canciones "Amor Narcótico", "La Ciguapa" y "Procura", fueron grandes éxitos en las emisoras tropicales y de otros géneros latinos.

Hay una curiosidad sobre Chichi Peralta, el no suele ser el cantante de sus canciones.  En esta ocasión, es Jandy Feliz, vocalista del grupo "Son Familia" para esa época, el que pone la voz para esta canción, que siendo realista, refleja una situación que viví hace algún tiempo, la cual he contado por partes y la cual espero reparar pronto.





"Yo nunca imaginé que era el final, 
cuando esa tarde gris, nos encontramos,

pero venia a consumar, su decisión de eliminar 
la ilusión que yo viví a su lado.
¡Dios mío, como hace daño!"

"Disparó sin mediar una palabra,
no pude ni siquiera reaccionar,
y cuando pude ir a buscar,
yo nunca pude encontrar,
pero busco la cura de este mal." 

"Sal con limón, limón con sal.
Sal con limón, limón con sal.
Sal con limón, limón con sal.
Sal con limón, limón con sal."

"No se cómo he podido yo vivir,
mo la sigo amando a pesar...
De provocarme este sufrir, 
de haberme herido ella así, 
pero busco la cura de este mal."

"Sal con limón, limón con sal 
Sal con limón, limón con sal 
Sal con limón, limón con sal 
Sal con limón, limón con sal."

"No se cómo he podido yo vivir,
mo la sigo amando a pesar...
De provocarme este sufrir, 
de haberme herido ella así, 
pero busco la cura de este mal."

"Sal con limón, limón con sal 
Sal con limón, limón con sal 
Sal con limón, limón con sal 
Sal con limón, limón con sal."

domingo, 4 de mayo de 2014

"Silent Running"

Mike + The Mechanics, es un grupo británico fundado por Mike Rutherford, miembro fundador de Genesis, la misma banda a la que perteneció Peter Gabriel y a la que aún pertenece Phil Collins.  Rutherford no se encontraba completamente satisfecho con su trabajo en Genesis, quería salirse un poco del formato que imponía esa banda y colaborar con otros músicos, llegando a la decisión de formar su propio grupo.

Su primer disco, llamado igualmente como el grupo, fue grabado en 1985, y su primer sencillo, es la canción que voy a compartir aquí, con la voz de Paul Carrack.



"Take the children and yourself
and hide out in the cellar
by now the fighting will be close at hand.
Don't believe the church and state
and everything they tell you
believe in me, I'm with the high command."

"Can you hear me, can you hear me running?
Can you hear me running, can you hear me calling you?
Can you hear me, can you hear me running?
Can you hear me running, can you hear me calling you?"

"There's a gun and ammunition
just inside the doorway
use it only in emergency.
Better you should pray to God
the Father and the Spirit
will guide you and protect from up here."

"Can you hear me, can you hear me running?
Can you hear me running, can you hear me calling you?
Can you hear me, can you hear me running?
Can you hear me running, can you hear me calling you?"

"Swear allegiance to the flag
whatever flag they offer
never hint at what you really feel.
Teach the children quietly
for some day sons and daughters
will rise up and fight while we stood still."

"Can you hear me, can you hear me running?
Can you hear me running, can you hear me calling you?
Can you hear me, can you hear me running?
Can you hear me running, can you hear me calling you?"

"Can you hear me running (can you hear me calling you?)
(Can you hear me) hear me calling you?
(Can you hear me running) hear me running babe?
(Can you hear me running) hear me running?
Calling you, calling you."