miércoles, 30 de abril de 2014

Adiós, Abril.

Se acabó.  Simplemente, se acabó.

Así, a paso normal, aunque lo percibí un poco rápido, transcurrió este mes que se acabó.

Este mes, fue el final de una era y el inicio de otra nueva.  Y estoy viviendo ese inicio.

Abril acostumbra ser un mes para dedicarlo a la reflexión, en especial a la religiosa, cuando corresponde.  No fue la excepción para mí.

Abril no me dejó demasiados regalos, como lo había contado.  Pero sigo aquí, desterrando a mis propios fantasmas y demonios.  Sigo esperando el regalo que más deseo, pero requerirá de grandes dosis de paciencia.

Abril me dejó la satisfacción de contar con buena parte de mi familia a mi lado, sin necesidad de la presencia física.

Abril me motivó a seguir adelante, a pesar de todas las frustraciones que he tenido a lo largo de la última década vivida.

Abril me regaló un precioso y nostálgico viaje a Bogotá.  Estoy mejorando en mis aspectos de salud, pero eso no me permite confiarme ni descuidarme.  Ya tengo un trabajo bueno, aunque temporal, seguro en un alto porcentaje.  Y las noticias positivas seguirán.

El próximo Abril, marcará un año más de vida, ojalá sea mejor que este.  Y llega Mayo, el mes mariano, el mes de los trabajadores, que traerá otras tantas buenas noticias para mí y para mis conocidos.

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