domingo, 31 de agosto de 2014

Adiós, Agosto.

Otro mes caluroso se va.

Ya hay noticias del DANE.  El 7 de Agosto me despertaron para preguntarme si quería seguir en el proceso del Censo, la semana que finaliza llamaron para solicitar la documentación.

Continué con mis sesiones de oftalmología y tengo pendiente un procedimiento que no es cubierto por mi plan de salud.  Falta un documento para ir a la Gobernación y agotar la última instancia.  Terminé mis terapias físicas y mi brazo, aunque convaleciente, funciona mejor.  No puedo tomar un solo trago hasta dentro de veinte días, gracias al tratamiento médico en el cual me encuentro ahora.

Tuve un muy buen puente festivo, aunque de mucha lucha.  El 10 de Agosto lo celebré bien, sin excederme.  Me alegra mucho esa fecha, es el aniversario de mi patria chica.  Quería despedirme de alguien en esa fecha y cerrar un asunto pendiente, pero no se pudo, habrá que esperar y apelar a las virtudes del santo Job.

Viajé muy seguido hacia Bogotá, todo por las diligencias y por evitar tanto calor.  El frío hace bien, pero en esta última semana me pasó factura, sin consecuencias incapacitantes.  De todas formas, visité a Don Norman, es necesario, lo merece, no pasa por una buena situación.

Mi bolsillo no ha estado vacío, pero necesito concretar algunos intercambios, mi casa necesita espacio y yo debo salir de varias cosas.  La meta material que deseo para este año está cada vez más cerca.

Llega Septiembre, mes comercial y sentimental por excelencia, siempre con pronóstico reservado.  ¿Qué sorpresas me traerá?

lunes, 25 de agosto de 2014

"Dolce Vita"

Fabio Roscoli, mejor conocido como Ryan Paris, es un músico italiano nacido en Roma, el 12 de Marzo de 1953.  Es conocido por interpretar la canción que compartiré ahora, la cual tiene una historia particular.

Paris estaba preparando canciones nuevas con el fin de participar en el Festival del Rock Italiano, pero su tecladista tuvo que enrolarse al ejército.  Al buscar un reemplazo, conoció a Pierluigi Giombini -el mismo compositor de "I like Chopin" de Gazebo-, quien le entregó una serie de canciones interpretadas en italiano.  Paris le contestó que solo cantaría en inglés, así que le facilitó otras dos canciones interpretadas en inglés para que se inspirara.  Inmediatamente, Paris escribió una canción durante una noche, la cual le entregó a Giombini tres días después, la cual le agradó bastante, la compuso, y le advirtió a Paris que "no sería una canción de rock".



"We're walking like in the dolce vita,
this time we got it right.
We're living like in the dolce vita,
mmm, gonna dream tonight.
We're dancing like in the dolce vita,
with lights and music on.
Our love is made in the dolce vita,
nobody else than you."

"It's our last night,
together with our love again.
Another light,
before we'll drown in darkness,
say you'll never leave me now!
Say you're gonna love me now!"

"We made it down in the dolce vita,
wipe all your fears away.
We lived it like in the dolce vita,
a game of yesterday.
I'm so alone in the dolce vita,
oh, baby, telephone!
This magic's gone in the dolce vita,
nobody else than you."

"It's our last night,
together with our love again.
Another light,
before we'll drown in darkness,
say you'll never leave me now!
Say you're gonna love me!"

"It's our last night,
together with our love again.
Another light,
before we'll drown in darkness,
say you'll never leave me now!
Say you're gonna love me now!"

"We're living like in the dolce vita,
mmm, gonna dream tonight.
We're dancing like in the dolce vita,
nobody else than you."

"It's our last night,
together with our love again.
Another light,
before we'll drown in darkness,
say you'll never leave me now!
Say you're gonna love me!"

domingo, 24 de agosto de 2014

Milagro en La Mesa (Final)

En ese undécimo, la decepción también fue una constante, pero se convirtió en un silencio neutral cuando su carta sacó un puntaje entre diez y doce unidades menos que el mío.  Ya todo fue gloria.  Mis amigos del salón, supieron sacarle punta al asunto y si mal no recuerdo, algunos compañeros del otro salón me felicitaron.  Incluso algunos profesores se manifestaron positivamente frente a la noticia.  Recuerdo que el Maestro Pedro, en un día de ensayo, hizo una exaltación sobre ese logro y citó textualmente que se podía lograr grandes cosas cumpliendo con los deberes.

