lunes, 14 de abril de 2014

La última noche de juventud.

Hoy es la última noche de una etapa.

¿Fue productiva?  Lo dudo.  No creo que haya dejado cimientos para lo que serán los próximos veinte años.

Me gradué como profesional un año después de lo planeado, con mucha vergüenza y poco orgullo.

No se cumplieron los sueños que tenía para los últimos cinco años.  No fui padre, ni tuve una pareja estable, mucho menos conseguí tener un descendiente a la edad en la que Don Norman me recibió en este mundo.

No se cumplió el sueño de cursar un posgrado.  Ni siquiera un diplomado.  Intenté cursar una segunda carrera, pero me fallaron y de paso, le fallé a las personas que me ofrecieron cursarla.

No se cumplió el sueño de tener un trabajo en mi profesión y acorde a los pocos conocimientos que tengo.

No he podido conseguir trabajo en otra área del conocimiento que domino.

No he podido conseguir un trabajo digno en mi propia tierra, mucho menos fuera de ella.

No he podido volver a dirigir un equipo de fútbol de salón en cuatro años.

No se ha cumplido el sueño del perdón que he deseado recibir en estos últimos tres años.

No se cumplió el sueño de volver a El Retiro y a San Pedro, en la década que se conmemoraron esos viajes.

En fin, esta década fue la de los sueños rotos, las promesas incumplidas y las decepciones amorosas.

Pero todo no fue negativo.  No, señores.

Conocí regiones de Cundinamarca que aún no conocía.  Conocí gente maravillosa a la que acompaño en un bellísimo y ajetreado proyecto.  Me he vinculado con cierto éxito al deporte que me gusta.  Conocí Twitter y ahí sigo, pese al mal ambiente creado por algunos personajes.  Conocí también mucha gente a través de esa red social.  Viajé a Medellín después de doce años de no hacerlo.  Conocí Honda y La Dorada.  Volví a Neiva desde el 2000.  Conocí a una de las personas más impactantes, sencillas y dignas de aprecio que he podido conocer.  Conocí todas las cabeceras municipales de mi provincia.  

¿Olvido algo?  Quizá.  Pero lo enunciado en el anterior párrafo, es un resumen de las cosas positivas que sucedieron en diez años, desde ese "día del ausente".

Esta noche, es la que invita a "echar cabeza"  sobre todos estos años.  Y así se hará.  El eclipse de luna me acompañará en esa larga reflexión.

Y será el fin de la juventud.  Divino tesoro, dicen por ahí.  Pero para mí, no es que sea un valioso tesoro.

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