miércoles, 3 de abril de 2019

Doce: Indisposición.

De las cosas que más detesto en la vida, es que no respeten mi autoridad ni mi figura.  Hoy tuve el peor día de esta etapa y todo por culpa de un niñato indisciplinado.  Él, contagia con su grosería y falta de disposición al grupo con el que estudia, acentuando esta situación con el hecho de ser repitente.  Y por culpa de él, tuve que cancelar lo que restaba de clase -era Educación Física- y castigar al grupo no dejándolo pasar a tomar su refrigerio en el orden que corresponde.

No entiendo cómo hay padres de familia que no se preocupan lo suficiente por estas situaciones, incluso, viendo cómo les pasa la vida por delante sin hacer algo por corregirlas.  A mi compañero de Matemáticas lo desquició también y en ocasiones, a la misma directora de curso y al rector, quien es un alma de Dios, también los ha sacado de casillas.  Sinceramente, desearía que se desescolarizara ese niño, pero durante estos días escuché en la radio que no se puede realizar tal proceso así no más, y como si fuera poco, en mi colegio no hay orientadores especializados y mucho menos, coordinadores.

A mí me exigieron a los diez años, hace veinticinco, que debía ser más responsable social e individualmente, y cumplí, porque estuve muy cerca de que me aplicaran matrícula condicional por diversos hechos que fueron muy dudosos.  Aprendí de eso, que independientemente de lo mal pedagogo y mal didáctico que sea un profesor, hay que respetarlo, así como respetar a los mismos por su condición de adultos y a las instituciones donde uno asiste.  Así, me salvé de recibir más llamadas de atención en el maldito observador -porque tuve rector, porque sabían quién soy yo y por los milagros que hacía- y de paso, terminé graduándome con honores.

Hoy, mis compañeros pensaron que había dejado a ese grupo sin tomar refrigerio.  No sería capaz de hacerlo, sería una solemne estupidez y me ganaría un problema disciplinario.  Con ese mismo grupo, incluso, termino la clase diez o quince minutos antes para que tengan tiempo de tomar su refrigerio y alivianar la carga de trabajo de la encargada del restaurante.  ¿Qué más garantía puedo darle a todos?  Quizá no sea la forma correcta de hacer las cosas, pero esa alimentación hay que cuidarla y no se puede perder, máxime si estos niños y niñas no se alimentan bien en sus casas.

La consecuencia real de esto, es que terminé con dolores en la cabeza y en el cuello.  No recuerdo haber sufrido tales malestares recientemente, ni siquiera en el "trabajo", con las rabietas y peleas que sucedían ocasionalmente.  Temo por mi salud.  Espero poder descansar este fin de semana y que nunca suceda algo más grave, mañana tengo clase con otro grupo igual de complicado.  Dios sabe que no soporto a la gente irrespetuosa y de que me hago sentir, me hago sentir, pero no excediéndome, porque conmigo lo han hecho y los que lo hicieron, saben que algún día se les cobra.  Y sé, que si no transmito lo correcto, esta generación se convertirá en otra pérdida para la sociedad.

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