martes, 18 de marzo de 2014

Rencor.

Hoy quiero hablar de algo que he experimentado, tanto como generador como receptor, y me refiero al rencor.

Los que me conocen, sea bien, sea en parte, o sea muy poco, saben que no me gusta faltar el respeto y menos que me lo falten.  Saben también, que me gusta ser muy correcto cuando hay que hacer las cosas, de lo contrario, nunca las hago.  Saben también, que cuando me apasiono por alguna cosa, es difícil detenerme sin una explicación concreta.

Y desafortunadamente para mí, esa última frase se ha extendido hacia el actuar frente a algunas personas.

Muchas personas en este mundo me guardan rencor, en especial dos.  Dos mujeres.  Tanto, que muy seguramente si se juntaran, harían una colecta para comprarme un lote en algún cementerio privado y enterrarme allí.  Una fue compañera de mi universidad, la otra es una paisana a la que le tengo demasiado aprecio por las cosas que ha logrado en su formación educativa.

En ambas situaciones -me refiero a ambas personas- se presentaron momentos muy tensos respecto a la relación personal.  En ambas, fueron por pendejadas y errores dignos de inexperto de mi parte.  En una, esa persona nunca fue capaz de decirme "no eres el tipo de persona que quiero junto a mí".  En la otra, pequé por afanado y desafiante ante los principios de mi credo.

Hoy recordé a mi paisana.  Recordé sus bellas facciones, pero recordé ese maldito día de Marzo del 2011 donde ella, de tajo, no me dejó defenderme impidiéndome dirigirle la palabra.  Quería hacer lo mismo que me hizo, pero con palabras más suaves.  Ella no merecía que la ofendiera con mi forma de actuar, pero desgraciadamente, lo hice.  Le lancé una frase que se cumplió, pero no me alegré por eso cuando lo supe, porque a mí también me sucedió.

¡Lo más curioso fue que le lancé esa frase delante de sus padres!  ¡Nunca entenderé por qué no dijeron nada!

Tres años después, ella quizá no sabrá quién soy yo.  Simplemente, soy un extraño para ella.  Seguramente, dentro de su pensamiento, estoy muerto.  Quizá me recuerda como la peor persona que ha conocido en su vida.  Puede que sea cierto, pues así lo mentó en su cuenta -poco activa, por cierto- de Twitter.  No supe cómo se enteró de mi existencia en esa red social.  Dijo que enseñaba el rencor.  Dijo allá también que era un acosador...  ¿Pero sería yo un acosador premeditado?  Mi propia impaciencia por hacer las cosas bien y conseguir resultados positivos me generó esa famita, lo reconozco.

Lo que me preocupa ahora es poder ser perdonado por ella.  El año pasado le envié una carta por correo electrónico pidiendo perdón.  A estas horas de la vida nunca respondió.  ¿Qué puedo concluir yo?  ¿Que soy un rencoroso y una persona falta de valores?  ¡Pues no!  Una frase del anterior párrafo hace concluir realmente que si uno es capaz de pedir perdón, lo mínimo que uno debe esperar es una pronta respuesta, ¡así digan que no!  ¿Quién es la rencorosa ahora?  Alguien por ahí me comentó que hasta malas palabras ha usado para expresarse de mí.  No creo haber usado esas palabras en contra de ella.

Hoy le escribí recordándole esa carta y agradeciéndole el texto en mi contra -aunque sin nombre específico, pero era para mí de todas formas-, pidiendo perdón nuevamente.  Esos dos textos salieron de mi corazón.  Hoy lloré lo suficiente como para llenar un vaso.  Todos esos errores han condicionado mi vida.  Siento que nunca pagaré esa deuda estando vivo, siento que estoy reportado en una central de riesgo infinita.

¿Cómo pagaré realmente eso?  ¿Qué sucederá con la otra persona que me odia?  ¿Cómo es mi relación con algunas otras personas que no me simpatizan demasiado?  Eso lo escribiré en otro texto.

Por ahora, seguiré llorando mi vergüenza y mis penas, pensando en cómo será mi futuro dentro de cuatro semanas.  Hoy cumple años esa paisana.  Aún la admiro.  Aún la aprecio.  Aún tengo buenos sentimientos hacia ella.  Siempre he deseado para los últimos tres 15 de Abril que han transcurrido, que me perdonara.  No se ha cumplido ese deseo.  Ojalá para este, haya alguna buena noticia.  De resto, que sea Dios quien la ilumine y le permita hacer lo correcto.

Toda la historia la conté en Twitter también, con algunas manifestaciones de ánimo, las cuales agradezco de corazón.

Los dejo con esta hermosa canción que refleja lo que estoy sintiendo a esta hora, es "I am a man of constant sorrow", de los Soggy Bottom Boys, un grupo ficticio que se presentó en la película "O brother, where art thou?":

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