jueves, 15 de mayo de 2014

Un mes después.

Ha pasado un mes después de ese día de catarsis y de cambio de etapa.

Aún vivo ese cambio de etapa, no es un proceso fácil ni de asimilar ni de adoptar.

Viajé durante tres de esas cuatro semanas siguientes a ese martes a Bogotá.  El primer viaje, lo realicé para una capacitación del Censo Nacional Agropecuario, la cual superé con creces y aún espero la "llamada millonaria" para firmar el contrato que me vincula a este proceso.

El segundo viaje, fue para cobrar dinero y pasear, lo que no se pudo hacer en el primer viaje.  Recorrí muchos de mis pasos en la Calle 72 y aproveché para probar el nuevo servicio de Transmilenio desde la Séptima hasta Suba.  Visité el Monumento a los Ángeles Agustinianos -se cumplían diez años de la tragedia que afectó al Colegio Agustiniano- y conocí Titán Plaza.  Al siguiente día, recorrí nuevamente el camino hacia la Calle 45 en Transmilenio, como solía hacerlo hace una década, finalizando con una vigorosa caminata hasta la Avenida 30 y salir a la Calle 13 para regresar a casa.

El tercer y último viaje, tuvo como destino la Feria Internacional del Libro, a la cual no había asistido durante dieciséis años.  La historia está narrada en otro texto.  Lo disfruté a placer.  Al otro día, fui de paseo al centro, donde recibí aquella noticia del ICETEX.  Realicé mi propio "septimazo", para luego salir a la Calle 26 a caminar, cruzando por el Cementerio Central, el cual conocí.  Mi recorrido terminó abruptamente, pues en la Lotería de Bogotá, los vapores del gas lacrimógeno hicieron mella en mi salud y tuve que salir, después de un tiempo de recuperación suficiente, lo más rápido posible de ese sector.

Esta semana, viajé a Girardot, el lunes, para vivir un día cotidiano en mi universidad.  Aproveché para visitar a mi casera y a su hija mayor, no tuve la oportunidad de visitarlas durante un tiempo.  Salí más confundido que nunca respecto a lo de la noticia del ICETEX, gracias a un consejo algo apresurado.  Regresé tarde a casa, como solía hacerlo en mi primer semestre, viajando, disfrutando de la brisa de las montañas.  Olvidé traer un documento que requería mi hermana, por tantos pensamientos y sentimientos encontrados.

En todo este tiempo, escribí para mí.  Le escribí a la vida, al amor, a cierta persona por ahí.  Traté de recuperar mi motivación para terminar el trabajo que me enfermó; hasta ayer pude retomar gracias a unas circunstancias que se dieron y que en principio no me dejarían continuar, mi intención era dejar las cosas así.  Faltan unos documentos para el Censo, ¡y hubo uno que casi no lo entregan!  Estoy en terapia física para recuperar mi brazo derecho.  Le hice una promesa a María Paula y la estoy cumpliendo.  No pude ir al curso nacional, enviaron las invitaciones demasiado encima y no hubo forma de conseguir el dinero.  He retomado algún camino de lo que se componía mi espiritualidad.

El camino no se compondrá inmediatamente, debo tener y aportar voluntad para esto, porque es paso a paso.  ¿Podré mantener la promesa?  Eso espero.  Este mes que viene, traerá muy buenas noticias y espero que sean el preludio de otras mejores.  Ojalá pueda resolver ese asunto que tanto me desvela, desde hace varios años.  Ojalá pueda realizar mis eventos nuevamente.  Y así...

¡Solo queda seguir soñando y pensando positivo!  ¡No puedo perder todos estos pasos de gigante que he dado!  ¡Se puede recuperar todo lo que se quiso hace algún tiempo!  

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