¿Me orientaron?  Quizá sí, pero no precisamente en una dirección clara.  Aún no tenía definido un camino y sabía, que mi familia no podía ayudarme al ingresar a algunas universidades.  Si lo hacía, arriesgaba el futuro tanto de Marcela como el de Óscar.  Pero surgió una oportunidad que para ese tiempo, era impensada y demasiado ideal como para tenerla a la mano, de la cual dejé pistas en algún texto anterior y que cuando llegue su hora, la sabré contar.

La sorpresa llegó también, cuando uno de los estudiantes más descuidados -por no decir vago- de la historia de mi colegio, logró un increíble puntaje, cercano a los trescientos.  Era un compañero con el que siempre tenía encontrones, me refiero a Carlos Torres.  Todo mi salón quedó sorprendido.  Los peores puntajes de mi colegio también se quedaron en mi salón, una pena.  Quería que todos quedaran arriba de 250.  Me sorprendí con los puntajes de las gemelas, el de Angélica, el de otros compañeros que sabía que lograrían más.  Como había dicho, Marcela logró un 263 y la dejaba con opciones de ir a cualquier parte.

Ese 327, me hizo merecedor a una Distinción Andrés Bello, queridos amigos.  Fui uno de sus últimos receptores, ya que el ICFES eliminó la distinción para los municipios, solo se entrega para los mejores puntajes a nivel nacional y departamental.  Aún conservo el cuadernillo que contiene la resolución que entregaba esas distinciones y el diploma.

En Noviembre, cuando me gradué, me entregaron un galardón por parte del colegio como reconocimiento a ese logro; creo yo, que también ese puntaje me ayudó a que me eligieran como mejor bachiller de mi promoción, pero eso ya es otra historia.  Lo cierto fue que esa distinción me salvó la vida varias veces estando en la Piloto y que el estímulo que me entregaba el ICETEX por ser portador no pudo ser usado; creía que se había perdido, pero en este año resurgió la posibilidad de usarlo.

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Quince años después, pienso en esto que he narrado, uno de los pocos momentos dulces que he tenido a lo largo de mi vida.  Pensé en las oportunidades que dejé pasar y en las que llegaron.  Pensé en lo que pudo haber sido mi futuro, el hoy que debería estar viviendo.  Pensé en lo que quería Don Gonzalo de mí.  Pensé en la alegría de mi familia en ese momento.  Pensé en mis compañeros.  Pensé en mis profesores.  Pensé en Marcela y en Óscar, de mí dependía su futuro.

Allá en La Mesa, se inició el final de una era, pero no era el final de la juventud.  Aún estaba mutando de niño al adolescente, tenía quince años y unos cuatro meses.  El camino estaba listo, solo había que recorrerlo bien.  Pero, bueno..., aquí estoy.  Quizá piense en intentar recuperar algo de lo que se perdió, una empresa difícil de lograr.

Las personas que estaban conmigo en esa historia, han tomado rumbos diversos, tan diversos que ya desconozco cómo localizarlos, incluyendo a varios de mis profesores, que ya descansan de su trajín docente merecidamente.  ¿Se acordarán de esto?  Quizá no, sus ocupaciones y su propia vida enviarían esto a un rincón olvidado, quizá convertido en cenizas.  Algún día, si me veo con alguno de ellos, le recordaré esto, sin ningún temor.

¡Y qué bueno es recordar las cosas buenas que se lograron en la juventud!

sábado, 23 de agosto de 2014

Milagro en La Mesa (Parte II)

Llegamos al Colegio Departamental Francisco Julián Olaya, sitio donde se realizarían los exámenes.  Como a todos nos separaban por las electivas que habíamos escogido, todos los estudiantes anapoimunos estarían repartidos por varios salones de esa importante institución educativa.

