jueves, 20 de noviembre de 2014

Quince años, quince historias: Las tapas.

1994, sexto grado.

En ese primer año de enseñanza secundaria, en la vieja "cooperativa" -tienda escolar, para que me entiendan-, se vendían únicamente productos de Postobón, pues ese conglomerado entregaba el armazón para construir sin problema alguno las tiendas escolares en casi todos los municipios de Cundinamarca.  Anapoima nunca fue la excepción, lógico.

La "cooperativa" estaba ubicada donde están actualmente el restaurante escolar y los lavabos, al lado del aula múltiple.  En esos primeros años, estaba rodeada de mucha tierra, algo de maleza y piedras, lo cual hacía difícil regresar de ese sitio limpio en épocas de lluvia.

Como en ese año se disputaba el famoso Mundial de Fútbol en los Estados Unidos, Postobón no fue ajeno a esa manifestación y puso a disposición de los colombianos varias promociones.  La primera, era apoyar la publicación del álbum Panini, bajo la modalidad del canje de tapas.

De la segunda promoción, es la que voy a hablar.

Postobón, en la cara interna de las tapas de las presentaciones personales de sus gaseosas de 266 mililitros, y que incluían a la Pepsi, imprimía preguntas y respuestas sobre los Mundiales de Fútbol.  Durante cada descanso y en ciertas ocasiones, al finalizar la jornada, mi tarea era recolectar esas tapas y aprenderme las preguntas y las respuestas.

Claro está, que la diversión que representaba esa tarea se volvía fastidiosa, cuando algunos compañeros me cogían a mansalva para preguntarme lo que aparecía en esas tapas.  Llegaron algunos días donde esa tarea me hastiaba hasta más no poder.  Me fastidiaban con eso y como no soy persona de estarme quieto en un solo sitio, en algunos momentos me sacaban la piedra.

Esos trozos de metal terminaron en Mondoñedo varios meses después, ya que aprendí todo lo que pude de ellos, por vejez propia se oxidaron y Doña Myriam se cansó de verlos rondando por la casa.

Lo cierto de esto, fue que aprendí muchas cosas de los Mundiales y conocí cosas sobre gente como Ferenc Puskás, Pelé o Diego Armando Maradona.  Poco a poco, mi conocimiento se nutría más al leer otras publicaciones o ver aquel programa de la OTI con Roberto Rivelino a bordo los días sábados.  Pero, con esas benditas tapas de Postobón nació mi pasión por los Mundiales y las competiciones internacionales de fútbol, pasión que aún perdura después de veinte largos años.

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