viernes, 4 de julio de 2014

Sentimientos encontrados.

Hoy inició la ronda de cuartos de final del Mundial de Fútbol.

El primer partido, entre Francia y Alemania, fue un auténtico bodrio.  Un cabezazo de Mats Hummels en los primeros minutos de juego había definido el partido.  Los germanos esperarían al rival que saldría del segundo partido.

Ese segundo partido, se jugaba entre Brasil y Colombia, en Fortaleza.

Todo el mundo esperaba ese partido, hasta el mismo gobierno.  Y ese mismo gobierno tomó una decisión bastante apresurada.  Todas las entidades públicas trabajarían media jornada e invitaban a que las privadas hiciesen lo mismo.  Aquí no hubo excepción.  Debía tramitar una orden médica en mi entidad prestadora de salud con cierta urgencia y no hubo servicio en horas de la tarde gracias al bendito partido.

Con más rabia se me acentuó la animadversión por ese equipo llamado "selección colombiana de fútbol".  No podía creer que no podría realizar esa diligencia gracias a esa decisión gubernamental.  Me sentí muy ofendido.  Tenía planeado viajar el lunes hacia Bogotá para regresar el martes en la tarde, con el documento en la mano y poder realizar los tratamientos que requiero.

Hago un pequeño paréntesis.  Mi animadversión por ese equipo nació hace catorce años, en un torneo clasificatorio a los Juegos Olímpicos que se realizaron en Sidney, en un hecho que se conoce como "El Londrinazo".  Más adelante, cuando pase toda esta parafernalia les contaré una anécdota que tuve con ese hecho y el suceso como tal.  Y les aclaro, no extiendo esa animadversión hacia las selecciones femeninas.

Volviendo al hilo de la historia, era lógico que apoyaría a Brasil en esta llave y había manifestado en varios sitios de este poblado que era muy difícil que Colombia los derrotase, por factores que rayaban en lo político y lo económico.  Y con esa idea, me fui al parque a ver el partido, la Alcaldía Municipal en otra decisión muy criticable, autorizó la instalación de una pantalla gigante para que la gente pudiese verlo.

Llegó el gol de Thiago Silva, como acostumbran anotarle a Colombia, desde un tiro de esquina colocado al segundo palo.  Siempre he dicho que esos goles se los hacen solo a equipos como San Marino.  Y así transcurrió ese primer tiempo, con el gol en contra y la impotencia de no poder llegar con claridad.  Ahí tuve un incidente gracias a lo obtuso que fue Velasco Carballo, el árbitro del partido, que dejó las tarjetas en la casa.  Un ex-vecino hizo sonar una maldita corneta en mi oído, cosa que me repugna hasta el límite de mi visceralidad y un contratista bastante polémico del "ente deportivo municipal" se las quería dar de Don Norman y nos fuimos a los empujones; el tipo hizo el gesto de empuñar una navaja, a lo que le respondí "si me va a pegar, hágale, que yo no tengo nada qué perder".

Finalizó el primer tiempo y fui por una cerveza, la cual me la tomé con mucha calma, retornando a un punto cercano a donde me había ubicado antes.  Todos los demás presentes que estaban en el parque hacían fuerza para que esa selección clasificase, pero yo seguía firme con mi idea.  Mario Yepes anotaba un gol que sería anulado por un fuera de lugar, alcanzaron a celebrarlo, pero cuando vi al árbitro, me tranquilicé.  James Rodríguez le comete una falta muy peligrosa a Hulk y David Luiz la transforma en gol.  El mismo James Rodríguez transforma un penal cometido por Julio César a Carlos Bacca.  2-1.  Camilo Zúñiga le comete una falta durísima a Neymar, dejando como consecuencia la fractura de una vértebra.  ¿Y el árbitro?  Bien, gracias, hasta la FIFA lo felicitó...

Finalizó el partido y me fui sin despedirme de nadie.  Con una sonrisa en el semblante.  Mi objetivo se logró.  Pero...

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De acuerdo, es mi país.  Vi gente triste, llorando.  También gente contenta por lo logrado.  ¿Fue la mejor actuación de una selección mayor en un Mundial?  Sí, está bien.

Pero eso, no me hace cambiar mi percepción general sobre la selección.

La selección no puede ser un bálsamo ni una pastilla del olvido para los problemas que poseemos como sociedad.  No podemos ampararnos en ella para coger el día que le corresponda jugar, para declararlo día de juerga y perdición, descuidando las labores diarias.  No podemos ampararnos en ella para que la gente, presa del vicio, se enfrasque en asuntos de sangre, donde se han perdido algunas vidas.

Nosotros mismos no sabemos manejar las circunstancias y por esa razón, han sucedido tragedias que son muy difíciles de olvidar.  El triunfalismo excesivo, la "metida al rancho", la necesidad infame de "mojar prensa" son taras que esta sociedad necesitada de valores ha arrastrado en estos últimos años, por algunos pocos logros que se han logrado con mucho esfuerzo, como los del ciclismo.

Sigo caminando y veo que la celebración se disuelve, poco a poco.  Mi mamá me ve feliz, pero como decía Baljeet, el personaje de Phineas y Ferb, "por dentro permanezco frugal".  No puedo alegrarme de forma tan descarada por ese resultado.  Simplemente lo quería, por las razones y el motivo deportivo que expuse.

Algún día, cuando aprendamos a manejar todas esas situaciones, podría volver a simpatizar con la selección, como cuando tenía nueve años.  O cuando consigan algo grande, más allá de la Copa América del 2001 o de un Sudamericano de categorías menores.  La sangre tira, queridos amigos, y eso no puede negarse; algún día la sangre hará el correspondiente llamado.

Para concluir, esto es un deporte, y como tal, está lleno de aficiones.  No podemos dejar que las aficiones superen nuestros deberes y nuestra conciencia.  Si usted apoya a la selección, está bien, lo sigo respetando, de pronto lo molesto un poco, pero nada más.  Si yo no la apoyo, espero que respete mi decisión de no hacerlo.  En algún punto, tendremos que llegar a un acuerdo.

Y respecto a algunos comentarios que sostienen que no soy colombiano por no apoyar a la selección, les respondo, el no apoyarla no significa que no represente mi nacionalidad.  Si hay personas que no soportan a Shakira por las razones que sean, ¿soy yo el indicado para criticarlas por su patriotismo respecto a Shakira?  Si hay personas que no les agrada el vallenato, ¿debo ser el indicado para criticarlas por su patriotismo respecto a ese género musical?

En fin, me voy a descansar con sentimientos encontrados, porque a pesar de mi alegría, sé que muchas personas que le tuvieron fe y creyeron en esa selección, no pasaron una buena tarde con ese resultado.  La vida volverá a su curso normal y otras alegrías llegarán para cada quien.

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