Aquí hago un breve paréntesis, respecto a las electivas.  Recuerdo bien que había un número determinado de electivas, de las cuales, solo se podía escoger una en el momento de diligenciar la inscripción.  La lista comprendía temas como Inglés, Metalmecánica, Construcción, Contabilidad, Electricidad o Artes Plásticas.  Mis compañeros, eligieron electivas como Razonamiento Abstracto, Relaciones Espaciales o Razonamiento Mecánico.  En esa última, se fueron para el barranco varios compañeros; no lograron buenos puntajes.  Marcela eligió Razonamiento Abstracto y le fue bien.  Mientras tanto, yo elegí Democracia.

Por esa elección, me sucedió esto, fui el único, no solo de mi colegio, sino de todos los convocados a presentar exámenes de estado en La Mesa que eligió tal electiva.  ¿Hubo algo peor?  Sí, podría decirlo.  Me correspondía el último salón e ingresar siempre de últimas, tomando el último puesto que los supervisores dejaban en sus curiosas asignaciones de puestos; no recuerdo bien si hacían equis, serpientes verticales, no lo sé.  Siempre entraba de últimas.

Ese sábado, que correspondía a la doble jornada, tuve nervios.  Si no me equivoco, debía presentar los componentes de Ciencias Naturales por la mañana y la de Matemática por la tarde.  Salí con anticipación de ambas sesiones, almorcé, esperé a Marcela y regresamos a casa, pensando en lo que restaba del examen.

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El Domingo 22, se repite el madrugar, pero con la tranquilidad de regresar a mediodía, ya que solo restaban los componentes de Ciencias Sociales, de Lenguaje y la electiva.  La electiva fue una prueba exageradamente tranquila, aunque se plantearon preguntas muy complicadas.  Regresé a casa cansado, no recuerdo si junto a Marcela o junto a varios compañeros, tampoco estoy seguro si nos recogieron en La Mesa.

Era cuestión de semanas para que el ICFES publicara los resultados y los enviara al colegio.  Si no me equivoco, llegaron en Septiembre, durante un día en el que nos correspondía Educación Física.  La ansiedad se colmó en todos los rostros y cuerpos de ambos undécimos, incluyéndome.  Era la hora de la verdad.

Uno a uno, fueron entregando los resultados, un folio con tres secciones idénticas para ser utilizadas para anexarlas como requisito en los formularios de inscripción de cualquier universidad.  El mío, lo entregaron como a la mitad del listado, que no fue estrictamente el alfabético.  Había visto muchas caras de decepción por algunos puntajes, de los cuales yo esperaba que fueran mucho mejores.  Marcela recibió sus resultados unos pocos segundos después de mí.  Logró un 263.

Yo, estaba expectante.  Sabía que un compañero de mi salón podría lograr un mejor puntaje y tenía algún oído puesto en el otro undécimo, el salón vecino.  Logré un precioso 327 que fue muy celebrado por este servidor y sus compañeros.  Sí, estuvo lejos de la utopía arrogante del 380, pero fue un buen puntaje.

La respuesta del otro undécimo al conocer sus puntajes, fue la guinda de la torta...

(Continuará) 

viernes, 22 de agosto de 2014

Milagro en La Mesa (Parte I)

Agosto 21 y 22 de 1999.

Eran dos días claves.

Faltaban, a ojo de buen cubero, dos meses y medio para finalizar el bachillerato.  Todos miraban con ansiedad y algo de miedo lo que deberíamos presentar para soñar con una carrera de educación superior, el Examen de Estado para la Educación Superior, conocido coloquialmente como el "Examen del ICFES".

El municipio, en ese entonces en cabeza de Don Héctor García, decidió ayudarnos con los cursos de preparación para ese examen, donde pasamos varias tardes durante unas tres o cinco semanas en el colegio repasando lo que vimos durante casi seis años de estudio y preparando las electivas, las cuales fueron un dolor de cabeza para muchos de mis compañeros, de entrada, porque no sabían cuál tomar.

