martes, 12 de abril de 2016

Un regalo adelantado.

Hoy no puedo detallar mucho del partido de Atlético Nacional por Copa Libertadores.  Fue un partido que podía clasificarse como "medicina para el insomnio", por lo aburridor que estuvo en buena parte de su transcurso.

Un penal convertido por Víctor Ibarbo fue suficiente para conseguir la victoria en Lima ante Sporting Cristal -bello nombre para un club, y eso que hace honor a la cerveza más recordada en tierras incas- y conseguir quince de quince puntos.  En una de las últimas jugadas, los peruanos por poco empatan y Nacional se mostró muy errático en todas sus líneas, salvo Franco Armani.

Aún así, se consiguió una victoria y en esa fría noche anapoimuna, hubo visita de simpatizantes de Atlético Nacional provenientes de Mesitas del Colegio, quienes se juntaron con la hinchada local en el bar donde se juntan casi todos para ver fútbol -Los Monjes, en la Carrera 2-.  Yo apenas pude observar parte del segundo tiempo, me lavé juzgando un partido de fútbol de salón en el colegio, por la mañana, y debí esperar a que se secara un poco la ropa.

Es un regalo que se podría considerar pírrico e irrelevante, no es que afecte mucho, pero suelo pedirlo para animarme.  Y Nacional logró hacerlo.  Me fui a casa con la satisfacción, aparte de disfrutar una noche fría, de ver cómo el equipo de mis amores lograba consolidarse en su propio sueño.

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