sábado, 23 de agosto de 2014

Milagro en La Mesa (Parte II)

Llegamos al Colegio Departamental Francisco Julián Olaya, sitio donde se realizarían los exámenes.  Como a todos nos separaban por las electivas que habíamos escogido, todos los estudiantes anapoimunos estarían repartidos por varios salones de esa importante institución educativa.

Aquí hago un breve paréntesis, respecto a las electivas.  Recuerdo bien que había un número determinado de electivas, de las cuales, solo se podía escoger una en el momento de diligenciar la inscripción.  La lista comprendía temas como Inglés, Metalmecánica, Construcción, Contabilidad, Electricidad o Artes Plásticas.  Mis compañeros, eligieron electivas como Razonamiento Abstracto, Relaciones Espaciales o Razonamiento Mecánico.  En esa última, se fueron para el barranco varios compañeros; no lograron buenos puntajes.  Marcela eligió Razonamiento Abstracto y le fue bien.  Mientras tanto, yo elegí Democracia.

Por esa elección, me sucedió esto, fui el único, no solo de mi colegio, sino de todos los convocados a presentar exámenes de estado en La Mesa que eligió tal electiva.  ¿Hubo algo peor?  Sí, podría decirlo.  Me correspondía el último salón e ingresar siempre de últimas, tomando el último puesto que los supervisores dejaban en sus curiosas asignaciones de puestos; no recuerdo bien si hacían equis, serpientes verticales, no lo sé.  Siempre entraba de últimas.

Ese sábado, que correspondía a la doble jornada, tuve nervios.  Si no me equivoco, debía presentar los componentes de Ciencias Naturales por la mañana y la de Matemática por la tarde.  Salí con anticipación de ambas sesiones, almorcé, esperé a Marcela y regresamos a casa, pensando en lo que restaba del examen.

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El Domingo 22, se repite el madrugar, pero con la tranquilidad de regresar a mediodía, ya que solo restaban los componentes de Ciencias Sociales, de Lenguaje y la electiva.  La electiva fue una prueba exageradamente tranquila, aunque se plantearon preguntas muy complicadas.  Regresé a casa cansado, no recuerdo si junto a Marcela o junto a varios compañeros, tampoco estoy seguro si nos recogieron en La Mesa.

Era cuestión de semanas para que el ICFES publicara los resultados y los enviara al colegio.  Si no me equivoco, llegaron en Septiembre, durante un día en el que nos correspondía Educación Física.  La ansiedad se colmó en todos los rostros y cuerpos de ambos undécimos, incluyéndome.  Era la hora de la verdad.

Uno a uno, fueron entregando los resultados, un folio con tres secciones idénticas para ser utilizadas para anexarlas como requisito en los formularios de inscripción de cualquier universidad.  El mío, lo entregaron como a la mitad del listado, que no fue estrictamente el alfabético.  Había visto muchas caras de decepción por algunos puntajes, de los cuales yo esperaba que fueran mucho mejores.  Marcela recibió sus resultados unos pocos segundos después de mí.  Logró un 263.

Yo, estaba expectante.  Sabía que un compañero de mi salón podría lograr un mejor puntaje y tenía algún oído puesto en el otro undécimo, el salón vecino.  Logré un precioso 327 que fue muy celebrado por este servidor y sus compañeros.  Sí, estuvo lejos de la utopía arrogante del 380, pero fue un buen puntaje.

La respuesta del otro undécimo al conocer sus puntajes, fue la guinda de la torta...

(Continuará) 

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