Mientras tanto, todos los estudiantes de undécimo del antiguo Departamental de Anapoima nos inscribíamos por el viejo sistema manual que estableció el ICFES para tal proceso.  Recuerdo que debíamos consignar una plata en la secretaría del colegio, cuando llegaron los paquetes con la documentación debíamos llenarla con lápiz negro Nº 2, no podíamos doblar nada y devolvíamos esos paquetes a la secretaría, pues Don Juanito -el entonces secretario del colegio, todo un personaje-, se encargaba del envío hacia el ICFES en Bogotá.

Así, pasó el tiempo que precedió a ese examen.  Las conjeturas sobre quién lograría el mejor puntaje del colegio no se hacían esperar.  Se decía que yo lo lograría, se decía que Carlos Salgado -un compañero que tuve en quinto de primaria y sexto grado, vivía en la misma vereda que yo, se cambió de grupo en séptimo- sería el afortunado, se decía que habría sorpresa, se decía que el mejor puntaje pasaría de 320 puntos, incluso superar los 350.  Yo, como aún era ignorante en muchas cosas, decía que podía llegar a un 380, una locura.  Soñaba con ingresar a una universidad muy prestigiosa en Bogotá, incluso a la mismísima Universidad de Los Andes.  Se podía, pese a que lo que decía, sonaba algo arrogante.

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Llegó la hora de viajar a La Mesa.  Hizo muy bien el ICFES en habilitar a la cabecera provincial para presentar el examen.  De lo contrario, había que viajar a Bogotá o a Girardot a presentarlo, quizá mis antecesores tuvieron que sufrir ese viaje.  Me sentí feliz, no quería ir a descansar en otra parte por ese asunto.

La noche anterior, mi mamá, preocupada tanto por Marcela como por mí, nos pidió que diéramos lo mejor de nosotros, nos hizo alistar todo temprano, e igualmente, nos hizo dormir más temprano de lo que acostumbramos hacerlo un viernes.  Muy a las cinco de la mañana del Sábado 21, nos despertamos, nos arreglamos y nos desayunamos, para encontrarnos con algunos compañeros que realizarían el mismo recorrido lleno de sueños y de temores para encontrar un futuro.

(Continuará)

miércoles, 13 de agosto de 2014

Zurdos.

Dedicado para aquellos compañeros míos
tanto de colegio como de universidad
que por cosas de la vida manejan siempre su izquierda,
y con el mayor respeto y aprecio,
para una persona muy especial
de la cual no recordaba esta grandiosa condición.

Les confieso, no conocía demasiado de las dificultades que deben sortear los zurdos.  Igualmente, gracias a la vida misma, no tuve demasiados compañeros zurdos en mis etapas académicas.

Conozco a John, "Pipa" para los amigos.  Siempre que estudió con nosotros, incluso después de sufrir un accidente que casi le cuesta la vida, sufría al escribir algo sobre su pupitre.  Es zurdo.  Debía forzar su postura para poder escribir cómodamente, algo que no solía hacer, pues era alguien demasiado inquieto.  ¿Cómo desarrollará ahora sus habilidades, ya que es un gran cocinero y vive en Leticia?  No sabría decirlo.  Quizá conseguiría utensilios a la medida de su lateralidad.  Quizá lo forzaron a utilizar su mano derecha, por aquello de los cuchillos.  No lo sé.  Como lo decía, está muy lejos de aquí.  Pero por él, aprendí a conocer, poco a poco, qué es y cómo se siente ser un zurdo.

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Para esas épocas de bachillerato, no era normal ver un pupitre para zurdos.  Ni siquiera los fabricaban.  En todos los salones que visité en mi colegio -el Departamental de aquí-, no recuerdo haber visto un solo pupitre así.  Entonces, si son zurdos, pues imagínense.  Se tenía que hacer cualquier maroma para poder escribir con comodidad sobre un pupitre.

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En la universidad, en Girardot, tuve la fortuna de conocer a dos zurdos.  Tremendamente distintos en su carácter y su forma de ver las cosas.  A uno lo conocí incluso antes de ingresar.  Me refiero a Hernán, me refiero a Viatela.  Ambos tienen un intelecto tremendo, pero unas caligrafías feas, con todo respeto, por su propia zurdera.  En la Piloto al menos vi pupitres diseñados para ellos.  No sufrían tanto, pero en algún momento pensé en lo que vivieron antes de llegar ahí.

