martes, 25 de octubre de 2016

Solo reconozco a diez.

Habiéndose cumplido un año de otra elección local -alcalde y concejales-, decido escribir por qué a este Concejo Municipal elegido por buena parte de nosotros le sobra un miembro, a mi parecer.

Digo "le sobra", porque a pesar de que elegimos once concejales, ese undécimo concejal no debió ser elegido ni premiado con tal distinción.  No diré su nombre, pero es fácil para algunos lectores deducir quién es.

Desgraciadamente muchos paisanos lo han visto como un mecenas, como un salvador de la cultura en esta tierra, cuando realmente es un personaje detestable, peligroso y lo suficientemente hipócrita como para superar todos los apelativos ofensivos que existan en el mundo.  Ni siquiera aquella frase de las monedas de cuero le calza.  Fue director por muchos años el director del Ente Deportivo Municipal de Anapoima y fue él, arguyendo que no soy persona digna para pertenecer al sistema deportivo de Anapoima, quien me vetó tácitamente en el 2013 y en el 2014 para realizar evento deportivo alguno, inclusive intentando obligarme a ejercer una profesión que, como a ustedes lo he hecho saber, no me agrada mucho ejercer en el término inmediato.

Además de eso, él mismo ha fomentado la indisciplina y la arrogancia de algunos elementos dentro del deporte de aquí.  Incluso ha logrado algo peor, fomentar la cultura del "todo gratis" aquí.  Cuando trabajé en otros lugares, le enseñé a la gente que las cosas se consiguen con esfuerzo.  Aquí, todo lo quieren regalado, lo más gratis posible y como si fuera poco, a uno le dicen "su evento tiene que ser gratis" e incluso rayan en el cinismo de no pagar sus obligaciones.

Contra mí la emprendió desde aquel día de Junio del 2008 cuando hizo que mi contrato fuese finalizado y premiando a un pésimo elemento con su renovación de contrato.  Me fui con rabia y con la dignidad mancillada ya que detesto andar encerrado en una oficina y querían ubicarme allá.  Desde ahí, a ese tipo nunca le dirijo la palabra.  Es un falso.  Es un promotor de las injusticias.  No me representa.

Ha hablado muy mal de mí y lo supe a su tiempo.  Quiso desterrarme.  No podrá, tendrá que matarme.  Quiso obligarme a retomar un camino que me dejó muchas tristezas.  No me dejé.  No es más que yo en esta tierra.  Lo he visto expresándose muy mal de mucha gente, incluso de amigos y del Maestro Pedro.  Fue un enemigo acérrimo de mi Banda.  La trató como plato de última mesa.  Lo peor, lo vi arrastrando una bandera mientras la arriaba en un evento, y todos sabemos que es de muy malos modales arrastrar una bandera por el piso.

Tiene ahora un cargo que le queda muy grande para su propia dignidad, ya con lo que he descrito.  No me representa, lo he dicho.  Si Anapoima ha parido malas personas, él entra en la lista.  Nunca saluda y cuando me ve, sigue su camino.  Se supone que es un honorable concejal.  No es ni lo uno ni lo otro.  Nunca lo volveré a tratar, salvo si aprende a valorar su supuesta condición actual.

Maldije esa noche del 25 de Octubre del año pasado.  No pude creerlo.  No puedo creer que este poblado sea ciego y desorientado.  Lo eligieron.  Cuando conformaron la lista de concejales electos, borré de mi mente ese nombre.  Anapoima no merece alguien así.  A los otros, a pesar de que no conozco a todos, al menos los respeto.  Pero a este, por todo lo que hizo, ni siquiera la mención.

Así, solo reconozco a diez.  Solo son diez concejales los que tiene el Municipio de Anapoima, por lo menos durante este cuatrenio.

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