sábado, 6 de abril de 2019

Nueve: Tranquilidad merecida.

Hoy necesitaba dormir lo suficiente, pero no como hace dos semanas, pues debía arreglar un poco mi cuarto y buscar algunas cosas que probablemente haya refundido.  Lo cierto, es que esta semana que termina fue peor que las anteriores, ya que enfermé horriblemente -una jaqueca combinada con malestares en el cuello de los cuales no tengo un recuerdo reciente- y temí lo peor respecto a mi integridad.

No pude cenar, ya que preciso a la hora que debía salir al sitio donde me ofrecen la alimentación, llegó alguien a la sala y me dejó frenado por dos horas.  Seguro me ganaré una reprimenda de la señora que de buena fe cocina para mí.  No hay tiempo para lamentarlo.  Alcancé a realizar la actividad de mi maestría, y eso que con algo de mala gana.

En una semana espero estar en casa, la necesito, para olvidar todos estos malos tragos de esta etapa.  ¿Merezco más tranquilidad?  Quizá, pero aquí estoy olvidando otros malos tragos que se acumularon por casi treinta y cinco años.

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