sábado, 31 de mayo de 2014

¿Cómo me convertí en ingeniero sin computador? (Parte IV)

Vamos con el año donde se tuvo que dejar un clima por el otro, todo por ese sueño.

El 2003: Del calor al frío por seguir un sueño

Había empezado ese año con la herida aún abierta de lo sucedido en el semestre anterior.  Sabría, que ya no vería más materias que tuviesen que ver con programación, pero quedaban vivas algunas que tendrían que ver con matemáticas.  Solo vería cuatro materias, si mi recuerdo no falla, igual era una señal clara de que la carrera se acabaría pronto.  Esas eran: Sistemas de Telecomunicaciones, Gerencia de Informática I, Investigación Operacional II, y Telemática I.

Era hora de agradecerle al profesor Rafael Rincón, quien me dictó esa Investigación Operacional las buenas gestiones que hizo por mí el semestre anterior; finalmente terminó recompensando una actuación brillante que tuve en un evento de la universidad sobre el final del semestre, el cual contaré al final de esta primera parte.

¿Las notas?  Las esperadas, aunque se sufrió un poco con Telemática.  Perdí algunas clases por andar pendiente de otras situaciones que me dejaban algo de dinero para poder subsistir en Girardot.  De resto, el semestre fue bueno.

Al finalizar ese ciclo, la mayoría de mis compañeros pretendía irse para Bogotá a realizar su práctica empresarial y yo, estaba indeciso sobre quedarme o irme.  La mayoría, logró tomar camino, y recuerdo tanto una mini-fiesta de despedida para una compañera en una pizzería llamada "Pizza al paso", en la salida hacia Melgar.

También recuerdo mucho una escapada nocturna hacia "La Morada del Viento", un sitio que está ubicado en lo alto de una colina, en la parte norte de Girardot, antes de finalizar el semestre.

Les cuento cuál fue la actuación que me dejó muy motivado en ese final de semestre.  Para ese entonces, la universidad realizaría una "feria de la ciencia", y como siempre, el grupo donde supuestamente estaba, se involucró en varias actividades.  Como solía suceder durante varios semestres, yo no me sentía incluido en ninguna actividad, así que me la pasé en esa feria solo, en ocasiones haciendo mala cara y en otras, con ganas de salir corriendo de la universidad.  El sábado, el día de la clausura, se realizaba un concurso muy al estilo del #Sabelotodo o de "Concéntrese", y sin perder la costumbre, llegué al salón de audiovisuales solo y preguntando qué debía hacer.  Al saberlo, tomé un lugar, pero me responden que debía estar acompañado.  Les dije que esperaré pacientemente, que si no había un acompañante, me iría.  Al poco tiempo, llegaron todos mis compañeros y el resto de los "competidores", entre los que estaba el director de Bienestar Universitario.

Cuando mis compañeros llegaron, murmuraron sobre quién debía ser el que me acompañaba.  Yo a duras penas volteaba a mirar, estaba pensando más en salir del salón que en buscar un acompañante.  Efraín se apuntó a esa tarea, y me sorprendí, ni recuerdo qué le pregunté, pero me dijo que no quería que me fuera de ahí.  Y ahí empezó todo, hasta supe que algunos profesores fueron a ese concurso y varios de los que conocía, estaban dentro del jurado que había tanto construido las preguntas como verificado cada respuesta.

Increíblemente, gané con varias preguntas que me hicieron sobre Girardot, sin ser girardoteño.  Denis después de una de esas respuestas se salió del protocolo y dijo "y vean que este no es de Girardot".  Todos querían linchar al director de Bienestar Universitario, porque, ¡estaban conmigo!  ¡El hombre quería ganar como fuera!  Creo que hasta el maestro de ceremonia, el reconocido periodista Jaime Rico Cartagena, quería que ganara.  Me llevé un poco de premios, en especial, un estuche porta-CD que se podía empotrar en una torre.  (El problema era en cuál torre...)  Efraín se llevó parte de ellos, aclaro, sin él no podría haber participado.

Y llegaba la hora de cambiar de aires...

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Junio y Julio del 2003.  No sabía qué hacer.  Me había despedido de cierta persona con mucho sentimiento.  Estaba la opción de quedarme en Girardot buscando la práctica allá o intentar la hazaña en Bogotá.  En Anapoima, solo había un lugar para realizar la práctica y no se presentó la oportunidad.  Girardot aún estaba en crisis.  La respuesta era obvia, había que intentar algo en Bogotá.

La sede girardoteña de mi universidad autorizó los traslados, el mío no era 100% seguro porque me fui sin asegurar un lugar para la práctica, aún después de iniciadas las clases.  Tanto recuerdo en el día de mi presentación que esa semana podría ser la primera y la última, pero no fue así.  Mi primera práctica en Bogotá fue en una innombrable empresa de programación, junto a Johana, una compañera de Ibagué.

Mis compañeros terminaron, muy, pero muy bien ubicados.  Yo, debí salir de esa empresa innombrable porque, querían gente de tiempo completo, además, la programación en ASP nunca se me facilitó.  Así me quedé un mes sin práctica empresarial.  Varias veces me quemé la piel esperando respuestas en la antigua oficina de Práctica Empresarial, varias veces lloré de la rabia por no poder pasar en una empresa, varias veces sentí que debía dejar esto y aprovechar el buen entorno que se vivía en esa época.

En Octubre, salió la oportunidad laboral que siempre recuerdo en cualquier parte, la oportunidad en Fernando Mazuera y Compañía.  Cuando supe que terminaría mi práctica allá, fui a Jardines del Recuerdo y oré frente a la tumba de Don Gonzalo, de rodillas y sacando unas cuantas lágrimas porque quizá, en algún momento de su vida, quería que llegara a una gran empresa.  Y Mazuera sí que lo es.  Allá duré hasta mediado Enero del 2004, por el asunto de los tiempos.  En otra ocasión detallaré más esa experiencia.

Solo debía ver dos materias, las cuales no fueron de notorio aprendizaje, prácticamente repasamos lo que vimos el semestre anterior.  Ni recuerdo bien cómo se llaman.  Incluso la facultad debió conseguir dos profesores más para dividir el grupo, era demasiado grande y se sufría por el tema de espacio.  Ni hablo de las notas, fueron justas para mantener la beca.

Lo que no hice allá, fue encerrarme junto a mis compañeros que vinieron del clima cálido.  Aprendí a valorar el respeto y el aprecio que sabiamente, todos los compañeros y ahora colegas que venían del proceso en la Piloto de Bogotá.  Fui testigo de varios conflictos infames y vergonzosos entre ambos "bandos", me entristeció ver eso, en parte porque vi la parte negativa de mis compañeros girardoteños.  Poco a poco, conforme avanzaba el semestre, terminé dándome cuenta de lo malas personas que son y ahí surgió la brecha, que terminaría de hacerse más grande en el año siguiente.

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