sábado, 15 de noviembre de 2014

Quince años, quince historias: Parque Jaime Duque.

En ese mismo 1994, mi colegio -el Departamental Integrado de Anapoima- realizó la única salida colectiva y general que he vivido y disfrutado durante toda mi etapa educativa.

En ese día de Mayo, si no me equivoco, todos los estudiantes de mi colegio abordaron todos los buses pullman que tenía Flota San Vicente para viajar.  A nosotros, el Sexto A, nos correspondió el mejor que había, el 763.  A los otros, les correspondió algunos móviles un poco más antiguos.  De todas formas, todos los estudiantes iríamos a un destino muy especial en la Sabana de Bogotá, el Parque Jaime Duque.

Jaime Duque Grisales era un aviador caldense, quien se trasladó a Bogotá a muy temprana edad y fue uno de los pilotos más importantes y trascendentales que tuvo Avianca, convirtiéndose en el primer jefe de pilotos de origen nacional.  El 27 de Febrero de 1983, en un sector rural de Tocancipá, inauguró el parque que lleva su nombre, el cual fue construido para brindar diversión y esparcimiento para las familias, y cuyo lucro -es decir, los ingresos que generase el parque- se destinaría para las personas menos favorecidas.

A media mañana llegamos al parque, después de cruzar buena parte de Bogotá, ya que la carretera entre Funza y Cota aún era una trocha.  Lo primero que se hizo allá, aparte de cruzar lo que fue la Autopista Norte por debajo, fue ver el imponente avión con el que Jaime Duque inauguró las rutas transatlánticas de transporte aéreo para Avianca.  Luego, pasamos a visitar la réplica del bergantín Independiente, recorrimos la mayor parte de las atracciones que tenía el parque en ese tiempo, incluyendo la réplica del mapa de nuestro país -si no me equivoco, uno podía lanzar monedas a los cuerpos de agua que la rodeaban-.

Varios de nosotros queríamos montar bicicletas acuáticas, pero nos lo prohibieron, así que decidimos ir a la Divina Comedia, donde me fui con algunas compañeras -entre ellas mi "traga" de colegio- y nos metimos el susto de nuestras vidas, ¡la representación del Infierno de Dante era prácticamente real!  ¿Y qué me dicen del Taj Mahal?  ¡Te confundes con el verdadero así no más!

Regresamos después de un día muy bien invertido y disfrutado, cansados y con el frío de la sabana dejando mella en algunos.  Allá empecé a valorar mucho -quizá más de lo necesario- la presencia de Angélica en mi vida y en mi entorno.  Allá escuché por primera vez "Auto Rojo" de Vilma Palma e Vampiros.

Volví allá varios años después, en una salida de Medio Ambiente de la Piloto, pero la experiencia no fue igual...

Eso es lo que recuerdo de mi primera salida al Jaime Duque.  ¿Volveré?  Ojalá pueda hacerlo con Don Norman y/o con Marcela.  Pronto tendrá que darse...


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