sábado, 1 de abril de 2017

Catorce: Sin planes.

En este poblado alejado y frío, no hay muchas cosas por hacer.  Es tan tranquilo, que parece mi casa un lunes festivo después de las ocho de la noche.  Todos cierran temprano, salvo algunas tiendas que venden cerveza y licores, por lo general, los viernes y los sábados.  Realmente, los pocos planes los proponen los más jóvenes o los compañeros de trabajo.  Y con ellos, casi siempre es el alcohol el que acompaña.

En dos días seguidos, tomé.  Ustedes saben que detesto hacerlo, muy rara vez por gusto propio lo hago.  Y mucho menos, convaleciente.  Me gané un merecido regaño.  Ni siquiera con Don Norman lo hago.  En fin, de a poco me integro con la gente de estos lados, con los pocos que tengo algo de confianza.  Pero, no me gusta esa vía.  No sigo arriesgando así mi salud.

Si así son las cosas, prefiero estar encerrado o viajar.  Esto de no tener un plan que al menos, me saque un poco del ambiente, aburre.

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