viernes, 4 de abril de 2014

¿Y si me hubiera ido?

Ayer dejé una incógnita grande, tan grande, que aún a estas horas de la vida me sigue dejando pensativo.

Cuando aprendí a leer y a escribir, no contaba con más de seis años y aún vivía en Las Mercedes, éramos felices y aún teníamos un gran patrón.

Ese patrón, era un alma grande, un alma caritativa, según lo describieron mis padres.

Por allá en Octubre de 1990, las intrigas y la codicia lo mataron en Bogotá, en el sector de La Floresta.

Mis padres alguna vez me contaron que él quería sacarme del país para formarme mejor, más específicamente a los Estados Unidos de América.

¿Qué hubiera pasado si me hubiera ido allá, a la tierra del Tío Sam?

¿Aprendería a valorar mi tierra, como la valoro ahora?

¿Conocería a todas las personas que he conocido a lo largo de casi treinta años?

¿Pertenecería a mi banda municipal?

¿Estudiaría en el colegio que tanto quiero y en la universidad, que aparte de quererla, me becó?

¿Ingresaría a una universidad prestigiosa allá?

¿Hablaría inglés con mayor propiedad que el castellano?

¿Tendría más conocimientos que los que tengo ahora?

¿Tendría un empleo digno y bien pagado?

¿Tendría algún talento deportivo o cultural mejor de los que poseo aquí?

Y lo más importante, ¿tendría una visión apropiada de la vida y de este mundo?

La respuesta a varios de estos interrogantes, sería negativa, por simple lógica.  ¿A las demás?  Quién sabe.  De pronto hubiera terminado en un "community college" o expulsado de una "high school" por bajo rendimiento.  De pronto hubiese terminado en Stanford o en Harvard.  De pronto hubiese jugado baloncesto en la NCAA.  Quizá pertenecería a alguna banda estudiantil o sinfónica de gran nivel, pues allá abundan.

Lo cierto, después de veinticuatro años después de esa fatal noticia, es que ese "sueño" se truncó.  Pero no para mal.  No totalmente.  En la inocencia de la infancia una noticia así puede ser el fin del mundo, pero no lo tomé así.  La vida pudo recompensarme manteniendo mis pies en esta meseta y cursando mis estudios básicos ahí.  El resto, es historia conocida para muchos de ustedes.

¿Cuál hubiera sido la percepción para los demás?  ¿La de alguien que tuvo fortuna?  ¿La de alguien que por esa fortuna, se cree de mejor familia?  Seguramente, "el ser de mejor familia" podría ser lo más aproximado.  Y no puedo ignorar que hay personas -conocidas en mi entorno incluidas- que detestan a los que por cosas de la vida, han viajado a ese norte poderoso, al menos de vacaciones, y que al regresar, han cambiado su esencia, su orgullo, por el clasismo y la arrogancia que se imponen en esas latitudes.

Si hubiera terminado allá, quizá extrañaría mi tierra y a mi familia.  Quizá resistiría ese viaje y ese cambio tan brusco, quizá no.  Quizá el frío invernal me enfermaría, hasta el punto de finalizar con mi vida.  Quizá me rechazarían por ser colombiano y ser de provincia.  Quizá me rechazarían por mi color de piel y me confundirían con un árabe.  Quizá me expulsarían en el primer control migratorio.  Quizá sucedería todo lo contrario y disfrutaría ese viaje y esa etapa larga de mi vida.

¿Pero mi esencia cambiaría?  Hace dos párrafos lo dije, era posible.

Para concluir, dejo esta reflexión.  Si quiere salir del país, que sea por algo que valga la pena, no por miedos, todo el mundo está lleno de problemas y las sociedades no son perfectas.  Si salió del país, por el motivo que sea, disfrute su salida y aproveche la experiencia, abra su mente al mundo.  Y si regresó al país, no alardee ni siquiera de sus compras, simplemente regresó porque su tierra lo llamó.

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