jueves, 20 de marzo de 2014

"Perdón" (o aún más rencor)

Ayer, a mediodía, llamé a mi amor -nunca correspondido- de universidad, una trigueñita girardoteña, para pedirle perdón por todo el daño que le hice durante el tiempo que nos conocimos.  Marqué ese maldito número telefónico y lo único que me respondió fue "tranquilo".

Hoy, me encontraba en San Antonio de Anapoima, decidí llamarla otra vez, pero con el único y exclusivo fin de averiguar por el número de otra compañera con la que tuvimos unas diferencias muy tremendas.  Tiró el teléfono.  Volví a llamar y me contestó el esposo, todo altanero.  No había llamado a esa trigueñita en unos cinco años, quizá más.  No pienso volver a llamarla.  Toda la parla que gasté ayer a mediodía quedó en historia.  La tranquilidad no volverá.  Temo que ese tipo llegue a mi tierra a buscarme pelea, la cual será respondida apropiadamente si llego a topármelo.

¿Sabrá él que nunca llamé a su esposa en todo ese tiempo?  ¿Sabrá él que no soy un gusano?

De todas formas, el estado de la relación con esa trigueñita volvió a ser el de una enemistad y desconocimiento mutuo.

¿Cuál perdón puede existir ahí?  ¿Sabía ella para qué querría llamarla?  Nunca lo supo.

Uno no puede perdonar para que así no más le digan "tranquilo".  Y tampoco para que le tiren el teléfono o lo miren con cara de perro rabioso en el próximo encuentro.

El pedir perdón es un acto sincero y consciente, que siempre saldrá del corazón, muy pocas veces del pensamiento.  Saldrá, con muchas lágrimas de por medio, porque tanta frustración causada por los errores cometidos no permiten tener un alma tranquila.  La mínima respuesta que uno puede esperar es "acepto tu perdón", con la misma sinceridad y consciencia con la que se pide.  Condiciones habrá, pero lo importante es que tanto quien pide perdón como quien perdona tendrán seguramente una oportunidad para estar en paz.

Los dos días anteriores lloré como para llenar un vaso por lo que les había comentado anteayer.  Sueño con el perdón de esa persona.  ¿Lo concederá?  Han pasado tres años y no hay respuesta.  Pienso que aún carga mucho resentimiento contra mí, seguramente lo merezco.  Le he pedido a Dios que la ilumine.  Desde aquí, le perdono todos sus defectos. Desde aquí, le perdono todo su odio, todo su resquemor, todo su resentimiento.

Debo confesar que me cuesta un poco perdonar.  Especialmente si me han ofendido gravemente, en mi forma de hacer las cosas y cuando se meten con mi familia.  Tengo una lista larga de personas a las cuales no perdonaré, por lo menos a corto plazo.  Pero debo albergar una posibilidad para perdonarlas.  Así hice con alguien este año.  Aceptó el gesto.  De pronto, todos los que me han hecho daño aquí vendrán para el mismo fin, pero sabré cómo responderles.  En otra ocasión contaré eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si viene aquí a comentar, que sea para eso, no para armar pleitos. Si viene a otra cosa, váyase para su casita y deje que otros que sí tengan voluntad de comentar correctamente lo hagan.