domingo, 1 de enero de 2017

Triste Año Nuevo.

Aquella noche del 31 de Diciembre del 2015 fue difícil para todos.

En la mañana, sobre las diez y media, había visto cómo la ambulancia del centro de salud de aquí corría desesperada transportando a mi abuela Elvira, quien era remitida al Hospital Pedro León Álvarez de La Mesa, por un problema de salud que no supe qué era, ni cómo fue causado, solo especulaba sobre lo que había pasado.

Lo cierto es que tanto Don Norman como yo estábamos en vilo por la salud de ella.  Tenía parte de mis sentidos pensando en ese aspecto.  Conforme transcurrían las horas, la ansiedad por saber si mejoraría era mayor.  No pude comunicarme seguido con mi padre porque estaba ocupado y como es costumbre, todas las redes de telefonía celular en el país se congestionan para estas fechas.

Regresé a casa sobre las ocho y media y me arreglé, pensando en cómo transcurría esa situación.  Ya todos mis tíos y tías estaban pendientes, en especial mi tía Analía, quien estuvo muy pendiente tanto de mi abuela como de mi abuelo, aún estando lejos de ellos.  Mi padre, por supuesto, no pudo viajar por cuestiones de su trabajo, pero a cada rato estaba llamando al hospital.

Sobre las once y media, ya en el centro, pude comunicarme con él, y estaba llorando.  Le pregunté cómo estaba mi abuela y me dijo textualmente "no creo que sobreviva para este Año Nuevo".  Le dije que no dijera eso ni en broma, pero el temor de perderla estaba ahí, latente.  Vuelvo a casa, felicito a todos por el año que llegaría, y salgo a realizar el recorrido que acostumbro en todo Año Nuevo, por todo el poblado hasta el otro extremo.

Regresé a casa sobre las dos y veinte de la mañana, y cuando me estaba alistando para dormir, la terrible noticia había llegado.  Mi abuela Elvira había fallecido.

Nunca había pensado que el perder un familiar para una fecha como estas me tocaría.  Don Norman llamó a casa llorando inconsolablemente.  Queríamos que estuviera aquí, en su tierra, con su familia, no alejado de nosotros y recibiendo esa noticia.  No pude dormir en un rato.  Honestamente creía, que su pareja de toda la vida, mi abuelo Francisco, nos dejaría primero, pues estaba muy enfermo e incluso antes de esta fecha se despidió de mí y de Óscar en el hospital donde estaba recluido en Bogotá.  Pasó todo lo contrario, que mi abuela se fuera de este mundo antes que él...

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No supe cómo me desperté antes de las ocho de la mañana del primer día del 2016.  Estaba consternado, sí.  Debía trabajar ese día, pero tenía mi mente y mi corazón en la partida de mi abuela.  Al finalizar, partí inmediatamente hacia San Antonio, a la vieja casona de mis abuelos.  Casi no llego.  Todos estaban ahí, hasta la familia de Doña Myriam, conocidos de toda la vida.  Fue un momento inconsolable.

Al otro día se realizó el funeral.  Buena parte de la comunidad de San Antonio asistió.  No todos los conocidos de Don Norman en lo que resta de esta meseta asistieron, quizá no sabían.  Debí pedir permiso en el trabajo para asistir a la ceremonia, no podía fallarle a mi familia.  Me pegó duro.

Mi abuelo resistió estoicamente su partida, recuerdo que a la semana de haber sucedido todo lo visité y su mirada al dejarlo solo decía que quería partir...

Ya se cumple un año de la partida de mi abuela Elvira, aquella que crió a mi padre y lo llevó por el camino del bien.  La extrañamos.  Me dolió no poderme despedir de ella en esas fechas del 2015.  La recuerdo siempre.  Poco después, otro golpe duro recibimos, pero ya es otra historia y será contada a su tiempo.

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