viernes, 16 de mayo de 2014

"¡No hay norte!"

Hoy me desperté con muchos sentimientos encontrados.  Pasé una noche anterior un poco mal, porque eliminaron a Nacional, sin que jugaran bien; y porque seguí aún más confundido respecto a la noticia que recibí en Bogotá la semana pasada.

La mañana fue muy gris, había pactado no ir a mi labor en la mañana.  Me quedé en casa, viendo la parte que me gusta de "O brother, where art thou?", aquella donde los Soggy Bottom Boys cantan "I am a man of constant sorrow" frente a una multitud que asistía a la reunión de campaña de Homer Stokes, ridiculizándolo al final.  Aproveché para realizar una traducción al español de un manual de usuario de un aparato electrónico que le regalaron a mi Tío Alfredo.  Termino y me cuestiono, ¿pude ser un buen traductor certificado?  Ahí le doy la razón a Marcela, pude estudiar inglés o cualquier otro idioma extranjero.

A mediodía, una llamada de mi mamá cambió los planes.  Pensaba caminar por mi barrio, paseando al menos a Simon y llevar algo de fruta para regalarle a alguna vecina.  Debí ir al centro y caminé, por ese sendero angosto por los estoperoles que colocaron en el sentido hacia Girardot de la carretera.  Desde la salida de casa, me fui pensativo y con ganas de llorar.  Dejé el encargo que mi mamá encargó y de paso, conversé un rato con William, donde le comenté la posibilidad que surgió en Girardot.

La respuesta, fue un poco obvia, pero no descartable.  He de buscar algo que me deje réditos para el futuro, no arriesgarme a quedar sobrecalificado para muchas cosas.  Por esa razón, priorizo mucho el postgrado.

A William también le comenté la posibilidad de hacer un diplomado en la Nacional, teniendo en cuenta las opciones de retomar la tecnología y el por qué no debería ir allá, por lo menos ahora.  ¡Me comentó que por esa razón no debería afanarme!  ¡Él tuvo una experiencia aún más horripilante cuando cursó su especialización!

Dejé a mi mamá y salí a caminar por ahí, todavía más confundido.  Decidí llegar a cierta hora a mi labor, ya con un sol radiante sobre la meseta.  Me puse a pensar en qué voy a hacer si no resultara lo del Censo o si me terminaran operando de mi brazo.  Olvidé inmediatamente ese primer pensamiento negativo, el Censo llega, sí o sí.

Trabajé durante un rato, y me di cuenta de lo mal planeada que quedó esa "implantación", y con algo de urgencia manifiesta, regresé un momento a casa.  Me puse a pensar en mi carrera y me pregunté si valió la pena terminarla como la terminé.

Algo aprendí de mi carrera, aunque quiera negarlo.  Aprendí al menos, a ser organizado en mis proyectos.

La conclusión de esta noche, y que tuve durante otras muchas durante mucho tiempo es que no hay norte.  No tengo un rumbo fijo por dónde andar.  No sé qué rama del conocimiento tomar, ya que tengo un diploma profesional encima.  Sigo en mi profesión, me especializo en algo que vi en mis estudios, estudio otra cosa, me quedo quieto esperando mi hora, ¿qué hago?

¡No hay un norte en este momento para mí!

Lo sé, puede ser muy pesimista de mi parte, pero, ¿quién puede tomar decisiones estando así de confundido?

¿Habrá una luz al final de este túnel?  La hay, está algo distante, pero existe.

Anoche dije que la motivación no se puede caer y hoy, a pesar de esto que narro, no se apagó.  Son cuestiones normales en un cambio de etapa.  Lo que sí es cierto es que pronto debo ver a Don Norman y definir, a la usanza italiana, cuál será el camino a tomar.

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