martes, 18 de noviembre de 2014

Quince años, quince historias: Sufriendo con las exposiciones.

Cecilia Mantilla Moreno era la eterna profesora de Ciencias Sociales de mi colegio, había llegado a este poblado sobre los primeros años de funcionamiento del plantel en su sección secundaria, y por ese halo de eternidad y de conocimiento, se ganó el aprecio de toda la comunidad de Anapoima, no solo de la del colegio.

Antes de continuar con el tema, ella siempre creía que los Países Bajos, entendámonos como los componentes del Benelux, son Holanda, Bélgica y Dinamarca.  Yo le refutaba miles de veces que no era Dinamarca sino Luxemburgo.  Ella se quedó con esa idea, yo me quedé con mi propio Benelux, que es el que todos conocemos.

Bien, dentro de los años que nos tuvo a cargo en sus materias -séptimo, octavo y no recuerdo si nos enseñó materias en noveno-, ella tenía dentro de su metodología de enseñanza, hacer que el salón entero participara exponiendo varios temas del contenido que se vería en cada año, especialmente en Historia.  Yo me moría del miedo y de la vergüenza al saber que había exposiciones en cada año, por un simple detalle, no era ni bueno ni rápido tomando notas en una exposición cualquiera.

Cada vez que exponían mis compañeros, mi brazo derecho no coordinaba con mi cerebro y la consecuencia era más que lógica, mi cuaderno se convertía en vivo reflejo de esa situación, se atrasaba.  Había que pedirle el favor a Marcela o a cualquier otro compañero o compañera con mejor capacidad de síntesis  y de velocidad de escritura para que me prestara el cuaderno y ponerme al día, cosa que en ciertos momentos no se lograba por la cantidad de hojas que había que transcribir.

Exponiendo, no me iba mal, lo confieso.  Me preparaba lo mejor posible para cada exposición y cuando llegaba la hora de que me refutaran, sabía salir del embrollo sin problemas.  Así me gané una buena reputación como expositor, ¡podía ser un gran conferencista!

Solamente en esas materias, tuve problemas con las exposiciones, de resto, no había tantos problemas, a veces una desconcentración en un dictado.

La profesora Cecilia, se retiró en el 2002, tres años después de mi bachillerato, junto a otro grandazo del Colegio Departamental de Anapoima, mi propio hermano.  Ella aún considera a los tres hermanos Méndez como los mejores estudiantes que ha tenido Anapoima en su historia; pese a todo, ¿alguien podrá refutarla?

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