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La escritura para ellos, es muy complicada.  En épocas antiguas, profesor que detectara que un niño escribiera con su mano izquierda, lo obligaba, incluso con prácticas nada correctas, a escribir con su mano derecha.  El que lo lograra, a pesar de todos los castigos, sufría incluso con la tinta, pues al no poder apartar su mano de lo que escribía, la manchaba y de paso manchaba la hoja.  Y no se puede ignorar la dificultad que se tiene para realizar otras destrezas artísticas, como dibujar o interpretar un instrumento musical.  Casi todos los instrumentos musicales del mundo están diseñados para ser manejados por personas diestras; si no me creen, miren a un pianista.

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No recuerdo bien si en Bogotá conocí a algún compañero o a alguna compañera zurda.  Pero, pensé en algún momento en ellos y en la posibilidad de serlo a título personal.  Quizá hubiese sido alguien distinto a lo que siempre he sido.  Pero, cuando regresé a casa, conocí a alguien que aparte de marcar mi vida, es zurda.  Solo la observé escribir una vez con su propia izquierda.  ¿Creativa es?  Sí que lo es.  Distinta como todos, pero eso la hace aún más especial.

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Creía que cuando uno es diestro, usaba su correspondiente hemisferio cerebral.  Qué equivocado estaba.  Realmente, uno utiliza con mayor propiedad el hemisferio contrario a su mano, en mi caso, el izquierdo.  Cada hemisferio maneja los procesos del pensamiento en forma distinta.  El hemisferio izquierdo significa la lógica y la deducción, mientras que el derecho, significa la creatividad y el sentimiento.  Pero, no siempre suele suceder esto.  Hay zurdos con lateralidad cruzada, es decir, que no tienen un lado dominante y pueden tener habilidad para realizar tareas con la mano o con el pie derecho.  Y volviendo a la creatividad, recordemos que para salir adelante en un mundo hecho para los diestros, deben recurrir a todo, incluso exponiendo su propia salud.

En el mundo, muchos zurdos se hicieron famosos, en especial, algunos deportistas.  Maradona, Pelé y Messi deslumbraron por su capacidad de desequilibrar con esa pierna.  Roberto Carlos fusilaba a cualquier portero con sus misiles salidos de su potente izquierda.  Óscar de La Hoya noqueaba a cualquiera con su sorpresivo gancho de zurda.  Es difícil encontrar deportistas que manejen con propiedad su izquierda, hay que formarlos muy bien.  Curiosamente, casi todos los presidentes de los Estados Unidos de América han sido zurdos.

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A esta hora de mi vida, desearía haber aprendido a manejar mi mano izquierda tan bien como suelo manejar mi derecha.  No, no solo para golpear o para realizar labores primarias.  Mi mano hábil, la derecha, sufre gracias a los movimientos repetitivos que he realizado a lo largo de mi vida, sobre todo escribiendo.  No fui formado para usar mi otra mano.  Pensé en mi asesor del proyecto de grado, quien por cosas de la vida tiene que usar su mano izquierda para escribir.  Pienso, en algunas ocasiones, en la posibilidad de alguna fractura o en la propia pérdida de mi mano.  Se me complicaría mucho la vida si me llegara a pasar algo así.  De todas formas, algunas habilidades específicas, en especial para el deporte, puedo ejecutarlas con esa mano y con ese pie.

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Algunas civilizaciones consideraron -y aún consideran- que ser zurdo significa un trastorno mental.  Hasta se consideró que sufrían un castigo divino.  Qué horror.  Para mí, ni son enfermos, ni son producto del castigo, son tan sanos como los diestros.  Los árabes consideran a los zurdos como personas sucias y desaseadas, pues esa mano suele usarse para las necesidades fisiológicas y aún es tabú en esa civilización usar esa mano hasta para saludar; aunque a ellos les favorece mucho el tema de la escritura, pues su idioma se escribe de derecha a izquierda.  Los chinos, suelen ser obligados a escribir siempre con su derecha, ya que algunos caracteres de su idioma son ininteligibles al escribirse con la mano izquierda.

