domingo, 3 de abril de 2016

Vaya encierro.

No quería saber de muchas cosas hoy.  Ni de las marchas, ni del paro armado patrocinado por los remanentes de los paramilitares.  Sí quería saber algo del fútbol y por ello, aparte de despertarme tarde, ni quise salir de casa al estadio para ver algo del campeonato local, me quedé en casa redactando unos documentos que requiero para hacer algo a mitad de año.

Lo cierto fue que el tiempo se pasó, literalmente, volando y llegó la hora de ver el partido que Atlético Nacional disputaría ante el Atlético Bucaramanga en Medellín.  El partido terminó con un marcador de sorpresa y de escándalo, siete a cero a favor de Nacional.  Mi mamá observó el partido conmigo e incluso se compadeció del portero del Bucaramanga; yo no había visto a Nacional meterle siete goles a un rival desde el 7-1 al Huila en el evento de 1996.

Terminé los documentos pasadas las seis de la tarde, y apenas pude salir para recoger unos paquetes en la esquina que da a la calle que lleva hacia Colsubsidio.  Veo las noticias y apenas pasó la sección de deportes, salí.  Sí, hasta esa hora salí a la calle.  ¿Y qué vi?  El mismo paisaje nocturno de todos los domingos por aquí, salvo algunos competidores del campeonato local que disfrutaban de su tercer tiempo.

Vuelvo a casa y escribo.  ¿Qué puedo decir?  Que fue un increíble encierro.  Y que sabrá Dios si esto sigue así.

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