miércoles, 21 de mayo de 2014

El fantasma de Ribonetto.

Entre Anapoima y Bogotá, 19 de Diciembre del 2004.

Ese domingo madrugué, estaba "superando" el mal sabor de boca que me dejó el final de semestre, el que debió ser el final con broche de oro de mis estudios profesionales.  Esa madrugada, era también para mi mamá, quien me invitó a viajar a Bogotá.  El plan consistía en llegar al Restrepo temprano para un evento que al final no me agradó mucho, y acto seguido, ir al barrio Centenario para la primera comunión de Sandy, la hija de mi tía Rosalba.

Ese mismo día, se jugaba la final del segundo torneo del Fútbol Profesional Colombiano entre Júnior y Atlético Nacional.  Nacional había perdido la final del primer torneo ante el Independiente Medellín, por un marcador global de 2-1.  En ese semestre, Nacional había clasificado quinto en la ronda del "todos contra todos" y logró clasificarse primero en su cuadrangular eliminando al América, al Tolima y al Once Caldas.  Mientras tanto, Júnior clasificó octavo en el "todos contra todos" y superó en el otro cuadrangular al Cali, al Medellín y al Bucaramanga.

Cuatro días antes de ese domingo, el miércoles 15, Júnior vencía 3-0 a Nacional con goles de Leonardo Rojano, Hayder Palacio y Roberto Peñaloza, dejando una tarea difícil de lograr para los dirigidos en ese entonces, por Juan José Peláez.

Nacional no quiso que el Júnior jugara con su acostumbrada camiseta rojiblanca, por cuestiones agoreras, e hizo que el equipo "tiburón" jugara con unas camisetas de entrenamiento de color amarillo.

Mientras se celebraba la fiesta, yo estuve pendiente de buena parte del partido.  Edixon Perea y Aquivaldo Mosquera estaban trazando la remontada, pero un gol de Martín Arzuaga faltando seis minutos para el final del primer tiempo nos estaba aterrizando.

Inicia el segundo tiempo, y el Atanasio, completamente lleno, anima a su Nacional para que cumpla el objetivo.  A los catorce minutos, Aquivaldo Mosquera vuelve a anotar de cabeza y cuatro minutos más tarde, Carlos Díaz empata la serie al anotar el cuarto gol desde media distancia.  Faltando veintidós minutos para finalizar el partido, Héctor Hurtado, aprovechando el error de Luis Fernández anota el soñado 5-1 que le daría el título a Nacional.

La debacle llegó veinte minutos después de ese gol.

Un centro de Macnelly Torres es cabeceado a la desesperada por Cristian Racero, quien le da dirección de portería al balón.  Milton Patiño concede el rebote hacia su palo izquierdo, pero Walter Ribonetto, un argentino que tuvo sus raíces en Lanús y venía de jugar en los Gallos Blancos de Querétaro, logra patear el balón desde una posición algo difícil y anota el 5-2 que volvería a enviar la serie a los penales.

El Atanasio en ese momento, quedó silenciado por ese gol.

Finaliza el partido y llega la fatídica serie de penales.  Inició pateando Nacional.  Humberto Mendoza, Aquivaldo Mosquera y el venezolano Jorge Rojas convirtieron sus penales.  Júnior, cuando tuvo su turno, convirtió los suyos, a través de Ómar Pérez, Émerson Acuña y Francisco Alvear.

Llegó el cuarto penal para Nacional, el que le correspondía cobrar a Juan Carlos Ramírez.  Cobra, ¡y Luis Fernández le adivina el tiro!

Júnior cogió ventaja, otra vez con Ribonetto.  Pateó fuerte y arriba, un tiro imposible de atajar para Milton Patiño.

Oswaldo Mackenzie cobró el último penal, el de la esperanza, y logra convertirlo.  Solo había que esperar a que Milton Patiño hiciera su deber, pero no pudo.  Martín Arzuaga convirtió el último penal para el Júnior, para desatar la felicidad en Barranquilla y la tristeza en el Atanasio.

Inmediatamente finalizó esa tanda, dejé de ver más televisión por lo que restaba del día y me "reintegré" a la fiesta.  Como a la media hora, finalizó todo y era hora de regresar a casa.  Lógico, estaba aburrido por ver perder a Nacional un título así.  Fue una temporada perversa para el Verde por haber perdido las dos finales, ¿pero qué se le puede hacer?

En Barranquilla, todos los hinchas del Júnior adoran a Ribonetto por ese gol.  Todos los hinchas de Nacional, por cuestión lógica, lo "detestamos", al mismo tiempo que a Juan Carlos Ramírez por patear tan mal su penal.

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Hoy espero que no llegue nuevamente otro Ribonetto.  El domingo pasado, Júnior ganó con un gol de Édison Toloza el primer partido, lo cual hace que la diferencia sea superable con más facilidad.  ¿Podrá Nacional cumplir ese objetivo?  Ojalá así sea.  Debe hacerlo con jerarquía, sin nerviosismo, con seriedad, con los cinco sentidos puestos en el partido y no pensando en otras cosas.  Ojalá Cardona tenga la cabeza fría.  Y ojalá que el decimocuarto título se quede en Medellín.  Solo pido eso.

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