sábado, 28 de marzo de 2015

Robando tiempo.

Critico mucho, hasta rozar la visceralidad, ciertas conductas de algunos árbitros que conozco a la hora de realizar su labor, en especial cuando se trata de hacer cumplir las premisas básicas de los reglamentos de juego.

El título de este texto lo dice todo.  A los árbitros les gusta robar tiempo.  Quieren salir temprano de los compromisos, como los malos oficinistas.  Cobran duro y aparte de eso se creen más que los mismos organizadores.  Subestiman sus herramientas, subestiman a la gente que está dentro del campo y fuera de él.  Ignoran que el público, que puede ser muy ignorante en muchas cosas, no es para nada pendejo y gusta de ver que el espectáculo sea agradable y que el marco que lo rige, sea el más correcto posible.

Cuando hice parte de un grupo arbitral, detesté de sobremanera que me hicieran robar tiempo.  Por esa razón, decidí dejarlos, me irritó mucho esa actitud.  No me parece justa con nadie.  Los compañeros y amigos que hice a través del deporte saben que soy honesto y lo suficientemente justo como para irrespetarlos con esa conducta.  Incluso, cuando he organizado eventos, he tenido algunas discusiones con varios árbitros por eso, hasta me ha tocado pararme en la raya y decirles que su conducta no es para nada correcta.
 
En mi último evento, tuve que terminar varias fechas bastante tarde, porque los partidos se jugaron en escenario abierto. Por supuesto, me aburría, me daba sueño, quería irme a casa, pero el reglamento es más claro que la leche y lo mínimo que debo hacer es respetarlo. En algún momento se me fueron unos cuantos segundos por no estar pendiente del reloj, para mi fortuna no afectaron el desarrollo de esos partidos. Los médicos también se mueren, dice el refrán.

Hoy vi la tapa. En un torneo departamental, los árbitros cumplieron a cabalidad todo lo que cité en los primeros párrafos. No quisieron usar el tablero electrónico que se les facilitó, aduciendo no saber usarlo, cuando aprender a usarlo no tarda más de quince minutos. En todos los partidos se robaron entre dos y cinco minutos por cada periodo. En fin... A mis compañeros entrenadores les faltó mucha malicia para manejar estas situaciones y se los hice saber, porque hasta en Intercolegiados he visto esas mañas.

Cada ocasión que transcurre confirmo que el juzgamiento deportivo solo es justo cuando les conviene, no en todo momento, como debería ser. Uno entiende que hay momentos, pero los reglamentos no contemplan los momentos, contemplan el juego. Y así entiendo yo mi juego.

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