viernes, 21 de noviembre de 2014

Quince años, quince historias: Doña Cecilia.

Cecilia Fonseca de Pérez fue -o es, no sé nada sobre su actual existencia- una de esas personas llamadas "motivadoras organizacionales" y solía frecuentar Anapoima por su propio trabajo a finales de los noventa.

En 1998, "Doña Cecilia" visitó mi colegio, contratada seguramente por el municipio, para dictar una charla de esas para ambos salones.  Yo estaba cursando décimo grado y recuerdo que ese día teníamos Educación Física, así que asistimos con la sudadera blanca y gris.

No recuerdo muy bien qué sucedió, si hubo algún problema o porque ya traía alguna consideración frente a los contenidos que ella exponía, pero no ingresé al aula múltiple.

Mis compañeros sí ingresaron, más de uno salió motivado a cambiar, otros salieron igual como entraron, sabrá Dios si "Doña Cecilia" les revolvió el pensamiento, qué se yo.  Lo único cierto es que yo no entré.  Terminó esa sesión y todos volvimos a nuestras actividades diarias.

Lo curioso vendría horas después, ya en casa.

Doña Myriam me pregunta como siempre:

-"¿Cómo le fue?"

Y yo respondo:

-"Bien.  Ahí vino esta señora, la que fue al Supermercado a dictarles la conferencia, Cecilia Fonseca de Pérez".

Hacía unos meses, Doña Cecilia se había presentado en el Supermercado Anapoima, lugar de trabajo de ese entonces para mi mamá.

Ella exclama:

-"¿Cómo?  ¿Esa señora fue allá al colegio?  ¿Usted entró?"

Respondo:

-"Sí, señora, yo no entré a esa conferencia.  ¿Eso para qué?"

Pensé que mi mamá se enfurecería conmigo, pero no fue así.  Simplemente exclamó:

-"Ay, m'hijo...  Esas vainas son muy cansonas.  A mi me aburrió la vez que vino al Supermercado"

Y efectivamente eso sucedió, ella salió muy decepcionada y aburrida de esa ocasión cuando "Doña Cecilia" vino a "motivar" a ella y a sus compañeros de trabajo.

En lo que a mí respecta, me irritan mucho las conferencias motivacionales y los mal llamados "libros de autoayuda".  Me enfurece ver a Jorge Duque Linares, para mí no es más que un charlatán; lo veo un segundo en la televisión y lo mínimo que hago es cambiar el canal.  Declino inmediatamente cualquier invitación a una charla-conferencia-foro-seminario sobre esos temas.  Pienso que hay muchas personas, sin necesidad de cobrar montones de plata ni presentarse en grandes escenarios, dan mejores consejos, palmaditas en la espalda y ánimo para salir adelante en situaciones adversas.

Según muchas personas, debería ir a eso o a un psiquiatra, pero no, no lo hago y juré no hacerlo.  Más problemas no quiero tener por culpa de asistir a esas cuestiones.  Siento que en vez de mandar a la gente a donde "los loqueros" o a conferencias verborrágicas, debo dar soluciones o ayudar en algo si no puede darse todo; en igual forma espero ayudas de ese estilo cuando las requiero.

Y para mi fortuna, y lo que quedó de ese bachillerato, no tuve más conferencias de ese estilo.  Fue una bendición.  Creo que "Doña Cecilia" no volvió a aparecer nunca más por esta meseta, gracias a esa sensación que tuvo Doña Myriam.

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