Hasta la lingüística colabora con el prejuicio hacia los zurdos.  Muchos orígenes etimológicos de la palabra "zurdo" en varios idiomas denotan extrañeza, suciedad, grosería, torpeza.

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Me imagino las reacciones de desagrado de las personas que he citado aquí al ver un cuaderno de espiral.  Los detestan, porque esos trozos de metal lastiman su mano izquierda.  Ver su sufrimiento al estar presente en un entorno "hecho solamente para diestros" me enternece.  Ahora, algunas empresas piensan en ellos, y fabrican utensilios exclusivamente para ellos.  En Colombia, son algo difíciles de conseguir, pero ya hay  forma de hacerlo.  He deseado regalar un bolígrafo para zurdos y en esa idea estoy.  Si usted tiene amigos o conocidos zurdos, considere darles un presente que les facilite la vida, no se lo tomarán nada mal.  Si usted tiene niños zurdos, no los obligue a cambiar de mano, motívelos a que utilicen su derecha sin forzar, prepárelos para la vida; diría también, si los niños son diestros, hay que motivarlos a que aprendan a utilizar su izquierda con propiedad.

Por mi parte, seguiré respetando a los zurdos y día tras día, seguiré aprendiendo sobre su condición.  Para mí fue una rareza, pero ahora es natural como la vida misma.

Y para despedirme, dejo este mensaje en el Día Internacional de los Zurdos:

jueves, 7 de agosto de 2014

Pubenza (o ascendiendo la ruta de los fósiles)

En un día conmemorativo como el de hoy -aunque cayó en miércoles-, realicé mi última salida a Pubenza.

Mi universidad -la Piloto, en Girardot- solía programar salidas para los estudiantes, con el fin de que se cumplieran unos requisitos obligatorios para realizar tanto la práctica empresarial como para graduarse, si mal no me equivoco.  También recuerdo que ese "sistema" se conformó cuando se cambió el currículo, allá en el segundo semestre del 2000; había que acumular cierta cantidad de puntos para no sufrir al final.

De mi grupo, era el que más avanzado estaba en ese tema, pues solía asistir a este tipo de salidas, y a otras de mayor distancia como las que se realizaron a Maloka o a la Catedral de Sal.  Esta salida me gustaba, recuerdo que en una o dos ocasiones anteriores la realicé, y sé muy bien que una de esas la realicé en un domingo, para regresar directamente a Anapoima.

Ese 7 de Agosto del 2002, ya me encontraba en Girardot estudiando, entre la segunda y tercera semana de clases, si no me equivoco.  Era lógico, no valía la pena devolverme para Anapoima a pasar el día, así que lo aproveché para ir a ese poblado junto con algunos compañeros, conocidos de otros programas de la Piloto.  Me inscribí con alguna antelación en la Biblioteca, como siempre, con Sandra, para formar parte de esa expedición.  Y ese 7 de Agosto, madrugué lo suficiente tanto para disfrutar de una hermosa mañana y para que me recogieran, más o menos sobre las siete y media de la mañana.

¿Cuál era el plan en Pubenza?  Ese poblado, perteneciente a Tocaima, escondía una maravillosa historia, desconocida para muchos pobladores del suroccidente cundinamarqués.  El 24 de Septiembre de 1972, un humilde agricultor y minero aficionado llamado Manuel Mendoza, encontró en las faldas del Cerro Piedras Negras los restos fosilizados de un mastodonte.  Don Manuel tardó año y medio para mover esos restos hasta su residencia.  Allá fuimos a dar, en los primeros metros del ascenso, donde logramos conversar unos minutos con él.

Lo que verdaderamente quería, junto a todos los asistentes, era ascender ese cerro.  Paso a paso, con algo de velocidad, soportando el calor inclemente y propio de esta región, refugiándome en los pocos lugares sombríos y superando algún trayecto complicado, llegué a la cima junto a los demás compañeros.  Estaba sediento y cansado, pero contento.  Alguien me dijo que podíamos regresar rápido, pero le respondí que nos regresarían en una ambulancia a casa y sabrá Dios con cuántos huesos quebrados.

