martes, 14 de marzo de 2017

Treinta y dos: Fútbol Femenino.

Dos días antes, el domingo, decidí no salir lejos por la sencilla razón de viajar el siguiente fin de semana hacia Anapoima para disfrutar las festividades y hacer algo extra que dejase dinero.  Pues bien, al saber que tendría con cierta cercanía algo que me interesa de buena manera, decidí planear ese viaje para disfrutarlo.

Para este año, la Federación de Fútbol y la División Mayor del Fútbol Colombiano decidieron realizar una liga profesional para la rama femenina.  Solo dieciocho equipos de los treinta y seis que disputan las divisiones superiores de nuestro profesionalismo se apuntaron desde finales del año pasado para participar, con notabilísimas ausencias como las de Atlético Nacional, Millonarios y Deportivo Cali.  Esos dieciocho equipos, se dividieron en tres grupos regionales -por aquello de la cercanía geográfica- para enfrentarse en partidos de ida y vuelta, donde clasificarán los dos primeros equipos de cada grupo y los dos mejores terceros, con el fin de enfrentarse en llaves de eliminación directa y definir al campeón de esta primera edición del fútbol profesional femenino.

Cundinamarca adoptaría a dos equipos para esta liga, ambos correspondientes a sus pares de las divisiones  masculinas, el "desplazado" Cúcuta Deportivo, quien llegó allá gracias a que el Departamento de Norte de Santander y la Alcaldía de Cúcuta le cerraran las puertas por no ser organizados, y Fortaleza, un club bogotano que había descendido el año pasado de la Primera División y decidió dejar el Distrito para buscar afición en las poblaciones vecinas.  Zipaquirá decide adoptar a estos equipos, en el histórico Estadio Los Zipas, renombrado como Héctor "Zipa" González, en honor a una gloria del Independiente Santa Fe y participante de la selección que participó en el Mundial de Chile, y obviamente, oriundo de la Capital Salinera.

Los equipos femeninos del Cúcuta y de Fortaleza jugarían en ese estadio y ambos quedaron sembrados en el Grupo B, el que corresponde a los equipos del centro del país.  En ese día, sobre las once, Fortaleza recibiría a La Equidad; Cúcuta ya había jugado cuatro días antes ante el Atlético Huila en el mismo escenario y a mediodía.  Transcurría una mañana muy fría y la lluvia amagaba con llegar.  Yo simplemente me desperté a la hora correcta, para llegar pasadas las ocho y recorrer un poco la ciudad, pero en un increíble incidente, casi me atropella una camioneta en la esquina del Instituto La Salle; era de suponer que un borracho estaba manejándola y de lo mal que estaba, se estrelló contra un portón de ese colegio.

Antes de las once, regreso al sector del estadio, coincidencialmente llamado "Barrio Liberia", tal cual se llama el barrio donde vivo en casa y donde también se ubica el estadio de allá.  Compro la boleta y me devuelvo para recargar la batería del teléfono en una tienda cercana, merendando también.  Poco a poco veo cruzar simpatizantes de ambos bandos y con el tiempo justo para ingresar, vuelvo al estadio, pero con una sana excepción, pude ingresar el bolso y el maletín sin problemas.  ¿Qué riesgo podía existir allá adentro?

Protocolo de rigor y a jugar.  Ambos equipos querían ofrecer lo suyo, pero realmente están muy lejos de los equipos favoritos del grupo, el Cúcuta y Santa Fe.  Ambos equipos traían su base aficionada, Fortaleza se conformó con la base del club Besser y del equipo de la Universidad Sergio Arboleda, La Equidad se armó con su escuela de fútbol y algunos refuerzos provenientes de Atlético Nacional.  La jugadora más experimentada, en cuanto a su nivel, era Jackeline Fonseca, ex-integrante de la selección Sub-20 que jugó el Mundial del 2010; se esperaba mucho de ella.  El partido no fue tan animado, fue más bien intenso y con oportunidades de gol para ambos bandos, pero el que supo capitalizarlas fue Fortaleza, quien ganó 2-0.

Llovió sobre el segundo tiempo y la gramilla, magistralmente cuidada por los funcionarios del Instituto Municipal de Cultura, Recreación y Deporte de Zipaquirá, respondió muy bien al fenómeno.  El público sufrió mucho con el frío -hubo un momento en el que literalmente, me congelé-, pero no paró de animar a sus equipos; había padres, madres, abuelos, amigas, amigos y demás familiares de las jugadoras.  ¡Hasta con el cuerpo arbitral se ensañaron en su momento!  ¡Ese arbitraje estuvo muy irregular!

Pasada la una y cuarto, finalizó el partido.  Entrevistas de rigor y todo lo demás, hasta un cumpleaños fue celebrado en los camerinos.  Yo ya debía pensar en el regreso.  Salgo rápido y me devuelvo hasta el centro para buscar algo de comer, comprar un nuevo maletín y una batería externa para el Lumia, aprovechando también el recorrido para reconocer sitios familiares.  Antes de las cuatro, me devolví, un conocido me recogió en la Plaza de Mercado y antes de las dos horas ya estaba de nuevo en mi morada.

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Es bueno ver que las máximas entidades del fútbol en Colombia se preocupen por el futuro del deporte para ellas, con todos los éxitos que ha traído la selección mayor y las juveniles en los últimos nueve años.  Pensar para volver a un Mundial y a unos Olímpicos y seguir mostrando la capacidad de nuestras mejores jugadoras en las canchas del mundo, donde algunas han encontrado un lugar en las ligas de mayor prestigio.  Seguramente, todas ellas desearían jugar en su tierra natal y demostrarle a los incrédulos que pueden jugar también como sus contrapartes de género.

Ojalá la iniciativa se mantenga y mejore.  Muchas chicas practican el fútbol en buena parte del país derrotando al machismo y enseñándonos que el deporte con el que muchos gozamos también es para ellas.  En casa decidieron ampliar la escuela de fútbol para ellas, con las deportistas que integraban los procesos de fútbol de salón y por simple deducción, respaldo de corazón la iniciativa.  Los otros clubes que no participaron en esta edición de la liga femenina, ya deben estar trabajando para estar el próximo año.

No olvidemos, que estuvimos a poco de lograr una medalla en un mundial femenino.  No olvidemos, que derrotamos a una de las mejores selecciones de Europa en otro y que ahí mismo se le plantó cara a la que se considera la mejor selección femenina del mundo.  No nos burlemos de ellas.  Han superado muchos comentarios negativos y ofensivos para llegar donde están.

Por último, quiero decir que hay que apoyar y motivar a las mujeres para que practiquen un deporte.  Qué bonito sería ver que más mujeres, desde su infancia, no solo jueguen con sus juguetes sino que también corran, pateen, voleen, driblen, pedaleen, patinen, lancen y así, hasta llegar a todos los movimientos posibles que fundamenten los deportes.  No es solo del hombre esto.  Así, podemos llegar también a la anhelada igualdad que todos deseamos.

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