martes, 25 de marzo de 2014

Fiestas.

Había comentado que no soy muy amigo de las fiestas.  Hoy explicaré las razones.

Me he educado en un ambiente un poco rígido, tanto en el aspecto familiar como en el personal, el cual me estableció que las fiestas suelen ser fuente de perdición.

Y sí que lo son, en su mayoría.

Además, suelo aburrirme en ellas.  No me siento totalmente a gusto ni con la gente que asiste, ni con las comidas que reparten, ni con las bebidas que se consumen.

Hay excepciones, claro.  Recuerdo bien la última fiesta de la Virgen del Carmen a la cual asistí, no me aburrí, hubo buena comida, hubo regalos, en fin...

No suelo celebrar mis cumpleaños bajo esa modalidad.  Cuando tenía once años, tuve una experiencia que me amargó el día, y de paso, la semana, por una estupidez que cometió mi mamá y que aún recuerdo.  De ahí aprendí que uno no debe desperdiciar la comida celebrando cumpleaños.

Solo he celebrado así mi grado de bachillerato.  El profesional, no lo celebré con fiesta, en otra historia la contaré.

Las fiestas a campo abierto, son todavía más "temidas" para mí, y por consiguiente, aún más perniciosas.

Siempre veo borrachos, siempre veo peleas, siempre veo vendedores impertinentes, siempre veo espuma arrojada.  En esas fiestas, prefiero caminar por ahí, saludando amigos y conocidos, y de vez en cuando, recibiendo un trago, pues tuve una experiencia que puso en riesgo mi salud en el 2012 y que definitivamente no repetiré.  Antes, solía tomar unas tres cervezas o unos seis tragos, pero ya no.  No preocuparé a mi familia de esa forma y no quiero ser un alcohólico como mi tío.

Hasta cierta hora permanezco en la fiesta, si hay forma de estar con un grupo determinado, o si se deambula por ahí, pues en esos días hay que llegar temprano a mis ocupaciones.

Eso hice en este puente festivo que pasó.  No podía tomar un solo trago, pues estoy bajo medicación y además debía estar antes de las ocho de la mañana tanto domingo como lunes.  El domingo a medianoche se presentó el grupo Alkilados y hubo dos peleas de borrachos que sencillamente, me aburrieron, así que pasada la una, me fui.  Para la fiesta del domingo-lunes, se tuvo que montar un dispositivo de seguridad, con cerramiento incluido, para evitar cualquier incidente.  Aproveché la noche para terminar un trabajo de aritmética que me encargó mi hermana, pues la Orquesta Fuego no le hizo honor a su nombre y se convirtió en "Orquesta Hielo".  Danny Marín también se presentó sobre la una y no se molestó en revisar el sonido, que fue perverso.  Me quedé solo a esa hora, así que también me fui de ahí a casa y a dormir para despertarme sobre las seis y media.

No pretendo amargarle el rato a aquellas personas que disfrutan estar en fiestas, solo quiero dar mi punto de vista sobre el por qué no suelo frecuentar y/o realizar fiestas o en su caso, permanecer demasiado tiempo en ellas.  ¡Sean ustedes libres de disfrutar las fiestas a su gusto, queridos amigos!  Eso sí, cuídense mucho y cuiden a los que están cerca de ustedes en ellas.

"Gregario he sido, gregario soy y gregario seguiré siendo".

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