sábado, 22 de noviembre de 2014

Quince años, quince historias: Logros perdidos.

Había contado que en 1996 se cambió el sistema cuantitativo -las notas- por uno cualitativo, el que se conoció como el sistema de logros.  En esos dos primeros años, que correspondieron a octavo y noveno, me fue muy bien, no perdí ni en apariciones fantasmagóricas un solo logro y solía recibir en mis boletines apreciaciones como "excelente" o "sobresaliente".

Llegué a décimo grado, en 1998, y vería asignaturas nuevas, muy distintas a lo que vimos entre sexto y noveno.  Ya no tendríamos que ver nada de historia ni de geografía, ni religión.  Veríamos física, química, trigonometría, filosofía.  Y en una de esas materias, tropecé por primera vez.

Leonel Urrego sería nuestro profesor de física, tanto en décimo como en undécimo, después de su regreso como profesor de este servidor y sus compañeros el año inmediatamente anterior y en el segundo periodo de ese décimo, veríamos dentro del temario velocidad y aceleración, con sus consabidas ecuaciones y sus despejes.  Ahí, casi todo el salón perdió al menos uno de los dos logros de la asignatura para ese periodo, incluyendo a este servidor.  Solo uno o dos compañeros sacaron ese periodo en limpio, para envidia de los demás.

Nunca pensé que un día así llegaría.  Me sentí mal, y en algún momento pensé que podría perder el año lectivo, pero, para mi fortuna, se quedó esa pequeña mancha al final de ese año y pude llegar al 26 de Noviembre de 1999.

Al siguiente año, ya en undécimo, el profesor Leonel se compadeció de todos nosotros y cuando llegó la jornada de recuperación, todos los que habían perdido esos logros, se nivelaron.  Quizá él no quería repetir una experiencia que tuvo antes de llegar a Anapoima con una promoción de bachilleres.  Recuerdo que debíamos presentar un trabajo escrito sobre los temarios que no pudimos superar.

De resto, no perdí ni un solo logro más en mis dos últimos años de bachillerato.  Seguí siendo el mismo "ñoño", pero yo empezaba a perder ese apelativo.

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