lunes, 7 de abril de 2014

"Déjenme ir".

Este texto lo pensé hace mucho tiempo, pero ayer fue el cenit para que se concretara.  Tuve un domingo horroroso, el cual me dejó sin algunos recursos para lo que sería esta semana y que de paso, arruinó el ambiente para mi cumpleaños.  Estoy muy deprimido y con ganas de abandonar todo, hasta mi propia vida.  Cansado de tanto problema e inconveniente he estado desde hace muchos años.

Aquí vamos con el texto:

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Déjenme ir.  Esto se ha acabado.

Déjenme ir, familia, porque he fracasado como hijo y hermano.  Nunca he servido para las labores más básicas en casa.  Nunca les ha gustado cómo hago esas labores.  Siempre hemos peleado por lo mismo hora tras hora, día tras día, año tras año.  Nunca he compartido demasiado tiempo con ustedes por esas razones.  Fracasé en el objetivo vital de colaborar con su sustento y los gastos que hay que asumir, porque no conseguiré nunca un empleo digno.

Déjenme ir, amigos, porque he fracasado como tal.  No he sido completamente leal, he sido agresivo, no he cumplido con muchos preceptos que obliga la amistad.  No he podido compartir sus gustos ni he podido compartir los pocos momentos que ustedes han tenido disponibles para mí.

Déjenme ir, trabajos, porque les he fallado.  Siempre termino descuadrado en dineros, siempre peleo con la gente que me requiere porque no comprenden razones, siempre saco excusas baratas y no tan baratas para no cumplirlos.  Ni siquiera me pregunten porque no aplico a trabajos más dignos.  Aquí quieren a gente que se parezca a los galanes de Hollywood y no a gente normal como yo. Y ni se diga del asunto académico.

Déjame ir, amor, porque nunca llegará.  Las pocas personas que he amado de verdad y con el corazón me odian y querrán verme destruido.  Las complaceré con el mayor de los gustos.  Nunca pude darle paciencia a este tema, porque he querido hacer las cosas bien y rápido.  Nunca pude darle trámite correcto para conseguir algo de esas personas que amé.  Nunca escuché las palabras exactas que debí escuchar a la hora de ser rechazado, hubiera respondido "sé feliz, es lo mejor que puedo desear".  Nunca tendré a mi lado a una persona que me ame por lo que soy.  Nunca degustaré las dulces mieles del amor en su forma completa.

Déjenme ir, salud y apariencia, porque nunca tendré estos dos aspectos de mi vida perfectos.  Soy un fideo, peso menos de lo que debería estar pesando, ni siquiera tengo suficiente potencia física.  No puedo ver bien por mi ojo izquierdo y ya no tengo edad para recuperarlo.  Tengo una dentadura horrible y descuidada y vale demasiado dinero cambiarla.  Tengo síndrome del túnel carpiano y eso me condiciona para hacer algunos trabajos que exigen destreza manual.  Enfermar me afecta mucho y aparte de que no puedo curarme rápido, me entristece aún más ir a dormir así.

Déjame ir, padre, porque te he decepcionado.  Dos años y medio perdí en Bogotá viviendo contigo para salir con un pírrico diploma profesional.  Muchos años más, he perdido tratando de ser el buen hijo que siempre has deseado.  A pesar de todo, tú también me has decepcionado, prometiéndome cosas que no has cumplido, como computadores, estudio y más cosas que he requerido para sobrevivir en este maldito mundo.  Me decepcionas aún más cuando bebes como un inconsciente y llegas a casa así.

Déjame ir, madre, porque por ti soy una persona detestable.  Tu mal carácter, tu agresividad frente a mí cuando te enojas, todo ese negativismo que impones lo he heredado.  Lo peor es que me dices que no lo demuestre, ¿y entonces?  ¿Tengo que dejarme humillar de todo el mundo para ser alguien en la vida?  ¡Nunca he escuchado palabras más estúpidas en mi vida que tus intentos de ánimo!  ¡Nunca he escuchado palabras más deprimentes que las tuyas!  Nunca has perdonado mis errores en toda esta vida, ¿cómo esperas que perdone los tuyos?

Déjame ir, mujer de piel morena y rostro cándido, porque no pude pedirte perdón como se supone que debía ser, de frente y con buenas palabras y actitudes.  Sé que me odias, pero me sentiré algo mejor si perdonas a esta alma triste y pueda irse tranquila.  No te cuesta nada hacerlo, porque sé que eres una persona noble.  Sueño con ese perdón, pero sé que me ves e inmediatamente huirás.  Pero, como están las cosas, vale más que esta vida se acabe y tú celebres, si lo consideras necesario.  Me duele distanciarme así de feo con una persona que he apreciado demasiado y sigo apreciando como tú, ¡todo por mi maldita culpa!  

Déjame ir, Anapoima, porque no cumplí con lo que querías.  Todos ustedes querían un flamante profesional, pero resulté siendo un fiasco.  Gente de esta tierra, mucho menor que yo, ha logrado cotas mucho más altas.  Aquí no es posible trabajar si no le caes bien al cacique y a los títeres de turno.  Aquí no es posible ser quien es, sino lo que unos pocos ignorantes quieren que uno sea.  Aquí quiero ser quien soy, no lo que un sistema copado por arrogantes me dicen que sea.  Afuera, tengo que luchar contra millones de personas que buscan cumplir los mismos sueños y ni mis deseos ni mis fuerzas dan para vencerlos.

Déjame ir, tiempo, porque todo los momentos que das, se han perdido.  Y como avanzas hacia adelante, sin reversa, no permites dar marcha atrás para corregir los errores.

Déjame ir, vida, porque no vale la pena seguir luchando.  Es como si estuviera en un desierto e intentara sembrar frutas.  Todos mis esfuerzos por salir adelante, siempre han sido y serán en vano.  ¿Qué puedo pedirle a Dios para cambiar esta realidad?  ¡Absolutamente nada!  ¡Lo único que puedo pedirle a Dios es que acabe con esta vida, que acabe conmigo!  ¡Hasta a él he ofendido!

No intenten nada para que me quede, porque la deuda será más grande y aún más difícil de pagar, por consecuencia.  Hagan más fácil y placentera mi partida, en vez de amarrarme a un entorno que cada día que pasa, es más difícil para sobrevivir e intentar revertir este horrible destino.

¡Simplemente, déjenme ir!

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