lunes, 27 de marzo de 2017

Diecinueve: Una milla de oro en la Sabana.

Hoy tenía por tarea asistir a una capacitación personalizada en una empresa productora de software financiero, proveedora del municipio donde trabajo y que a su vez, piensa asignarme un "pequeño" encargo extra, el cual aún dudo en asumir.  Al salir de ahí, tomo la ruta de Cota y Chía, y pensé que no saldría de ahí por el mal diseño de la variante de Cota y porque están ampliando el trayecto entre Cota y Chía, ya que los fines de semana este sector es muy transitado, y por la experiencia misma de Don Norman, se han detallado congestiones que superan el concepto de "monumentales".

Llego a Chía sobre el mediodía, y decido ir hasta el centro para realizar dos diligencias de cierta importancia.  Al terminarlas, aprovecho para conocer un poco más de esa región y decido ir hasta Fontanar.  Fontanar es un sector limítrofe entre Chía y Cajicá, unos kilómetros arriba de Centro Chía, sobre la carretera hacia Zipaquirá, el cual, como casi toda el área rural de Chía, es de muy alta valorización.  Si no me entienden, eso quiere decir que las propiedades en ese sector valen mucho dinero y solo unos pocos podrían adquirirlas.

En ese sector, se construyó recientemente un centro comercial denominado igual, Fontanar.  Quería conocerlo, ya que tenía algo de tiempo y el sol hacía de las suyas en este lado de la Sabana, me estaba sofocando.  Era bueno venir un día como hoy, no había tanta afluencia de público -en varios sábados descendiendo hasta Chía veía el parqueadero lleno y eso era señal suficiente- y, bueno, ¿qué creen ustedes?

Recorrí casi todo el centro comercial e ingresé al Éxito para comprar mi merienda, encontrándome a alguien que me distinguía en Anapoima.  Me costó reconocerlo, sí.  Consumo lo que adquirí, hago dos llamadas y me encuentro con algo que muy pocos centros comerciales poseen dentro de lo que ofrecen para sus visitantes, ¡una zona de carga de equipos móviles!  Está un poco escondida, cerca a los baños, pero no importaba, necesitaba el tiempo que me faltaba para dejar cargado mi Lumia y poder viajar tranquilo.

En ese tiempo, el clima cambió y la lluvia llegó.  Debí salir de ahí corriendo para poder tomar el bus hasta Zipaquirá y esperar el otro allá.  La buseta que debía salir de Bogotá no salió de allá y esperaba tomarla ahí en Fontanar.  El resto, ya fue trámite.  Quizá vuelva allá con Don Norman.  Lo cierto es que ese sector tan valorizado, tan lleno de riqueza, ve cómo sus necesidades de tener sus tiendas favoritas cerca y sin tener que ir hasta Bogotá, son satisfechas, valorizando aún más sus propiedades.

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