martes, 4 de abril de 2017

Once: Branco.

En buena parte de las décadas de los ochenta y los noventa, existió un futbolista gaúcho -se les dice así a los oriundos del sur de Brasil, más exactamente del estado de Río Grande del Sur-, lateral izquierdo, llamado Claudio Ibrahim Vaz Leal, conocido por todos como Branco.  Nacido un día como hoy de 1964 en la ciudad de Bagé, inició su carrera profesional en el Colorado, el Internacional de Puerto Alegre para luego, en 1982, llegar al Fluminense.  En 1986, luego de integrar la selección nacional que participó en el Mundial de México, atiende el llamado del Brescia, donde duró dos años.  Integró al Oporto y al Génova, para retornar en 1993 al eterno rival de los colorados, el Gremio.

Retornó al Fluminense en 1994 para preparar el Mundial de Estados Unidos, el cual ganó con Brasil, y ya con treinta años, inició una correría muy particular por el mundo, resumida en estadías en Corinthians, en Flamengo, un retorno al Internacional, en el Middlesbrough, en el MetroStars de Nueva York, en Mogi Mirim y una última en Fluminense, donde se retiró en 1998, agobiado por serios problemas de sobrepeso.

Es muy recordado, no solo por su excelsa capacidad para disparar desde media y larga distancia, por ser la víctima de los famosos bidones de Bilardo en el Mundial de 1990.  Es el cuarto jugador en su posición con mayor número de partidos con la selección brasilera.  Y para cerrar este texto, los dejo con el gol que lo inmortalizó en la historia.

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