lunes, 12 de mayo de 2014

Feria Internacional del Libro.

La semana pasada, después de muchos años, creo que dieciséis, volví a una Feria Internacional del Libro en Bogotá.  En esa única ocasión, había viajado con la Banda Municipal para presentarnos dentro de la muestra cultural con la que contribuía el Departamento de Cundinamarca.  Allá, casi no pude almorzar, me fui sin un peso, al final nos dieron almuerzo a todos porque alguien tenía la caleta por ahí, Angélica me pilló leyendo revistas Club Nintendo y me "cantó la tabla", otro compañero se llevó un ejemplar del "Libro Gordo de Petete", y de ahí, no recuerdo más.

Este año, fue todo lo contrario, en especial en lo que respecta a compañía, plan y recursos.  Fui solo, fui con el plan específico de recorrer la feria, y por lo menos, tenía dinero para movilizarme, para comprar algún ejemplar y para comer.

Después de ir hasta el Hospital de La Samaritana y no poder conseguir la cita con la neuróloga para los procedimientos que tanto requiero, decidí partir hacia Corferias por la Calle 26.  Llegué justo a tiempo para adquirir mi boleta e ingresar, sorprendiéndome con el homenaje merecido a Gabriel García Márquez apenas puse un pie dentro de Corferias.

Antes de almorzar, recorrí uno a uno los pabellones asignados para albergar este importante evento literario, cultural y comercial que se realiza en Bogotá.  No me detuve para nada en el tema fotográfico, recorrí todo con paciencia, encontrándome conocidos por algunos sitios y recogiendo folletos, periódicos y otra parafernalia por ahí.  En ese primer recorrido, adquirí mi primer "regalo" de la Feria, una reproducción de una estampilla del Capitán Haddock emitida en el 2007.


Ese primer recorrido me dejó claro qué sitios no abordaría después de almorzar, como la rueda de negocios.  Al pabellón de comidas fui a dar, pasando el Pabellón 6, pues llegaron las doce y mis pies estaban sintiendo todo el recorrido, dejando los últimos pabellones para el "final".

Decidí descansar un poco e intentar buscar un café Internet o similar dentro de Corferias, ¡pero esta es la hora en la que aún no hay facilidades para aquellos que no poseemos portátil o un smartphone para conectarnos a Internet!  Tuve que esperar un buen rato para que la empleada del Punto de Información Turística volviera de almorzar para conectarme a Internet ¡por solo diez minutos!

Retomé mi recorrido, pero esta vez, con la cámara en la mano, con más calma y con mi maleta cada vez más llena de papelería.  En el mismo Pabellón 1 adquirí mi segundo "regalo", el "Vuelo 714 para Sidney" de Tintín, por una suma módica, en el stand de unos antioqueños aficionados a los cómics.  Ese pabellón, para resumir, parecía el SOFA, aunque en el primer piso estaban algunas universidades.  Me sentí muy feliz al ver a la Piloto en ese mismo pabellón.

Sigo con el Pabellón 3.  Las editoriales fuertes y las grandes muestras de algunas universidades estaban ahí.  En el segundo piso, me encontré al gran @romerovaron, en el stand de la universidad para la cual trabaja, la Universidad de La Sabana.  Y al salir de ahí, me encontré a Santiago Rivas, el presentador de "Los Puros Criollos".

Pabellón 4.  El del invitado de honor.  No era cualquier invitado, es un país maravilloso.  Me refiero al Perú.  De entrada, la galería "Mírame, Lima", fue digna de mi admiración, por lo que representa la cotidianidad de la capital peruana.  De ahí, examiné la historia literaria del Perú, desde el Inca Garcilaso de La Vega, pasando por César Vallejo y finalizando con Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique, el autor de "Un mundo para Julius".  Observé la exposición del poeta Antonio Cisneros, que mostraba su vida y una parte de su obra poética.  Y no hubo tiempo para el pisco, alguna vez lo probé y me pareció muy fuerte.

El Pabellón 5 era el de Penguin Random House, no detallo mucho ahí, era una tienda de esa editorial.  El sexto pabellón, contenía lo mismo del tercero, en su primer piso, las editoriales fuertes.  En el segundo piso, se encontraban las muestras gubernamentales, destacando la del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Los pabellones 7 y 9 me aburrieron, conozco muy bien cómo está compuesto un Panamericana, con espacio angosto y todo, y así fue allá en la Feria.  El Pabellón 8, era el de los profesionales, muy pocos stands, pero suficientes para aquellos que requerían libros apropiados para sus conocimientos.

Los últimos pabellones, eran más especiales.  Los infantiles, lógico, estaban llenos de literatura infantil y de productos didácticos de todos los tamaños y tecnologías, esperando a algún alcalde para que se los lleve a su tierra.  Después, pasé al pabellón de la Secretaría de Educación de Bogotá, donde hubo actividades para todos los niños que asistieron a la Feria, ¡hasta recibí una clase gratuita sobre genios del ajedrez!

Finalicé mi recorrido visitando "Libro al Viento" en su décimo aniversario, ¡recuerdo tanto que solía pedir prestado algún ejemplar en Los Héroes!, y visitando el pabellón de Colsubsidio, donde había una "oficina postal" de 4-72 para enviar postales, así que decidí enviar una, ¿llegará a tiempo?

La lluvia cayó sobre Corferias sobre la hora de mi salida, aproximadamente las seis.  Tuve que buscar un lugar para refugiarme, lo aproveché, para luego salir a la 26 y tomar Transmilenio para soportar un viaje largo hasta Fontibón y Funza, donde me sorprendió nuevamente la lluvia y terminar llegando con los vestigios de ella a mi morada.

De todas formas, no se me borró mi felicidad de volver a una Feria del Libro, de haberla disfrutado, de haberme llevado algo de ella.  ¿Volvería en la siguiente edición?  Quizá, es una experiencia impagable.

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