El descenso, debo decirlo, es un poco más complicado que el ascenso, por la pendiente, la cual es algo fuerte.  Recuerdo que en más de una ocasión debimos parar para hidratarnos, y en mi caso, las piernas no me respondían como quería, pero hice acto de valor y llegué bien.  No tuve noción del tiempo, así que no supe a qué hora regresamos a Pubenza ni a qué hora llegué a Girardot exactemente.  Me devolví en el platón de la camioneta del director de Bienestar Universitario de ese entonces, junto con otros compañeros, que como yo, estaban algo sucios, muy cansados, y aún más contentos por esa salida.

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Este tipo de salidas me agradaban, ¿saben?  Así hice vínculos más fuertes con la gente que conocí allá en Girardot y quizá haya dejado una mejor estela con ellos que con mis propios compañeros.  ¿Qué será de la vida de Carrillo?  ¿Qué será de la vida de las Jaramillo?  ¿Los que compartían esas salidas conmigo, se acordarán de mí?

Además de lo narrado anteriormente, como he sido hombre de campo, no le hago mala cara a esas salidas.  Quiero volver a Pubenza y aparte de subir el cerro, conocer el Museo Paleontológico.  Quiero recorrer algún día los cerros tutelares que cuidan de mi casa.  Faltarán algunas cosas necesarias para ser un verdadero senderista, pero la voluntad supera unas zapatillas que cuestan más de doscientos mil pesos.  Y así, desde mi infancia, sin importar la pinta o el calzado que se lleven, el caminar largo y fuerte hace parte de mi vida.

sábado, 2 de agosto de 2014

"Los ojos de Bette Davis"

Kim Carnes, nacida el 20 de Julio de 1945 en Los Ángeles, es una cantante y compositora norteamericana especializada en el rock, en el country, y en el denominado "soul de ojos azules".  Inició su carrera en 1966 al unirse al grupo "The New Christy Minstrels", y al poco tiempo, inició lentamente su carrera de solista y de compositora.

En 1981, grabó la canción que compartiré, llamada "Bette Davis Eyes", una versión de la canción del mismo nombre interpretada por Jackie DeShannon y Donna Weiss, donde el sintetizador marca el ritmo.  Esta canción se convirtió en la número uno en el listado anual que realiza Billboard, para ese citado año.  También llegó a ser número uno en Italia, en Suiza y en España.  La misma Bette Davis -una de las más grandes actrices de la historia de Hollywood- confesó ser fanática de esta canción.

En lo personal, suelo escucharla en La W, pero hasta estos días supe cómo se llamaba, gracias a la franja retro de KMusic.  Sí, es pegajosa y muy descriptiva.  ¡Aquí va la canción!



"Her hair is Harlow gold
her lips, sweet surprise
her hands are never cold
she's got Bette Davis eyes"

"She'll turn the music on you
you won't have to think twice
she's pure as New York snow
she got Bette Davis eyes"

"And she'll tease you
she'll unease you
all the better just to please you.
She's precocious
and she knows just what it takes to make a pro blush
she got Greta Garbo's standoff sighs
she's got Bette Davis eyes"

"She'll let you take her home
it works up her appetite
she'll lay you on the throne
she got Bette Davis eyes"

"She'll take a tumble on you
roll you like you were a dice
until you come out blue
she's got Bette Davis eyes

"She'll expose you
when she snows you
hope you're pleased with the crumbs she throws you.
She's ferocious 
and she knows just what it takes to make a pro blush
all the boys think she's a spy
she's got Bette Davis eyes"

"And she'll tease you
she'll unease you
all the better just to please you.
She's precocious
and she knows just what it takes to make a pro blush
all the boys think she's a spy
she's got Bette Davis eyes"

"She'll tease you
she'll unease you
just to please you
she's got Bette Davis eyes"

"She'll expose you, when she snows you
she knows you, she's got Bette Davis eyes"