lunes, 10 de abril de 2017

Cinco: ¡Odio estar enfermo!

Hoy tuve un día difícil en cuanto a mi salud.  Salí en la mañana hacia el centro y al regresar, sentí fiebre, algo de escalofríos, y al rato, me deshidraté.  Hasta mi digestión se resintió.  Pasé la tarde en casa y aunque pude ir a entrenar, me costó un poco el poder salir en una condición medianamente óptima al estadio.  Y de todas formas, no sé si esté mejor para poder viajar mañana.

Odio estar así.  Odio enfermarme.  No me gusta ver cómo mi salud se deteriora temporalmente.  Cuando esos momentos llegan, no puedo ocultar mi mal genio.  No puedo ejercer mi cotidianidad estando así.

Recuerdo muchos resfriados, aquella varicela que me hizo pasar un San Pedro encerrado, aquel dengue, aquellos problemas digestivos, los problemas de espalda que no me dejaron dormir cierta noche.  Todos esos momentos, me amargaron la vida.  Y todavía me preocupa más, el saber que por mi fisionomía, tengo algún riesgo cardiaco.

Obviamente, no puedo desearle esos males a la gente, ni siquiera a los que detesto.  Así como con la salud propia no se juega, mucho menos se puede jugar con la ajena.  Aunque, como en algún momento lo dije, no se puede hacer nada con aquellos que creen que son superhumanos por beber alcohol o fumar.  Es de buenas personas cuidar la salud y motivar a otros a hacerlo.

Sé que debo también cuidarme un poco más.  Si no lo hago, lo que reste de camino será una tortura y ya lo dije, odio estar enfermo.

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