jueves, 19 de marzo de 2015

"Llorar".

Se dice popularmente que los hombres de verdad no lloran, gracias a la sociedad altamente machista que nos inculcó algunas malas maneras durante muchos años, y quizá algunos muchos siglos.  Todos los hombres hemos derramado una lágrima, de acuerdo.  De felicidad, de tristeza, de miedo, incluso hasta por amor, nadie sabe exactamente.

No es ajeno a este servidor el haber llorado.  Mucho y poco.  Me cuesta ya hacerlo a estas horas de la vida.  Pero, como he contado en algunos textos anteriores, algunas situaciones han hecho que de mis ojos broten las más puras muestras de un sentimiento.  Eso, queridos amigos y amigas, no es más que pureza espiritual y auténtica humanidad de cada uno.

Llorar también es el título de una maravillosa canción.

José Manuel Figueroa, conocido como Joan Sebastián, nació el 8 de Abril de 1951 en Juliantla, en el Estado de Guerrero en México.  En su juventud quiso dedicarse a la carrera sacerdotal, pero su padre se negó, al saber que poseía un gran talento musical.  Angélica María -la reconocida actriz mexicana de los años sesenta- notó el talento de José Manuel al escucharle mientras reservaba una habitación hotelera y le puso en contacto con el músico y productor Eduardo Magallanes, pero no logró un encuentro con él, al encontrarse en una gira.

José Manuel tocó las puertas de varias empresas discográficas en Ciudad de México, pero fue rechazado; incluso al lanzar su primer sencillo, fue vetado por cinco años por la emisora que lo acogió por entregar una caja llena de aguacates como agradecimiento.  Al lanzar su séptimo sencillo y un disco de larga duración, en Discos Musart le sugirieron que se cambiara el nombre y después de varios intentos, quedó el "Joan Sebastián", nombre por el cual lo conocemos en todo el mundo.

Esta canción, es uno de sus primeros éxitos musicales.  Bien recuerdo que era una de las canciones que solía escuchar en mi infancia, junto a mi papá cuando él escuchaba con frecuencia la extinta emisora Radio Recuerdos.  Recordaba mucho la melodía y preciso hoy, el Día de San José la evoqué con detalles.  ¡Sírvanse escucharla!



"Te miré llegar -¡ajá!-, 
me acerqué a tu vida y te dejaste amar, 
y ahora resulta que te vas."

"Te entregué mi amor -¡o-oh!,
me hiciste dichoso, me hiciste un favor, 
y ahora me heredas el dolor."

"¿Quién iba a pensar 
que un día me habías de abandonar,
quién, quién?
¿Quién iba a pensar que un día por ti 
iba a llorar, llorar, ¡llorar!? 
¡Oh-oh-oh-oh, o-oh!, ¡llorar!
¡Llorar!" 

"Te entregué mi amor -¡o-oh!,
me hiciste dichoso, me hiciste un favor, 
y ahora me heredas el dolor."

"Te dejaste amar -¡ajá!-, 
y te lo agradezco en vez de reprochar,
aunque hoy me inunde de llorar." 

"¿Quién iba a pensar 
que un día me habías de abandonar,
quién, quién?
¿Quién iba pensar que un día por ti 
iba a llorar, llorar, ¡llorar! ?
¡Oh-oh-oh-oh, o-oh!, ¡llorar! 
¡Oh-oh-oh-oh, o-oh!, ¡llorar!
¡Llorar!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si viene aquí a comentar, que sea para eso, no para armar pleitos. Si viene a otra cosa, váyase para su casita y deje que otros que sí tengan voluntad de comentar correctamente lo hagan.